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CAPÍTULO DOS

Saoirse

Diez años después

Adare se encontraba en su máximo apogeo cuando los campeonatos de golf estaban en la vuelta de la esquina. El aeropuerto estaba a más no poder de gente y los hoteles de la zona estaban sin más cupo debido a los jugadores de todo el globo que estaban llegando y los medios y fans que llegaban al mismo tiempo que ellos.

Adare había vuelto a popularizarse después de años de estar en el abandono y todo esto debido a los sucesos de hace unos años atrás en los cuales fueron cobradas varias vidas humanas, entre ellas la de mi madre.

Llevaba instalada nuevamente en el pueblo desde hacía una semana, aunque hoy por fin me mudo, y todo estaba tal y como lo imaginaba, solo que ahora hay nuevos establecimientos y han surgido nuevos negocios desde que me marché en busca de una vida diferente lejos de aquí.

Las casas mantenían su estilo al igual que los hoteles y demás locales, nadie me reconocía debido a que había hecho distintos cambios con mi figura para evitar que un Dunne me encontrara e hiciera conmigo lo mismo que hicieron con mi madre. Han pasado diez años desde ese suceso y no he sido capaz de olvidarlo o de sacarlo de mi mente por completo, la imagen de aquel hombre y de su voz está grabada en mi mente y me atormenta cada noche.

Respiro hondo y abro la puerta de la casa, todo estaba tal y como lo diseñé y aquella decoración me recordaba a mi madre, ella siempre tuvo esa forma única de decorar la casa que lo hacía ver más cómodo y lleno de luz.

—Es bueno volver a casa –digo tocando las paredes de la misma, la reconstrucción fue hecha desde cero después del destrozo que ocasionaron dentro.

Dejo las maletas en la sala y me acerco a la ventana, el mismo lugar en el cual Eoin vió a la lechuza, el mismo lugar en el cual múltiples veces observé a la neblina cubrir Adare y la misma ventana por la cual veía la extraña luz proveniente del mismo punto.

Las cosas eran diferentes pero seguían teniendo el mismo valor y posición al de antes. Solo faltaban ciertas cosas para que la casa se sintiera como un hogar completo y esas cosas son mi madre y mi hermano.

Eoin había vivido un año completo conmigo en la cabaña dentro del bosque pero después del año no resistió y huyó a Limerick para buscar una vida mejor, según él para trabajar y valerse por sí mismo. Lo imité tiempo después, viajé hasta Limerick para estudiar, trabajar y tratar de olvidarme de las desgracias que habían sucedido.

Jamás lloré, no pude y eso es lo que no entiendo del todo debido a que es una sensación sumamente extraña. Todas las personas lloran y que Eoin y yo no podamos hacerlo nos hace diferentes y extraños al resto.

Me siento en el sofá de la sala y enciendo mi teléfono para corroborar que nadie me haya contactado. En mi estancia en Limerick no conocí a nadie más que a mis compañeros de trabajo, esos que se hicieron de odiar y que no me fueron de mucha ayuda en todo lo que tenía por averiguar acerca de mi familia y la familia enemiga.

Adare estaba muy tranquilo, pero a pesar de la tranquilidad se podía sentir la furia de los golfistas en los campos entrenando para ver quién es el más probable a ganar el campeonato este año.

Estaba exhausta, me levanto del sofá y voy hasta la cocina, había mandado a hacer compras con alguien de extrema confianza del pueblo para que entrara a la casa y llenara la alacena con comida y el refrigerador con todo lo necesario.

Siendo precavida ante alguien extraño me encargué también de cambiar el seguro de las puertas para que así la antigua llave no funcione con el nuevo cerrojo.

Adare ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora