Capítulo 26

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27 DE FEBRERO DE 2040

ORDEN MUNDIAL

VANCOUVER, CANADÁ

La luz mañanera impactaba contra mi rostro. Me maldecí a mí misma por no haber cerrado correctamente las cortinas ayer por la noche.

Me removí hacia el lado contrario dando de lleno con el cuerpo de Camila acurrucado contra el mío. Una sonrisa instantánea se instalo en mi rostro. Estaba sumergida en un sueño profundo totalmente cubierta por la sábana.

Nos acomodé hasta el punto de poder abrazarla mucho mejor sin que el sol estuviera en mi rostro, ni en el suyo. Volví a caer dormida.

-Lau...

Gruñí por lo bajo dando a entender que estaba despierta, aún cuando no lo estaba del todo.

-Tengo hambre.

-Camz...

Abrí solo un ojo para ver a Camila sentada en forma de ritual cerca de mí, sobre la cama. Ella tenía una sonrisa simple en su rostro, notando que había logrado despertarme.

-La alacena está llena.

Le hice saber, pero ella negó lentamente con la cabeza.

-Starbucks. Quiero Starbucks.

¿Me había despertado solo por un Starbucks? Pudo haber llamado a Dinah para eso. Solo quería dormir un poco más.

-Puedes llamar a Dinah.

-Pero, quiero que vayamos juntas.

Suspiré y volví a cerrar los ojos.

-Eso no es justo.

Me quejé por lo bajo.

Escuche una risita de su parte y como se movía sobre la cama, pronto sentí su peso sobre el mío. Había inclinado su pecho sobre mi espalda descubierta. Podía sentir con claridad la tela de su camiseta.

Beso mi mejillas y hizo un camino hasta mi oído. Sonreí y dejé que hiciese conmigo lo que quisiera.

-¿Quieres que te convenza?

-Quiero ver como lo harás.

Se alejó de mí, intenté abrir mis ojos, pero sentí la tela de su camiseta sobre mis ojos. Fruncí el ceño y quise quejarme, pero me calló con su mano.

-Gírate y haz silencio.

Obedecí dejando mi cuerpo boca arriba. No sabía que deseaba hacer, pero ahora me generaba mucha curiosidad. Pensé que estaría sumamente complacida después de una noche tan larga como la anterior.

Quitó la sábana sobre todo mi cuerpo y estaba completamente segura que mi miembro estaba totalmente erguido como todas las mañanas. Ahora, debía estarlo el doble.

-Eres una pervertida, Jauregui.

-¿Cómo quieres que me controle sintiendo su trasero contra mí? Entiéndeme.

-Dije que guardarás silencio.

Gruñí. Extendí mis manos hasta intentar dar con ella, lo logré tocando su muslo.

-Quiero complacerte, Lauren.

-Lo haces.

-Shhh, déjame hablar.

Asentí.

-Quiero complacerte de todas las maneras posibles. Entonces, necesitas enseñarme.

Sonreí. Estaba logrando entender por dónde iban las cosas.

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