El nombre de Saya Wolff resuena noche y día en todos los canales de noticia, y no para de ser tendencia en las redes sociales.
La hija del expiloto austriaco de automovilismo y actual director ejecutivo de Mercedes-Benz, Toto Wolff, no hace más que...
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29 de octubre; Gran Premio de México.
―Debemos dejar de actuar como dos adolescentes hormonales, un día nos descubrirían... ―murmure entre besos. ―Charles, tenemos que tener cuidado.
El piloto emitió un tarareo de acuerdo y continuó paseando sus manos por mi cuerpo.
Los dos estábamos parados en el pequeño garaje de Ferrari donde se guardaban los neumáticos, con la espalda contra la pared.
Sonreí.
―Hablo en serio. ―me reí, sosteniendo su mejilla, para evitar que me besara de nuevo.
―Sí lo sé, pero nadie nos va a ver aquí. ―sonrió el monegasco, inclinándose de nuevo para besarme el cuello esta vez.
Automáticamente incline la cabeza para darle más espacio.
Mi mano, que antes descansaba en su hombro, se movió hacia arriba para agarrar el cabello corto en la parte posterior de su cuello.
Charles mordió lentamente mi piel, haciéndome retorcer y empujarme más cerca de él. Un pequeño gemido salió de mis labios al sentir su cálido aliento en mi cuello desnudo.
―Shhhh. ―susurró riéndose, sosteniendo su dedo frente a mis labios, cuando de repente la puerta se abrió.
La mirada en mis ojos rápidamente pasó del placer al miedo.
Charles giró su mano, de modo que su palma ahora estaba presionada contra mi boca, evitando que dejara escapar ningún sonido.
Sentí que mi respiración se hacía más pesada.
Cientos de pensamientos cruzaban mi mente a la vez, hasta que sentí las manos de Charles debajo de mi falda, peligrosamente cerca.
―¿Qué estás haciendo? ―pregunte, pero sonaba tan ahogada que ni siquiera yo misma pude entender lo que acababa de decir.
―Shhh, mon amour, ne parle pas.―no hables.
Susurro en mi oído, lamiendo el lugar debajo de él.
Gemí silenciosamente en su mano, mientras uno de sus dedos acariciaba mi cintura intentando conducirlo más abajo.
Me maldije por usar falda. Sí, esta era obviamente la intención detrás de esto, pero no planeaba que fuera con alguien caminando por los alrededores.
―Si humide pour moi.―tan húmeda para mí.
Gimió, deslizando su dedo a través de mi ropa interior.
―Charles. ―trate de decir, pero su mano en mi boca solo hizo que sonara como un gemido desesperado.
―Shh espera un minuto. ―murmuro, tirando de la piel de mi cuello y dejando una pequeña mancha morada en su lugar. ―No puedo darte lo que quieres cuando hay gente alrededor.
