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- TRAJE algunos de estos también. - Hablé entrando en la habitación de Dalia. Habíamos quedado en que dormiría en su casa, pues según ella me tenía que contar algunas cosas.
Sonrió levemente. - Genial, ven aquí. - Murmuró palmeando el lado izquierdo de su cama. Obedecí recostándome en esta.
- ¿Qué es lo que me querías decir? - Pregunté llevándome algunas frituras a la boca.
Se apoyó en el cabecero de su cama. - El otro día fui de caza junto a Daryl, y hubo un punto en el que nos separamos un momento.
Asentí dándole a entender que prosiguiera. - El caso es, que sentí que me vigilaban. Pensé que estaba loca hasta que cuando volvimos, me encontré a Marco. Dijo que a él le había pasado lo mismo las veces que había salido.
Me pasé la mano por mi rostro. - ¿Rick lo sabe?
Smith negó.
- Lo tiene que saber.
Ella asintió, conforme a mis palabras. - Se lo diremos.
- ¿Y lo otro? - Volteé a mirarla.
Soltó un suspiro agachando la cabeza, y ahí super que algo iba mal.
- Dalia, ¿qué ocurre?
- Lo hice, Sabrina. - Subió la manga de su camiseta mostrándome aquellas cicatrices.
Solté un jadeo tapándome la boca, sintiendo mis ojos picar.
- ¿Por qué hiciste eso? - Sollocé mientras la miraba con preocupación.
- Hace unas semanas, recuerdos de la muerte de mis tíos y mi prima no para de pasar por mi mente. Me siento muy culpable. - Comenzó a llorar, por lo que la rodeé con mis brazos, atrayéndola hacia mi.
Siseé acariciando su cabello mientras lágrimas caían de mis ojos. - No fue tu culpa, Dal. Nada de eso lo fue.
Negó sorbiendo su nariz. - Le prometí que Lena estaría bien y les fallé.
La abracé con fuerza mientras ellas empapaba mi hombro de lágrimas. - Viví engañada tantos años, pensando que ellos eran mis padres.
- Todo va a estar bien, estoy aquí. - Susurré tratando de calmarla.
