El nombre de Saya Wolff resuena noche y día en todos los canales de noticia, y no para de ser tendencia en las redes sociales.
La hija del expiloto austriaco de automovilismo y actual director ejecutivo de Mercedes-Benz, Toto Wolff, no hace más que...
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2 de julio; Gran Premio de Austria.
—Necesito tu ayuda.
Le bostece en la cara antes de tomar un largo trago del café que me había dado, seguro como forma de sobornarme.
—Espero que estés apunto de ser arrestado por la policía, porque sino cualquier problema que tuvieras podía esperar a después de las nueve de la mañana.
George no vestía su traje de carreras todavía, pero aun así estaba más arreglado de lo habitual; cabello bien peinado, perfumado y vestía una camisa celeste de tommy hilfiger.
Algo me olía mal y no era su colonia cara.
Se había aparecido en mi cuarto de hotel temprano, demasiado temprano, y me había arrastrado a una cafetería para endulzarme con café y galletas.
Vi una pizca de duda en su mirada, estaba nervioso.
—¿Te acuerdas que te comente que estaba conociendo a alguien? —preguntó tímidamente.
Me había contado pocas cosas sobre ella en algunos momentos libres que tuvimos en el trabajo.
No mucho.
Solo sabía que tenía la misma edad que él, que se había graduado hace poco como periodista deportiva y estaba intentando conseguir trabajo dentro del mundo del automovilismo, así la había conocido George.
—¿La periodista deportiva?
—Si.
Asentí con la cabeza para que continuara.
—¿Crees que luzco como una persona que odia a los niños?
Dejé escapar una carcajada y varias personas se voltearon a verme, pero me di cuenta de que George estaba hablando en serio cuando no se rió conmigo.
—Perdí el hilo de la conversación, George. —fruncí el ceño y lo miré confundida. —¿Qué sucede?
Dejó escapar un bufido y se acomodo sobre su silla.
—Hace poco me di cuenta de que ella se comportaba extraño. —comenzó a explicar. —Ya sabes, a veces me evitaba o me cortaba las llamadas de repente, hasta una vez la oí atender una llamada y decirle "amor" a esa persona.
El británico era la típica persona que explicaba todo con las manos, así que sus gestos no faltaron.
—¿Crees que esta saliendo con otra persona?
—No, ese es el problema. —esquivo mi mirada y luego solo se quedo observando su taza de café. —Descubrí que tiene un hijo, o bueno una hija.
—¿Y eso está mal? —pregunté sin entender muy bien cual era el punto de la conversación.
