Capítulo XI

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Cuando me desperté la mañana del lunes, no estaba seguro de cómo serían las cosas cuando viera a Hyunjin en clase.

Él limpió la casa mientras yo seguía durmiendo, y no lo había visto desde que estuve con Yeji el domingo, lo cual consistió en ver como ella y Soobin se besaban vorazmente. Supuse que esa llamada telefónica había ido bien.

Pasar tiempo con él, la noche del sábado no había cambiado nada entre Hyunjin y yo. Al menos, eso era lo que me decía a mí mismo. Era sólo un buen momento en una larga cadena de momentos malos. Y yo tenía cosas más grandes e importantes en las que pensar. Como la cita con Wooyoung después de la escuela.

Pero mis pensamientos se desviaron de nuevo a Hyunjin, y un profundo aleteo comenzó en mi estómago cuando pensé en nosotros, uno al lado del otro, en el sofá.

El calor hormigueó en mi cuello, mientras que Chae me hablaba de un libro de romance que leía. Mantuve mis ojos fijos en ella, pero era más que consciente del hecho de que Hyunjin se encontraba allí.

Tomó asiento detrás de mí. Un segundo más tarde, algo que curiosamente había extrañado terriblemente, sucedió. Hyunjin me pinchó en la espalda con su pluma.

Las cejas de Chenle se arquearon, pero sabiamente no dijo nada, mientras me giraba. —¿Sí?

Su sonrisa era algo muy familiar. —¿Calcetines de renos hoy?

—No. Lunares.

—¿De manoplas?

—Regulares —le dije, luchando contra una estúpida sonrisa.

—No estoy seguro de cómo sentirme acerca de eso. —Golpeó su pluma en el borde del escritorio—. Los calcetines regulares parecen tan aburridos después de ver los de renos.

Chenle se aclaró la garganta. —¿Calcetines de renos?

—Tiene calcetines con dibujos de renos, y son como una especie de guantes para los dedos de los pies —explicó.

—Oh, tengo un par así —dijo Chae, sonriendo—. Pero los míos tienen rayas. Los amo durante el invierno.

Le di a Hyunjin una mirada de suficiencia. Mis calcetines eran geniales.

—¿Soy la única persona que se pregunta cómo viste sus calcetines? —preguntó Chenle.

Chae le dio un puñetazo en el brazo.

—Vivimos uno al lado del otro —le recordó—. Veo un montón de cosas.

Negué con la cabeza, frenéticamente. —No, no lo hace. No ve nada.

—Estas rojo —dijo, señalando mis mejillas con la tapa azul de su pluma.

—Cállate. —Lo fulminé con la mirada, luchando contra otra sonrisa.

—De todos modos, ¿qué haces esta noche?

Las mariposas me llenaron el estómago. Me encogí de hombros. — Tengo planes.

Frunció el ceño. —¿Qué tipo de planes...?

—Sólo planes. —Me di la vuelta rápidamente, concentrando mi atención en la pizarra.

Sabía que la mirada de Hyunjin se había fijado en la parte posterior de mi cabeza, pero, en general, me sentía bastante bien sobre las cosas. Un progreso definitivo se había hecho en lo que a Hyunjin respectaba. Nos pasábamos horas juntos sin matarnos el uno al otro, o perdernos en la lujuria. Mi nuevo ordenador portátil era divino. Seonghwa no se encontraba en clase para culparme de patear su trasero o decirle a la gente que me había visto hacer algo sobrenatural con las ventanas. Y tenía una cita esa noche.

Onyx² [HYUNLIX]Where stories live. Discover now