Capítulo 10

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1 DE FEBRERO DE 2040

ORDEN MUNDIAL

HONG KONG

Hacía poco que había despertado. Miraba por el balcón que proporcionaba la habitación. Esta noche había decidido dormir en el mismo lugar que las otras chicas.

-¿Saldremos hoy, Lauren?

De mala gana me giré para mirar a Dinah muy bien despierta. Negué y volví a mirar por el balcón.

-Camila y yo queremos salir.

-Háganlo, pues.

-Queremos que nos acompañes.

-Yo no quiero...

La voz de la desquiciada se había escuchado muy baja, pero la escuché. Sonreí para mis adentros.

-Venga, vayamos a ver otra película de terror.

Su mirada fue de hielo. A veces me preguntaba como un cuerpo tan pequeño podía resguardar tanto rencor. ¡Ella solo se lo buscaba!

-Nos vemos en quince minutos en el lobby.

Tomé mis pocas pertenencias y salí de su habitación con dirección a la mía, unos niveles más alto. Me duché, cepille mis dientes y decidí mi atuendo del día. Decidí comprar algo de café en Starbucks porque no pensaba volver a tomar un café de la desquiciada. Por último, me puse perfume y salí de la habitación. En tiempo récord estaba en el lobby y las otras aún no habían aparecido.

Frustrada tomé el celular para tomar el celular, pero el elevador sonó haciendo que me girará para ver si las chicas habían bajado. En efecto, lo habían hecho. Sentí mi garganta secarse al ver a la desquiciada bajar a la par de Dinah. La recorrí con la mirada, estaba deslumbrante, opacar a Dinah antes mis ojos era digno de asombro. ¿De dónde habría sacado ese vestido? Le compraría cien más si así podría deleitarme. Su vestido era blanco, corto y llevaba unas zapatillas clásicas blancas. Tuve que tragar grueso para salir del embrujo de su belleza.

Dinah tenía un signo de interrogación en su rostro al verme inmóvil con el celular en el oído. Mierda, ¿como debía actuar?

-¿Quién se murió?

Ese fue su saludo. Aclaré mi garganta y guarde el celular.

-Nadie, por ahora.

Sonreí intentando parecer normal, pero aún así no podía despegar la mirada de la desquiciada. Pensándolo bien, no eran tan desquiciada como lo creía. Debajo de nuestro frío saludo de conocernos, era muy buena chica. Aún así, recordaba su grito de pánico, casi me hizo sangrar los tímpanos.

-¿Nos vamos?

Parpadeé varias veces y miré a Dinah. Asentí un poco desconcertada conmigo misma, ¿qué me pasaba? Las seguí de cerca. Solo me quedé de última para poder ver la espalda de la desquiciada. Que buena reposader...

-¿Tienes auto?

Levanté la cabeza tan rápido como pude. Casi me toman con los ojos dónde no debía. Por suerte, solo Dinah se había girado. Me estaba mirando aún confusa.

-Sí, Michael me informó que mandaría uno para mí. Debe estar guardado.

Me adelanté para hablar con el seguridad.

-Sí, Sra. Jauregui, en un momento se lo traemos.

Esperamos solo tres minutos y un Tesla estaba frente a nosotras. Abrí la puerta para Dinah, como siempre que podía y la desquiciada aprovecho para meterse igualmente. No dije nada y cerré la puerta cuando ambas estaban preparadas. Subí y arranqué a la avenida principal.

MonógamaWhere stories live. Discover now