Capítulo 9

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31 DE ENERO DE 2040

ORDEN MUNDIAL

HONG KONG

Sin una pizca de respeto, abrí la puerta. Lo primero que me topé fue con Camila sobre el sofá con una camisa blanca muy grande a su talla. Ella me miró asustada y de inmediato me fulmino.

-¿No tienes habitación acaso?

-¿Y tú no tienes educación?

Entré por completo a la habitación. Ella seguía mirándome mal, me importa poco y caminé hasta la habitación de Dinah. Estaba todo muy callado y estábamos llegando tarde a la reunión con mi padre.

Intenté abrir la puerta, pero estaba con cerradura. Me molesté y golpeé con fuerza la puerta.

-¿Qué mierda te pasa, Lauren?

-Estamos llegando tarde, más te vale salir en dos minutos.

La escuché insultarme. Con poco humor caminé hasta la cocina y me serví un poco del café que había hecho. No le puse azúcar y tampoco medí el calor. Solo tome un sorbo.

-¿Quién hizo esta porquería de café?

-De querer uno bueno, debes ir a Starbucks.

-Con razón, lo hiciste tú.

Ella había entrado a la habitación solo con la camisa puesta. Fue un pecado no haberle visto sus piernas morenas y torneadas. Tragué grueso al reconocer que era muy bonita para ser menor. Había conocía a pocas con tan buen cuerpo como el suyo.

Se puso a mi lado y sirvió un poco de café para ella. Pude sentir su fragancia y tuve que tomar otra respiración profunda para capturar un poco más. Olía muy bien, no podía describirle.

-Muy bien, vámonos.

-¿A dónde irán?

Miré a Dinah. Fruncí el ceño, estaba forrada de arriba a abajo con abrigos.

-¿Qué mierda...?

-Iremos a una reunión de rutina, ¿quieres algo?

La desquiciada negó lentamente, tomando un sorbo de café. Antes de salir volví a mirar sus piernas y por primera vez desee que una mujer me ahorcara con sus piernas.

Ok, eso sonó mal.

Deseaba que me apretara mientras me la follaba duro.

-Debes ponerte unos pantalones. No querrás que alguien se aproveche de ti, ¿o sí?

Su mirada me dijo que me odiaba aún más. Sonreí angelicalmente y salí detrás de Dinah.

Cuatro horas más tardes estaba mi padre dando por terminada la reunión habitual. En todos se decía lo mismo, según los generales sus países seguían en paz con los demás y todos sus habitantes vivían muy bien. Claramente era mentira, pero siendo solo la heredera no podía hacer mucho. Deseaba ser la monarca para así poder ayudar un poco más y marcar una diferencia.

-¿Cuándo nos iremos?

Estábamos los tres en el mismo auto. Mi padre desvío su atención de la ventana hasta mí. Dinah seguía muy entretenida escribiendo en su celular. Seguramente con su prometida.

-Pasaremos una semana aquí. No debes asistir a las reuniones si quieres, pero tampoco hagas muchos desastres, ¿sí?

-¿Cuándo los hago, padre?

Dinah rió a mi lado, claramente divertida con mi respuesta.

-No me hagas recordarlos, Lauren. Nada de meterte con las hijas de los generales, por favor.

MonógamaWhere stories live. Discover now