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CAPÍTULO OCHO

Eoin

Transportarme a Cork había sido el viaje más rápido de todos los que había hecho con anterioridad. Al llegar me di una vuelta por todo el pueblo, aquello se veía diferente, pero igual que Adare a la misma vez, con casas con la misma estructura, la única diferencia es que aquel pueblo olía a magia oscura y a que se practicaban cosas inhumanas.

Estoy seguro de que si mi madre estuviera aquí conmigo diría que los Dunne se ocultan en estas casas, pero en realidad los Dunne podían estar en cualquier lugar del mundo, especialmente en Adare, lugar donde comenzó todo.

Al pasarme con la antigua biblioteca del pueblo una luz resplandeciente me había alertado, era como aquella extraña luz que solíamos ver con Saoirse cuando éramos niños, esa luz que ella decía que le daba mala espina y que algo malo estaba a punto de suceder en el pueblo.

Tal y como lo creí pasar, la puerta se había abierto dejándome el acceso fácil a la entrada. No habían personas alrededor a quienes alertar, por lo tanto decidí entrar para averiguar algo que me diera una simple pista.

Las estanterías estaban llenas de polvo, algunas estaban vacías con los libros en el suelo y otras estaban en el suelo como si alguien las hubiera empujado sin querer. Aquello me dio mala espina, aún así decidí seguir averiguando.

Tal y como en la biblioteca en Adare la estantería del fondo estaba limpia y con seis libros en ella. Tres de los libros se me hacían conocidos, eran los mismos que Saoirse había encontrado en Adare y que pertenecían a nuestras familias. Al acercarme observo los otros tres, en ellos estaban grabados los nombres de los Dunne, los Duffy y los Barry.

—¿Barry? —Pregunté a la nada–. No había escuchado el apellido Barry antes.

Abriendo el bolso que había llevado desde mi pueblo meto los seis libros en el, dejando así un leve peso en mi bolso. Al salir de la biblioteca un viejo señor me toma del brazo para detenerme.

El señor, que a pesar de su edad, llevaba el cabello de color verde y sus ojos eran de un color esmeralda. Aquellas características eran sumamente extrañas pero decidí ignorarlas para no alertarlo.

Había escuchado que ciertas familias son capaces de oler el miedo de las personas, por lo tanto corría peligro si mostraba alguna emoción o si mis ojos demostraban algo.

—¿Necesitas ayuda, hijo mío? –Preguna el señor sonriendo de oreja a oreja–. Te veo como perdido, como si no fueras de por aquí. ¿Puedo ayudarte con algo?

Niego, no quiero que aquel viejo señor sepa mis planes, no sería algo bueno para nosotros que alguien los supiera, menos estando en un pueblo lleno de magia oscura y con gente malvada que solo quiere matarnos.

—Busco la vieja casa cerca del castillo –digo–, necesito hablar con el dueño de la casa para arreglar algunos asuntos sobre la renta.

—La vieja casa Duffy, dicen que está embrujada –dice el señor–. No veo entrar o salir a nadie de esa casa, pero si sigues directo y luego giras a la izquierda la encontrarás. Pero créeme, dudo mucho de que alguien habite la casa, no ha tenido dueño durante mucho tiempo atrás.

Asentí en agradecimiento y caminé hasta encontrar la casa.

~ ~ ~ ~ ~

La casa estaba ahí frente a mis ojos, las ventanas estaban rotas, las paredes se encontraban llenas de grafitos dando la apariencia de que había sido bandalizada por algunos muchachos del pueblo. Golpeo la puerta una, otra y otra vez pero nadie se digna en abrirla.

Adare ✔️Where stories live. Discover now