El nombre de Saya Wolff resuena noche y día en todos los canales de noticia, y no para de ser tendencia en las redes sociales.
La hija del expiloto austriaco de automovilismo y actual director ejecutivo de Mercedes-Benz, Toto Wolff, no hace más que...
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3 deseptiembre; Gran Premio de Italia.
Cuando llegamos al circuito de Monza, Charles y yo decidimos tomar caminos separados, si Toto aun no podía asimilar nuestra reciente relación menos lo harían los fanáticos y los medios.
Todo a su debido tiempo.
Puedo esperar...
Al llegar a nuestro garaje mi padre ya estaba ahí, concentrado en alguna tarea frente a los monitores y con los auriculares puestos.
George me vio llegar y una sonrisa apareció en su rostro.
―Italia te sienta bien, amor mío. ―alago, dándome un cariñoso saludo.
Le devolví la sonrisa.
―A ti también por lo que pude ver. ―respondí. ―Pole position, nada mal Georgie.
Hizo una reverencia exagerada entre risas.
―Gracias, gracias. ―agradeció con demasiada felicidad. ―Me siento con suerte este fin de semana.
Ojala pudiera decir lo mismo de Charles, quien clasifico décimo por un fallo en su auto. Por lo que estuve leyendo y escuchando en el paddock, nadie creía que este fuera un buen fin de semana para él, quizás consiguiera algunos puntos.
Pero nadie creía que pudiera alcanzar el podio este día.
Lo que hacía sentir el ambiente un poco deprimente, porque estábamos en Monza, el hogar de la escudería roja. Todos querían ver a los pilotos de Ferrari en el podio, pero cuando notaron esos fallos en el auto, desapareció un poco la esperanza.
Todas las personas en el garaje se pusieron manos a la obra, desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos.
Yo iba a hacer lo mismo, hasta que un cuerpo vestido totalmente de rojo apareció frente a mí, tomándome por sorpresa.
―Charles, ¿Qué haces aquí? ―pregunte mirando hacia todos lados, esperando que nadie nos estuviera prestando atención.
―Vine en busca de mi beso para la buena suerte. ―se acercó más. ―Estoy pensando en convertirlo en uno de mis rituales antes de cada carrera...
―Nos pueden ver...
―Nadie nos está prestando atención...
Queriendo confirmar lo que había dicho, mire hacia ambos lados, notando que nadie nos miraba.
Volví mis ojos hacia el piloto monegasco, quien me sonreía con diversión.
Y tomándolo desde el traje lo acerque hacia mis labios, robándole un rápido beso.
―Buena suerte hoy, amor. ―susurre.
Charles sonrió con las pupilas totalmente dilatadas.
―Gracias, mon amour. ―susurra, poniéndome los auriculares correctamente en su lugar.
