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CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

   Saoirse

   El cielo se encontraba despejado, el sol quemaba todo con su resplandor y el calor era insoportable. Habíamos entrado en la temporada más cálida del año y era en la cual el turismo aumentaba por el simple hecho del calor, aún así estaba muerto. Lo cual era raro, yo no soportaba el calor. Estaba en mi posición, la cual era estar sentada en los asientos exteriores de la cafetería sobre la avenida principal del pueblo.

Adare estaba siendo evacuada, pero en el fondo yo sabía que esas personas solo eran un par de hologramas muy bien hechos. Suspiro tomando de la taza esperando a que alguien se comunique conmigo para darme una señal. Nada, el silencio comienza a extenderse y cuando siento que ya he perdido la paciencia de esperar, escucho un ruido en mi oído.

—Hay personas acercándose –dice la voz de Deirdre entrando en mi mente–, debes de estar lista para cualquier ataque repentino. Acuérdate que si necesitas ayuda de alguno de nosotros debes gritar fuerte la palabra clave o solamente llámanos a través de la mente. Cuídate, Saoirse.

Asiento.

Los pasos comienzan a sonar sobre la madera del restaurante trasero y cada vez se hacen más cercanos. Respiro hondo para esperar a quien fuera que estuviera acercándose y, cuando creo ver al señor Duffy aparecer, solo veo a un joven rubio y de ojos color esmeralda acercarse.

Niego.

—Perdón –susurra–. ¿Sabes dónde puedo encontrar la salida del pueblo? Necesito huir lo más rápido de este lugar antes de que me maten.

—Es un Sullivan –habla Ronan a través de mi mente–, se supone que no habían de esos y si los hay no viven en Irlanda. Síguele la corriente y ve si puedes sacarle un poco de información acerca de quién quiere matarlo.

—¿Qué haces en Adare? –Pregunto observándolo con atención–. Todos han sido evacuados y los únicos que quedamos no somos de fiar. ¿Qué te trae hasta aquí?

Niega.

—Necesito huir de aquí, por favor ayúdame a encontrar la salida.

—Es hermano de mi amigo –me manda la señal Cormac–, por favor pregúntale el porqué de su prisa en salir de Adare. No me huele para nada bien su llegada repentina cuando no hay nadie en Adare.

—¿Quién te quiere matar?

—El señor Duffy –contesta viendo hacia todos lados, como si estuviera esperando a alguien o huyendo de alguien–. No me queda mucho tiempo, él sabe en dónde estoy y vendrá a por mí. Por favor ayúdame.

La tierra comienza a moverse como si la bestia estuviera despertando de su sueño. Puedo sentir la vibración del suelo y veo cómo los cristales a lo lejos comienzan a romperse en mil pedazos. El chico comienza a temblar y a sollozar, como si estuviera esperando lo peor de lo peor.

Un trueno resuena en el cielo y de un segundo a otro todo se nubla y la claridad se desaparece dejando poca luz. Los destellos comienzan a caer en diversos puntos del pueblo y uno de ellos impacta justo a dos pasos de donde él se encuentra de pie.

—Me ha encontrado –susurra–, debes huir de Adare antes de que te atrape a ti también.

—Sabía que esto era una maldita trampa –digo poniéndome de pie–. Yo sabía que un chico extraño no podía estar en el pueblo más cuando su familia no debería de estar en Irlanda. Dime, ¿trabajas para el señor Duffy?

Niega.

—Solo estoy bajo su hechizo, debo obedecerlo o puedo morir en tan solo un abrir y cerrar de ojos. No sabes lo que haces, Saoirse, el señor Duffy no parará hasta obtener todo el poder que ustedes tienen. Deben irse ahora o será muy tarde.

Adare ✔️Where stories live. Discover now