El nombre de Saya Wolff resuena noche y día en todos los canales de noticia, y no para de ser tendencia en las redes sociales.
La hija del expiloto austriaco de automovilismo y actual director ejecutivo de Mercedes-Benz, Toto Wolff, no hace más que...
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7 de mayo; Gran Premio de Miami.
Tamborileando con los dedos sobre el mostrador de la cafetería del hotel, espere impacientemente que me entregaran mi café. Pasando los ojos de la pantalla del teléfono al barista, cada vez más molesta a medida que pasaba el tiempo.
Evangelina me había estado rogando por horas a que la ayudara en una entrevista no oficial que le haría algunos pilotos, excusándose de que era muy tímida como para enfrentarlos sola.
Me había quedado dormida y ahora estaba llegando tarde, Eva iba a asesinarme.
—¿Hay alguna posibilidad de que podamos acelerar esto? —murmuré al empleado, viendo como el nombre de Eva aparecía en mi pantalla, gemí de frustración ante la llamada entrante. —Mierda, Eva, lo siento.
Se escuchó una risita mientras presionaba el teléfono contra mi oreja.
—Tienes suerte de que en verdad necesite tu ayuda para controlar a estos muchachos, ¿Por qué no me avisaste que eran tan arrogantes? —dijo con voz severa, con el sonido de la risa proveniente del resto de la habitación, haciendo que pusiera los ojos en blanco.
—Si te lo advertí...
—Como sea. —se rió. —Suponíamos que no llegarías a tiempo, aunque, ¿Qué es más importante que nosotros?
—Una palabra, café. —dije quitando toda emoción de mi voz.
—Oh, mierda, si, no te interpongas en el camino de su café.
Apareció la voz de George en la llamada.
—Dile que, si no se calla, no tomara café. —me burle, asintiendo al barista mientras lograba agarrar la bandeja de cuatro bebidas. —Estoy en camino ahora, si alguien está sentado en mi sillón, le daré una patada en las bolas.
La línea pronto se cortó, lo que provocó que volviera a poner los ojos en blanco, era oficial que estaba trabajando y juntándome con niños pequeños.
Sabía que Eva me echaría una bronca por llegar tarde a uno de sus planes, pero jamás había sido una persona impuntual, así que podrá perdonármelo. Al menos esta acompañada de los pilotos, puedo jurar que no se aburrirá ni un poquito.
Después de lo que pareció una eternidad, abrí la puerta del lugar donde me había dicho que se iba a grabar la entrevista.
Tal como pensaba, me recibieron con silbidos y vítores.
—Y su majestad ha llegado. —Pierre sonrió.
—Chúpame la polla, Gasly.
Lo fulmine con la mirada y avance por la habitación.
—Todos sabemos quién chupa la polla en esta habitación, princesa. —me guiñó un ojo, tomando un café de la bandeja.
—Y los niños volvieron a estar juntos. —Max suspiró dramáticamente.
