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CAPÍTULO TREINTA Y TRES

Saoirse

La luz del día entraba a través de la ventana que se mantenía abierta para que el viento fresco se diera por bienvenido. Un pájaro se posiciona en el umbral de la ventana y canta. Sonrío y bailo con la melodía de su canto como si me creyera en un cuento de hadas sacado de Disney. La puerta se abre y por ella entra una chica, la misma que ha estado visitándome por varios días.

La veo y sonrío abriendo mis brazos para recibirla. Dejo un beso en su frente y luego uno en sus labios. Esos labios sabían tan bien que me estaba volviendo loca a su sabor. Ella deja una bolsa sobre la mesa y puedo oler la comida china que sale de ella.

Respiro hondo.

Siento un dolor punzante en mi estómago pero lo ignoro para no alertarla. No, no me sé su nombre de memoria porque cada vez que intento recordarlo es como si nunca me lo hubiese dicho y por más que trate de preguntárselo la respuesta no llega.

—Gracias por la comida –digo sosteniendo un mechón de su cabello entre mis dedos–. Supongo que supusiste que era de mi favorita porque estoy que me devoro todo.

Ella ríe.

—No hay de qué. Creo que casi todo el mundo ama la comida china y por eso quise traer un poco de eso. Ya sabes, para ser amable y así entrar en un poco más de confianza.

Asiento.

—¿Entrar en confianza? Después de la segunda vez que te vi ya estabas aquí sentada conmigo en la sala bebiendo vino y riéndonos de los programas más horribles de televisión. ¿Qué acaso eso no es confianza? Porque yo creo que si lo es.

Ella asiente y toma una copa de vidrio del estante y se sirve un poco de vino en ella y lo bebe.

—Supongo que si, aún así quiero que te sientas más cómoda conmigo para no tratar de huir.

—¿Tratar de huir? –Pregunto quitándole la copa de vino de su mano y me lo llevo a mi boca–. No piensas huir de mí, ¿o si? Me vería en una situación muy triste si eso llegase a pasar, estás en mi mente día y noche, hermosa chica.

Ella ríe de manera nerviosa.

—No pasará, aún.

—¿Aún?

Ríe.

—Claro, no me iré pronto de esta casa porque estoy más que obsesionada con algo en específico –contesta acercándose a mí, sus manos se deslizan por mi espalda y se detienen antes de llegar a mi trasero–. Creo que ya sabes a qué me refiero, ¿no es así?

Suspiro.

—Creo que ya lo he adivinado.

—¿Algo más que quieras hacer el día de hoy? No tengo muchos planes más que estar encerrada, siento que Adare está tan solo que solo yo me encuentro en el pueblo. Estos últimos días he estado teniendo la misma sensación y se siente horrible, como si todo se tratara de un simple sueño y no fuera capaz de salir de él.

Vuelvo a sentir que mi estómago duele y esta vez no puedo fingir mi rostro de dolor. Ella me observa y sonríe de lado.

—¿Está todo bien?

Asiento.

—Si, solo son unos dolores punzantes que he estado teniendo desde hace poco, solo duran unos segundos por lo tanto casi siempre los ignoro.

—¿Estás segura de eso? No parecen ser inofensivos, tal vez tengas algo y aún no lo sepas.

Niego.

—No hay de que preocuparse, todo estará bien. Solo quiero que esta mierda acabe y pueda regresar a la normalidad. Siento que estoy muerta en vida y nadie me dice la verdad.

—¿Por qué crees que estás muerta en vida? No hay razones para pensarlo, no deberías de pensar en esas cosas o te volverás loca estando aquí.

Niego.

—¿Qué no es obvio? Siento que Adare está desolado y que yo soy la única habitante aquí, ¿has visto a otra persona además de nosotros dos?

Niega.

—No he visto a nadie por aquí desde que llegué hace una semana. Dime Saoirse, ¿qué sucedió con los demás? Dudo mucho que seamos las únicas dos en Adare.

—¿Piensas que yo sé que le sucedió a los demás? –Asiente–. ¿Por qué crees eso? He estado en mi habitación todos los días y nunca salgo, no he tenido contacto con ninguna persona desde hace mucho tiempo atrás.

—¿Qué hay de tu hermano?

Niego.

—¿Cómo sabes de él? Yo no te conté de él.

Me señala una foto que cuelga en la pared de la entrada.

—Bueno, creo que esa foto de ahí me lo dijo, solo lo deduje pero creo que si tienes uno. ¿Qué sucedió, Saoirse? ¿Por qué no me quieres contar que ha pasado? Sé que tú lo sabes pero no quieres decírmelo. ¿Qué acaso no confías en mí?

Niego.

Siento un dolor en mi cabeza, de esos que se sienten como si algo pesado estuviera impactando una y otra vez sobre el cuerpo. Mi piel se eriza con tan solo volver a sentir su tacto sobre mi piel y sus labios tan cerca de los míos. Mi estómago vuelve a embestirme con un dolor aún más fuerte que el anterior y ahogo mi grito de dolor.

Su respiración golpea sobre mi frente y su mano libre me toma por la cintura para acercarme hasta ella.

—¿Qué les hiciste?

—¿Qué hice? –Pregunto sin entender nada de lo que sale de su boca–. ¿Crees que yo les he hecho algo? ¿Qué acaso no entendiste que no sé nada de ellos y de todos en Adare?

—No mientas –susurra y sus labios rozan mi cuello–, no deberías de mentirme cuando sé más que tú. Ni pienses en fingir demencia cuando no tienes nada de malo en tu cuerpo o mente. Eres consciente de lo que sucedió y de lo que has hecho, ahora quiero que me cuentes la verdad.

—¿Qué quieres saber?

Ella sonríe de lado, su mano se desliza por mi blusa y sus labios chocan contra mi cuello dejando besos en toda el área. Cierro mis ojos.

¡Mierda!

Mi cabeza duele y siento que en cualquier momento podría explotarme. Mi estómago vuelve a embestirme con el dolor y esta vez me quejo, aún así ella sigue devorando mi cuello con besos y pequeñas mordidas.

—¿Qué quieres saber? –Pregunto perdiendo la paciencia–. Ya dime qué quieres de mí y luego lárgate de aquí.

Ríe.

—¿Qué buscas en Adare? Quiero la verdad de todo.

—¿Buscar? ¿Por qué crees que estoy buscando algo aquí en Adare? Es el pueblo en el cual nací y en el cual vi como mataron a mi madre.

—¿Matar? –Se ríe en mi cara–. Cariño, tu madre no está muerta y tu padre es mi hermano.

—¿Hermano? ¿Quién eres?

—No has respondido a mi pregunta.

Suspiro.

—Solo quiero la verdad detrás del asesinato de mi madre y salir de Adare viva. Y si el asesino se me atraviesa que no piense que lo recibiré con los brazos abiertos porque lo mataré.

Asiente.

—Nos veremos pronto, saluda a mis hermanitos Ronan y Deirdre cuando despiertes.

Abro los ojos.

—¡Saoirse! ¡Dios! –Escucho a un hombre gritar–. ¡Chicos, ha despertado!

Adare ✔️Where stories live. Discover now