Piedras en el camino.

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A medida que avanzaban por el frío pasillo, los improperios por parte del teniente, que al dejar la oficina eran simples murmullos, aumentaban en intensidad, así como también la velocidad de sus pasos que muy de cerca seguía el sargento Meza sin e...

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A medida que avanzaban por el frío pasillo, los improperios por parte del teniente, que al dejar la oficina eran simples murmullos, aumentaban en intensidad, así como también la velocidad de sus pasos que muy de cerca seguía el sargento Meza sin entender lo que estaba sucediendo, pero imaginaba que era de suma importancia, no por nada el repentino cambio en el teniente tras aquella llamada.

Al llegar al estacionamiento abordaban el vehículo del teniente, aquel viejo y fiel Peugeot 504 GLD Piel de Toro. Era increíble que aquel coche funcionara a la perfección, considerando su año de fabricación, 1968. Aunque era de esperar que así fuese, pues el teniente era el único dueño, y desde que lo compró lo cuidaba como lo que era hoy en día, una verdadera joya, un verdadero clásico.

—¿Qué está pasando mi teniente?

—Se trata de Rojas y González, tenemos un problema.

—¿Sucede algo con ellos? —El tono de voz por parte del teniente era indicativo de que algo malo sucedía— ¿Tiene algo que ver con la llamada que recibió señor?

—Se vieron envueltos en un accidente mi amigo. Recibí un mensaje por parte de González diciendo que venían en camino y que traían un par de detenidos, —mientras hablaba, le daba arranque al motor y se abrochaba el cinturón de seguridad, al igual que lo hacía el sargento, saliendo rápidamente del estacionamiento— en el camino se cruzaron con un operativo, una persecución para ser más específico. Por desgracia el vehículo en fuga los impactó de lleno.

—¡Dios santo!

—La información que me dio el capitán es que González está en estado grave, al igual que los detenidos. Sin embargo Rojas recibió el impacto del vehículo en persecución, por lo que su estado es crítico.

—Esto no puede estar pasando, —se tomaba la cabeza sin poder creer lo que su superior le estaba comunicando, y pensando en lo que podría pasar con la salud de sus compañeros— espero que no tengamos que lamentar…

—¡No sea pájaro de mal agüero sargento, no se comporte como un estúpido, —lo interrumpía el teniente con voz firme— los agentes son jóvenes y fuertes, debemos esperar lo mejor!

—Lo sé, pero es imposible no pensarlo señor, en especial si fue Emilio quien recibió de lleno el impacto. ¿Y qué pasó con el vehículo en fuga, cuántos hombres eran, lograron detenerlos tras el accidente?

—Dos jóvenes, un hombre y una mujer. Veinteañeros por lo que me dijeron. Irrumpieron en una pequeña joyería y se llevaron un modesto botín. Los oficiales que los perseguían daban una ronda por el lugar cuando fueron alertados.

—¡Espero que les caigan encima varios años de cárcel! —Exclamaba con rabia.

—Por el contrario, lo único que les caerá será varios kilos de tierra, los bastardos murieron en el lugar a causa del impacto, —un grado de satisfacción se sentía en sus declaraciones— ahora lo importante es saber el estado de salud de los nuestros y constatar cómo se encuentran los detenidos para interrogarlos.

El Carnicero del Zodiaco (EN EDICIÓN Y DESARROLLO)Where stories live. Discover now