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— HEY, Sabrina. — Abrí los ojos perezosamente al escuchar el llamado de Carol.
Miré a mi alrededor confundida. — ¿Dónde estamos?
— Cerrad la boca. — Escupió una de las secuestradoras.
La miré con rabia. Maggie y Dalia también se encontraban allí. — Que te jodan, vais a morir igualmente.
Se acercó a mi y me proporcionó un puñetazo en el pómulo izquierdo y parte de mi labio.
Me giré hacia ella quitando el hilo de sangre que salía de mi boca y me levanté con intención de devolverle el golpe, pero el sonido del seguro de un arma llamó mi atención.
— Alto, o ella muere. — Escupió la anciana apuntando a Dalia, quien me miraba con preocupación.
Una patada se hizo presente en mi estomago. Caí al suelo retorciéndome de dolor.
Después le siguió otro en el mismo lugar. Escuchaba los gritos y sollozos de Smith y Rhee pidiendo que parara.
Golpeó mi nariz, de la cual comenzó a salir sangre. Agarró mi cabello con fuerza, lanzándome hacia una pared.
Vi borrosamente como me miraba con una sonrisa siniestra. — Parece que ya no tienes tantos huevos.
— M-muérete.
Otra patada fue directa hacia mi estómago, haciendo que abrazara este. Golpeó mi rostro y labios.
Dalia gritaba suplicando que me dejara en paz.
— ¡La vais a matar!
Escupí la sangre que se concentraba en mi boca, tosiendo ligeramente. Estiró mi cabello obligándome a que la mirara.
Se acercó a mi cara con seriedad. — Así aprenderás a respetar a los adultos. — Y con eso, me soltó haciendo que cayera.
Smith gateó hacia mí y agarró mi rostro en sus manos.
— Sabrina, cariño. Mírame, ¿vale? No te duermas. Voy a sacarte de aquí. — Susurró entre sollozos.
Acaricié su mejilla con cuidado. — Estoy bien, no me voy a morir.