El nombre de Saya Wolff resuena noche y día en todos los canales de noticia, y no para de ser tendencia en las redes sociales.
La hija del expiloto austriaco de automovilismo y actual director ejecutivo de Mercedes-Benz, Toto Wolff, no hace más que...
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Pov- Charles Leclerc.
Había carreras que quedaban para el olvido y otras que era preferible olvidar, Brasil había sido una de esas últimas.
Fue una carrera llena de errores y estrategias inadecuadas, mi conducción tampoco fue la mejor, así que tuvimos que conformarnos con entrar en la zona de puntos, y lo logramos por apenas milésimas.
Esto era malo.
Solo nos quedaban dos grandes premios y nada estaba definido aún.
Estaba siendo un año muy competitivo entre Ferrari y Mercedes, y lo más probable es que el mundial se defina en la última carrera.
Por eso no podemos ni debemos darnos el lujo de quedar tan abajo en la tabla estas últimas carreras, ahora Mercedes y Russell tienen unos puntos de ventaja sobre nosotros.
Salí del coche, dejando escapar un largo y audible bufido de molestia.
Uno de los ingenieros me ayudo y luego me dio unas palmadas de aliento en la espalda. Pero estaba tan decepcionado que en estos momentos nada podría darme esperanzas.
O tal vez si había algo...
Cuando termine de ducharme y dejar toda mi frustración allí, me cambie y tome mi celular que había estado vibrando sin parar sobre la mesa.
Saya: si por fin has terminado la carrera, te espero en el hotel
Saya: perdedor :)
Aunque se estuviera burlando de mí, no podía evitar sonreír al leer sus mensajes.
No voy a mentir, tome mis cosas en menos de dos segundos y me largue sin saludar a nadie.
Cuando pase la recepción del hotel, subí las escaleras demasiado ansioso como para esperar el ascensor y busque su habitación.
Abrí la puerta, sin tocar antes y me encontré con Saya de espaldas, se estaba terminado de poner una bata blanca, pero al escuchar la puerta detuvo su movimiento y la bata quedo a la altura de su cintura.
Recién salía de bañarse, su pelo mojado provocaba que algunas gotas cayeran por su espalda semidesnuda.
Sentí como la piel de mi nuca se erizaba.
―Sabes, la novia de Carlos lo abraza o lo consuela cuando falla. ―hable en voz baja, con tono casi acusador mientras cerraba la puerta detrás de mí.
―Me alegro por Carlos. ―canturreo.
―Deberías consolarme no burlarte de mí y de mis desgracias. ―mi voz salió ronca y más profunda de lo normal.
Ella no se giró, continuo dándome la espalda.
―Oh pero es más divertido así. ―se acarició la espalda, con movimientos lentos. ―Aparte, si tu pierdes y nosotros ganamos, con suerte me aumentaran el sueldo.
