Negras ovejas.

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Solo unos minutos se tomaría el teniente antes de abandonar el parque para dirigirse a la morgue, sin preocuparse en volver con su compañero para que lo acompañara

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Solo unos minutos se tomaría el teniente antes de abandonar el parque para dirigirse a la morgue, sin preocuparse en volver con su compañero para que lo acompañara. Su mente era un verdadero rompecabezas en ese instante, y debía comenzar a calzar las piezas que le daban vueltas y vueltas. La única certeza que tenía en el momento, es que ambos asesinatos fueron perpetrados por la misma persona.

Las escenas eran similares, los cuerpos mutilados casi idénticamente, al parecer con el mismo tipo de arma blanca, los globos oculares de las víctimas envueltos en papel de periódico impregnado en sangre, una data de muerte de alrededor de un mes de diferencia, sin mencionar que los asesinatos se produjeron, en el caso de Sebastián Creta, el mismo día de su cumpleaños, y los gemelos Mamani solo tres días post cumpleaños, y aquellos extraños dibujos dejados en cada escena… esos últimos puntos era lo que más le llamaba la atención.

—Voy a descifrar el mensaje oculto en todo esto y te encontraré maldito hijo de perra. Aunque sea lo último que haga, juro que te encontraré maldito asesino.

En ese instante el celular del teniente sonaba. Al sacar su teléfono del bolsillo interior de su abrigo de gabardina color café claro, en la pantalla figuraba el nombre del capitán Sanhueza. Los improperios por parte del teniente no se hacían esperar, pues no habían transcurrido ni cinco minutos desde su encuentro y ya lo estaba fastidiando al llamarlo.

—Capitán, ¿ahora qué diablos quiere, no le parece que estoy lo suficientemente ocupado como para que me haga perder el tiempo con sus llamadas? ¡Acabamos de vernos!

Solo unos segundos bastaron para que el teniente comprendiera el motivo de la llamada. Este no sería un caso cualquiera, y tendrían a gente muy poderosa sobre ellos presionando para encontrar al culpable de la muerte de los gemelos Mamani, pues los jóvenes eran hijos de un matrimonio de senadores de muy mala reputación en la ciudad de El Calvario, y no dudarían en hacer rodar cabezas si el caso lo ameritaba.

—¡Maldita sea, esto no puede ponerse peor! —Exclamaba antes de colgar la llamada— Ahora también tendré que lidiar con estos sujetos… necesito un café.

La noticia no le caía para nada bien. Conocía la reputación que pesaba sobre dichos senadores, y solo en ese instante se daba cuenta que los jóvenes cabos ya le habían mencionado el apellido de las víctimas, pero en el momento no lo asoció a que fuesen familiares de los conflictivos senadores. ¿Y si esto no era más que una venganza contra los padres de las víctimas?

Súbitamente detuvo sus pasos para respirar profundo y reordenar las conjeturas que pasaban por su mente. La reputación de dichos senadores era de las peores. Hace unos seis años atrás habían sido investigados por chantaje, corrupción y malversación de fondos, pero en aquel entonces la fiscalía no había logrado encontrar pruebas que los vincularan en dichos delitos.

Solo unos cuantos fueron procesados y condenados con cárcel efectiva, pero los nombres de los senadores no figuraron en ningún documento durante la investigación, por lo que las acusaciones en su contra se diluyeron con el correr del tiempo, y extrañamente de un día para otro, se dio la orden de cerrar el caso. Seguramente por las influencias que al día de hoy aún poseen.

El Carnicero del Zodiaco (EN EDICIÓN Y DESARROLLO)Where stories live. Discover now