El nombre de Saya Wolff resuena noche y día en todos los canales de noticia, y no para de ser tendencia en las redes sociales.
La hija del expiloto austriaco de automovilismo y actual director ejecutivo de Mercedes-Benz, Toto Wolff, no hace más que...
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28 de mayo; Gran Premio de Mónaco.
—¿Por qué estás sonriendo más de lo normal? —interrogó Lewis con preocupación, mientras ponía el torso de su mano en mi frente para chequear mi temperatura. —Mierda, ¿Necesitas un médico?
Quise interrumpir su broma, pero continúo soltando idioteces.
—¿Una ambulancia? —insistió. —Puede que seas alérgica al aire de Mónaco.
Me quedé mirándolo en silencio y el volvió a abrir la boca.
—¿Terminaste? —lo interrumpí antes de que pudiera hacerlo.
Ni con las miles de bromas de Lewis mi humor podría cambiar en estos momentos.
Honestamente, me sentía radiante, algo que no pasaba frecuentemente.
—Solo estoy preocupado por ti, traviesa Wolff.
La puerta de la oficina se abrió, y dejó ver a George con su habitual traje de carreras negro.
—¿Qué sucede? —pregunta con las cejas fruncidas.
Lewis me acerca a él en un fuerte e inevitable abrazo.
—Creo que Saya atrapó algún tipo de virus por el aire de Mónaco. —apretó más fuerte, dificultando que pueda respirar. —¡Mírala! —exclamo con exageración. —Sé la ve tan... ¿Feliz?
—Joder, Lew. —me empujé fuera de sus brazos, tropezando en dirección a George, quien me sostuvo por los hombros para que no cayera. —Si sigues actuando así consideraré ponerte una perimetral.
El británico detrás de mí, me giro para quedar frente a frente.
—Tienes razón compañero, hay algo extraño aquí. —le hablo a Lewis, mientras tomaba mis mejillas y las aplastaba. —¿Dónde está mi Saya?
Rodeé los ojos y quité sus manos de mi cara.
—Si serán pesados. —tome unos papeles que me había pedido mi padre. —Considerare unirme a otra escudería para la próxima temporada.
Los ojos de George se iluminaron.
—¿Piensas quedarte otra temporada?
Si la Saya de principios de año tan solo hubiera escuchado esa pregunta se estaría tirando debajo de alguno de los coches.
Pero en estos momentos, era una opción y lo estaba considerando.
No era un mal trabajo, estaba cerca de mi familia todo el tiempo y cerca de los autos, ¿Debería considerar unirme de una forma más permanente?
Cuando estaba por contestar, mi padre entró dando grandes zancadas.
