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FRUNCÍ MIS LABIOS fijando mi vista en Carl y Rick, que se encontraban en el puesto de vigilancia junto a la líder de Los Carroñeros, un grupo que hicieron un trato con Rick, sin embargo, había algo que me hacía desconfiar de ellos.
Sujeté con fuerza la culata del arma. Rosita y yo habíamos preparado una bomba casera para acabar con los Salvadores que vinieran. Lo único que hacía era rezar para que el muro resistiera y nos les pasase nada a los Grimes.
— Se previeron todos los detalles. Se tuvieron en cuenta todas las eventualidades. Vengo armado con dos barriles de verdad. — Un suspiro tembloroso salió de mi labios al escuchar la voz de Eugene a través de un megáfono y arriba de uno de los camiones de los Salvadores. — Harán una prueba, y yo os ofrezco las respuestas.
El camión se detuvo enfrente del muro.
— Hola. Me anima la esperanza de que hagan caso a mi consejo. Sus opciones son nulas. Sometimiento y fidelidad son su única salvación. En resumen, pueden vivir o pueden morir. Sinceramente, les deseo lo primero, por el bien de todos. Se acabó el juego, está todo en marcha. ¿Te someterás, Rick?
Este frunció el ceño. — ¿Dónde está Negan?
—Yo soy Negan.
Jadeé con sorpresa al escuchar aquello.
Rick le dio la señal a Rosita para que apretara el botón y me eché hacia atrás para evitar que algo cayera encima mía. Nos quedamos confundidos cuando no hubo ninguna explosión, en cambio Los Carroñeros comenzaron a apuntarnos.
— Joder. — Gruñí con frustración.
Lo sabía, sabía que algo iba mal con aquel grupo.
— ¿Escuchaste la historia de un estúpido llamado Rick que creía saberlo todo, pero no sabía nada e hizo matar a todos sus seres queridos? Es sobre ti — Negan sonreía con ironía. – Es mejor que todos bajéis las armas ahora.
Rick negó. — Que nadie baje nada -
Observé cómo Nath apretaba su mandíbula con fuerza, mientras su entrecejo se fruncía con furia.
