El nombre de Saya Wolff resuena noche y día en todos los canales de noticia, y no para de ser tendencia en las redes sociales.
La hija del expiloto austriaco de automovilismo y actual director ejecutivo de Mercedes-Benz, Toto Wolff, no hace más que...
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Tomarme unas vacaciones de dos semanas me había parecido buena idea, mantenerme lejos de los pilotos y de ese ambiente parecía ser lo más sensato en ese momento.
Pero me equivoque.
Habían sido las dos semanas más aburridas de mi vida.
Sin mi padre dándome ordenes, sin papeleo que revisar y sin las malditas carreras, jamás creí que podría decir algo como esto pero había extrañado demasiado el trabajo.
Tuve que conformarme con ver las carreras por televisión, lo que fue una forma de autotortura.
Técnicamente debería estar feliz porque al equipo le ha ido bien en ambas carreras, pero por alguna razón me sentía extraña, no veía la hora de volver a ponerme el uniforme de Mercedes y estar allí con ellos, con el equipo.
Pero como no soy una mujer con suerte, ahora comenzaba el receso de verano, así que sería un mes más lejos de los circuitos.
Y como si el mundo estuviera en mi contra, hoy era mi cumpleaños.
Despertar con una cama vacía el día de tu cumpleaños debía ser una de las cosas más tristes.
Al menos estaba en casa...
Otro año más. Oficialmente estaba cumpliendo 23 años.
Nunca fui una gran admiradora de los cumpleaños, mucho menos del mío, así que no fue una sorpresa cuando me desperté y se sintió básicamente como cualquier otro día.
Sin tarjetas ni regalos para abrir.
No me tomó mucho tiempo prepararme y bajar a la cocina para desayunar.
―Buenos días. ―canturreé, tomando una taza del mueble para servirme café.
―¿Cómo estas, cielo? ―sonrió Susie al verme.
Me senté en la mesa de la cocina, junto a Jack que estaba dibujando muy concentrado mientras presionaba con más fuerza de la necesaria sus lápices de colores.
Un pequeño muffin con una vela apareció delante de mí, Jack volteo rápidamente para observar, gire la cabeza y me encontré a mi padre con uno de los típicos gorritos de cumpleaños de cartón.
Él se estiro sobre mí para prender la vela y comenzó a tararear el feliz cumpleaños, seguido del canto de su esposa y su hijo más pequeño.
Cuando termino la canción, me dio un beso en la cabeza.
―Feliz cumpleaños, cariño.
―¡Pide un deseo! ―grito Jack mientras aplaudía emocionado.
No pude evitar sonreír, antes de soplar la vela.
Los cuatro aplaudimos juntos.
―Es para ti. ―el pequeño me extendió el dibujo en el que había estado trabajando.
