Capítulo 24 ✔️

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POV KIARA WALTON

Llegamos al departamento y cada uno se encerró en su habitación, no quería pensar más en Bastián, era claro que él nunca dejaría de ser quien es, un mujeriego. Me molestaba que me hiciera ver como la cornuda del año, quería regresarle el mismo mal que me estaba haciendo desde que lo conocí.

Me fui a la cama, tenía que dormir, ya que mañana debo seguir leyendo el expediente de doscientas mil hojas que Bastián me entregó, el cual sospechaba que era parte de su venganza, por lo que le hice a su guardarropa, y aun así no me arrepentía de lo que le hice, se lo tenía merecido por puto.

***

Llegué al trabajo, Bastián me entregó mi auto, así que pude venir en paz a la firma.

—Buen día señora Davis, la señorita Nora la espera en su oficina— me informó Fannie antes de que intentara entrar a la oficina de la bestia.

Asentí; dirigí mis pies a la oficina de Nora sin ni siquiera entrar a la de Bastián.

Toqué algunas veces hasta escuchar la voz de Nora diciendo adelante. Abrí la puerta encontrando a Nora en su escritorio mirándome fijo en primer plano, su mirada me abrumaba.

—¿Quieres vengarte de Bastián? — soltó ella de manera sorpresiva.

—¿Cómo? — respondí sin entender.

—¿Qué fue eso que hiciste anoche? — indagó ella.

Sé que quizás fue demasiado el drama que le monté a Bastián en casa de sus padres, pero no iba a permitir que él me hiciera esto.

—Siéntate debemos hablar— ordenó Nora.

Me senté en frente de ella como me lo pidió.

—¿Quieres vengarte de Bastián, Kiara? ¿Quieres que el pagué por lo que te está haciendo? ¿Quieres darle una lección? — preguntó Nora sin titubear en ningunas de sus palabras.

—Sí— respondí débilmente. No tenía por qué ocultar lo evidente.

—Entonces, deja de comportarte como una niña y empieza a comportarte como una mujer. ¿Crees que haciendo berrinches lograrás algo? ¿Crees que rayando su auto y haciendo trizas sus ropas con eso será suficiente? Debes jugar el juego de él, debes jugar en su terreno si realmente quieres vencerlo— indicó Nora.

No entendía por qué me decía estas cosas, si se supone que ella es su amiga.

—¿Por qué debo de creer en ti? Tu eres su amiga— sostuve.

—Porque al igual que tú tengo motivos, conozco a Bastián desde que éramos niños, y necesito que alguien le enseñé que no siempre se puede ganar— declaró ella.

No sé si eso era un motivo valido, sin embargo, ella parecía conocer a Bastián muy bien.

—¿Cómo debo jugar su juego? — indagué.

—Kiara, nena, no te concentres en cómo jugarás su juego, sino en cómo ganarlo, y si te llevas de mi podrás hacerlo.

—¿Y si no?

—¿Y si no? Entonces espero que estés preparada para ser cazada por el lobo— respondió segura.

Me cruce de brazos. Esto puede resultar o muy bien o muy mal...

—Bastián necesita que una mujer le dé una cucharada de su propia medicina, y estoy segura de que la única que puede lograr hacerlo eres tú— expresó ella.

—Pero... ¿Qué debo hacer? — pregunté exasperada.

Nora se puso de pie rodeando su escritorio, colocándose detrás de mí, tocando mis hombros con sus manos.

Su actitud intrigante me ponía nerviosa.

—Debes seducirlo, debes lograr que Bastián Davis te deseé a tal punto de quererte en su cama— susurró en mi oído.

Abrí mi boca ligeramente, volviendo a cerrarla.

<<¿Qué quería decir Nora?>>

—Debes hacer que el Lobo de Minnesota por primera vez sienta celos por una mujer, hacerle ver que te tiene, pero que no le perteneces, debes lograr que Bastián pierda la cabeza por ti— explicó.

—No soy su tipo— manifesté consciente.

—Kiara, querida, ciertamente no eres su tipo, pero harás que él solo quiera, que tú seas su tipo. Debes poner al Lobo a tus pies, debes intentar que Bastián te desee en su cama, pero no puedes entrar en ella, que sienta que por primera vez que pierde el control de las cosas, que no tiene a la mujer que él quiere en sus manos a pesar de que vive bajo su mismo techo, eso va a volverlo loco— comentó Nora en mi oído.

<< ¿Qué ángel diabólico era este que hablaba en mi odio?>>

No sé hasta qué nivel todo esto era cierto, pero si fuera posible ¿Qué lograría yo con ello? ¿Qué lograría con hacer que Bastián se enamore de mí? ¿Acaso Bastián podría enamorar de mí, su pesadilla? ¿Podría yo seducir a mi peor enemigo?

—No puedo hacer esto— dije rápidamente.

—Si puedes y lo harás. Lo harás porque sabes muy bien que él nunca te dejara en paz hasta que le demuestres que no eres una mocosa a la cual puede manejar, jamás te dejara de humillar, de cogerse a sus putas si no haces algo, y no hablo de discusiones y peleas tontas, debes ser más inteligente, debes usar las herramientas que tienes, debes atacarlo por su debilidad— expuso Nora.

—¿Qué lograría yo de todo esto? — inquirí.

—Lograrías "El Lobo de Minnesota" este a tus pies, imagínalo; que Bastián Davis al final tenga que admitir que se equivocó, que se enamoró de su esposa, de esa mujer a la cual llama mocosa.

—No lo sé Nora...— dije sin estar convencida.

—Porque mejor lo piensas un poco y luego me das una respuesta, es algo difícil para ti, lo sé, pero créeme cuando te digo que puedes lograrlo, el mundo en el cual nacimos tú y yo es machista, y más el mundo de los negocios, no es fácil para una mujer destacar en algo en lo cual los hombres se creen buenos. Sé que puedes hacer que Bastián te deseé a tal punto de solo querer estar contigo, su esposa.

Me giré en la silla, mirándola.

—Ahora bien, la pregunta importante es la siguiente ¿Está dispuesta Kiara Walton a jugar en el terreno del Lobo? —preguntó ella.

No dije nada.

Me puse en pie para marcharme a la oficina de la bestia.

Todo esto era muy precipitado, no podía actuar con ligereza, no cuando se trataba de Bastián. Debía pensar muy bien las cosas antes de cometer una locura.

—Kiara, sé que esto es un reto para ti, pero a veces asumir retos conllevan grandes sacrificios, si realmente quieres hacer sufrir a Bastián, deja de hacerle escenas de celos cuando ambas sabemos que no lo quieres, deja de comportarte como una niñata, puedo ayudarte en esto, pero primero necesito saber que estás dispuesta a hacerlo— finalmente dijo Nora volviendo a su escritorio.

—Nos vemos luego, Nora— me despedí saliendo de la oficina.

Nota de la autora:

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