EXTRA II: NO DEBERÍA ESTAR AQUÍ (Obsidian)

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Lix parecía increíblemente pequeño y delicado en mis brazos, su peso era tan liviano que lo acerqué más a mí.

Extrañamente, su cabeza encajaba perfectamente contra mi hombro. Como si sólo la hubiese puesto allí y se hubiese quedado dormido en vez de desmayarse.

No podía creer que se hubiese desmayado.

Toda la cosa de desmayarse funcionó en una forma muy retorcida. Lo más probable era que no tendría que inventar ninguna excusa loca de por qué parecía que mis dedos hubiesen disparado rayos de luz que causaron que el oso se asustara y saliera corriendo.

En el cielo, gruesas nubes oscuras comenzaban a agruparse. Pronto vendría una tormenta—una consecuencia común luego de tanto poder sobrecargado. Algo sobre los campos eléctricos afectando el clima y bla bla bla...

Llegamos de nuevo a su casa, examiné alrededor con mi mirada, intentado encontrar un lugar donde dejarlo, pero ésta vez me detuve.

¿Qué pensaría si se despertaba aquí solo? ¿Por qué demonios me importaba?

—Maldición —murmuré.

Busqué frenéticamente por el pórtico como si allí tuviesen todas las respuestas, rodé los ojos y me senté, colocándolo a mi lado. Mantuve mi brazo alrededor, porque conociendo mi suerte, se podría deslizar fuera del columpio y partirse la cabeza en dos. Y entonces Yeji me mataría.

Recosté la cabeza y cerré los ojos. ¿Por qué había venido para acá hoy? Había conseguido mis llaves y le había dicho a Yeji lo que pensaba de sus estúpidos puntos extras.

¿Aburrimiento? Si ese fuera el caso, hubiese visto el capítulo de Ghost Investigator que había grabado. Ni siquiera había considerado lo que estaba haciendo hasta que me encontré tocando su puerta, y ya era demasiado tarde para pensarlo.

Era un completo idiota.

Lix murmuró algo y se acurrucó más, presionando su mejilla contra mi pecho. Él se encontraba amoldado a todo el lado derecho de mi cuerpo: muslo contra muslo. Su mano se curvó contra mi cadera y comencé a contar desde cien al revés. Cuando llegué a setenta, me encontré a mí mismo mirándolo—a sus labios

De verdad tenía que dejar de mirar fijamente sus labios.

Su ceja se arrugó, con sus párpados moviéndose cerrados, como si estuviera soñando. Una ridícula parte de mí respondió a eso—al momento en que la angustia pellizcó su rostro, tensando su cuerpo.

Mi pulgar comenzó a moverse sobre su espalda baja, trazando círculos disparejos. Los segundos pasaron, y logró calmarse, su respiración era profunda y uniforme.

¿Por cuanto tiempo dormiría? Una parte de mí no le molestaba para nada quedarse sentado aquí por horas. Había algo tranquilizador en sostenerlo, pero también era lo absolutamente opuesto, ya que cada parte de mi cuerpo era consiente de cómo encajaba a mi lado, de dónde se encontraba su mano, de la subida y bajada de su pecho.

Esto era pacífico y a la vez una tortura.

¿Entonces porqué no simplemente quedarme sentado aquí?

Un tiempo más tarde, luego de lo que se sintió como una eternidad y no el tiempo suficiente a la vez, sentí como Lix se despertaba. Fue un proceso lento que comenzó con sus músculos tensándose, relajándose, y luego tensándose de nuevo cuando se dio cuenta de que... de en quién se encontraba recostado.

Mi mano se tensó, pero no la moví. No era cómo si ahora fuese a caerse de cabeza, pero yo... simplemente no lo hice, y no estuve completamente seguro con eso. Tensé la mandíbula.

Onyx² [HYUNLIX]Where stories live. Discover now