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CAPÍTULO TREINTA Y DOS

Deirdre

Tiempo después

Silencio.

La habitación que resguardaba los cuerpos de los chicos se mantenía en completo silencio, algunos ya habían despertado pero otros no daban una sola señal de querer volver a la vida. A pesar de haber pasado unas cuantas semanas desde que el destello les cayó encima, han tardado en recuperarse más de lo que deberían.

Ronan entra a la oficina en la que me encuentro, en la cual los observamos a través de las cámaras que hay en la habitación. Eoin, Cian y Cormac ya estaban despiertos y se encontraban en un área diferente siendo tratados. Aún así estaban llenos de rasguños que estaban sanando.

Nuestra preocupación es Saoirse, quien tiene un pulso débil y su respiración es muy lenta a comparación de los otros. El golpe en la cabeza la ha dejado en un estado de inconsciencia que creemos que puede quedarse así durante mucho tiempo más. La preocupación es que quede en coma por el resto de su vida, siendo esto una tragedia que provocaría un disgusto para sus padres y el señor Duffy.

Suspiro.

—Sigue sin dar una maldita señal de querer volver –digo y Ronan bebe un sorbo de su taza–. Estoy perdiendo la paciencia y no me está gustando para nada. Además no puedo creer que Caín siendo el más fuerte de todos siga durmiendo como bebé. ¿Qué acaso no comprenden que los necesitamos despiertos para acabar con toda esta mierda?

Ronan se encoge de hombros.

—Debemos de darle más tiempo, al ser la única que no ha obtenido un poder por no tener la edad es la que más tardará en despertar.

—¿Y que hay de los otros? –Pregunto–. Caín tiene mucho poder al ser una mezcla de dos familias al igual que su hermana y ninguno de los dos ha dado una señal de querer volver.

—Mira eso –Ronan señala a la cámara que da a la cama de Caín, quien se sienta sobre la cama y observa a todos lados sin comprender nada–. Ahí tienes al lindo chico despierto, solo faltan dos más.

Suspiro.

—Nuestro padre aún no sabe qué hemos abierto el viejo laboratorio, ¿cierto?

—Nuestro padre no sabe de la existencia de este laborotario, aunque déjame decirte que estoy seguro de que hay alguien aquí dentro que conoce a estos chicos.

—¿Crees que podría ayudarnos con las dos restantes?

Asiente.

Los gritos de una chica nos alertan a ambos y miramos por las cámaras como Aoife se levanta de su cama gritando y observando a su hermano y a Saoirse.

—La loca ha despertado también.

—Los signos vitales de Saoirse están descontrolados, debemos de hacer algo para traerla a la vida o será muy tarde para todos –dice un chico entrando a la oficina–. Deben darme autorización para entrar a esa habitación y desconectarla.

—¿Desconectarla?

—Es la única manera de hacer que vuelva a despertar por su propia cuenta. Así sabremos si es lo que quiere o no, con seres como ellos lo mejor es dejarlos sobrevivir sin necesidad de una máquina que los mantenga estables.

Observo a Ronan.

—Adelante, te doy la autorización de hacerlo, pero estaremos ahí contigo.

Él asiente, los tres salimos de la oficina cruzando en el pasillo continuo, abro la puerta y Aoife y Caín nos observan como si fuéramos un milagro entrando en sus vidas. Aoife, quien no me quiere, se lanza a mis brazos y Caín solo sonríe.

—¿A qué se debe esta muestra de afecto? –Pregunto–. Se supone que me odias por tratar de matarlos una y otra vez y por querer adueñarme de ella.

—Que te abrace no significa que te quiera, solo es una muestra de mi agradecimiento por habernos salvado y ayudado desde el desastre ocurrido.

Asiento.

—Es lo menos que podía hacer para que estuvieran con vida, no crean que lo hago porque sea buena, lo hago porque ambos los necesitamos para terminar con nuestro padre.

—¿Cómo está?

—De hecho ya sabremos la respuesta.

—¿A qué te refieres con eso?

Observo al chico y le guiño el ojo dándole la señal para que pueda desconectar a Saoirse de la máquina. Sus signos vitales disminuyen y Aoife grita lanzándose al cuerpo de su amiga. Caín solo me observa con atención, puedo leer sus palabras a través del brillo de sus ojos, pero no soy capaz de entrar en su mente para jugar con él.

—¿Qué has hecho? ¡La has matado! –Grita Aoife tomando al chico por el cuello y elevándolo–. ¿Por qué lo has hecho?

—Suéltalo –digo–, es una orden.

—¿Por qué lo ha hecho? –Lo suelta y el chico sale corriendo de la habitación–. ¿Por qué? Saoirse ahora está muerta y sin ella no podremos hacer nada, a pesar de que ella no tenga un poder como nosotros ha sido la cabeza del equipo y la que más sabe analizar las cosas. Por su maldita culpa ahora no está con nosotros.

Niego.

—Solo espera y verás que no todo está acabado.

—¿Qué dices? Es muy obvio que no va a revivir, está muerta y no hay nada que podamos hacer.

—Aoife –dice Caín tomándola del brazo–, relájate y mira a Saoirse. Sus dedos se están moviendo.

La puerta se abre y por ella entran Eoin, Cian y Cormac. Quienes observan la cama de Saoirse y la máquina apagada. Eoin no tarda en lanzarse al cuerpo de su hermana, quien se supone que está muerta, pero que en realidad no lo está.

Observo a Ronan de reojo, quien está sumergido en el aparato en sus manos. Lo golpeo con el codo y cuando me mira asiente entendiendo mi orden.

—No está muerta.

Eoin me observa, sus ojos están rojos por el llanto y se acerca hasta a mi puesto para tomarme del brazo. Puedo notar su furia en su mirada y su tristeza en todo su cuerpo.

—No mientas, yo mismo la estoy viendo en esa cama sin vida. No vengas aquí a decirme tus mentiras porque no podemos hacer nada para revivirla.

—De hecho yo la vi mover los dedos.

—¡Cállate, Caín!

—Saoirse no está muerta –digo–, al desconectarla de la máquina crea una conexión de su cuerpo con su alma. Si esa conexión es estable ella podrá volver a la vida sin necesidad de la máquina, pero eso solo puede suceder si ella quiere vivir.

—¿Y por qué no ha despertado? Estoy seguro de que lleva minutos desconectada y sigue sin dar una señal de querer volver.

—Solo ten un poco de confianza y empieza a rezarle a los santos si es que crees en ellos. Me estás haciendo perder la cordura y no quisieras verme enojada una vez más en tu miserable vida, Eoin.

—¿Podrían callarse? –Interrumpe Aoife tomando la mano de Saoirse–. La vi mover los dedos.

—No me mientas Aoife, no estoy para bromas de mal gusto en este momento.

—No está mintiendo –susurro.

Saoirse abre los ojos.

Adare ✔️Where stories live. Discover now