Oscuro amanecer.

13 3 39
                                    

Eran las 05:40 de la madrugada y Joel Espinoza ya se encontraba tomando una taza de café en su domicilio

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Eran las 05:40 de la madrugada y Joel Espinoza ya se encontraba tomando una taza de café en su domicilio. Pronto tomaría rumbo a la estación de policía para iniciar una nueva jornada laboral. Había acordado reunirse temprano en su oficina con el sargento Meza para planificar el día, no sin antes repasar los antecedentes del nuevo caso que debían resolver. A diferencia de los casos anteriores, aquí las evidencias eran abundantes, por lo que su prioridad era poner todo en orden y comenzar a atar los cabos sueltos.

De camino a la jefatura, y mientras se encontraba detenido en un semáforo, su celular le advertía la entrada de un nuevo mensaje. Por segundos hizo caso omiso al sonido, sin embargo no podía darse el lujo de desatenderlo, puesto que esperaba diferentes noticias durante el día, por lo que no era de esperar que su celular comenzase a sonar a temprana hora.

Fiel a su horario, a las 07:35 el teniente se encontraba en su oficina acompañado nuevamente por una taza de café, hundido en su asiento mientras observaba con desazón aquel mensaje de texto que había ingresado a su celular hacía minutos atrás. No era la mejor manera de comenzar una jornada laboral, y menos con los eventos acontecidos el día anterior. Y en aquel momento de soledad, y empujado por aquel mensaje, estaba a punto de romper una tradición.

En sus años de carrera como teniente, y dado el estatus que este título le otorgaba, jamás tomaba un expediente antes de las 08:00 de la mañana. Sin embargo, ahora sentía esa necesidad, pues no le bastaba con repasar mentalmente aquella información guardada en dichos expedientes, teniendo esa necesidad imperiosa de tomarlos y comenzar a armar el rompecabezas de una vez por todas.

Y como cada día, también fiel a su horario, a las 07:40 aparecía el sargento Meza, quien para no ser menos, también se hacía de una taza de café, aunque de forma diferente. Cabizbajo y con mirada apagada tomaba asiento, mirando en silencio a su superior, quien no despegaba la vista de la pantalla de su celular, pues aquel mensaje por desgracia también le había llegado. No era una broma de mal gusto ni una alucinación, era una realidad traicionera que cual estocada, los dejaba con una herida profunda.

No obstante, aquellos veinte minutos eran los únicos en que los hombres se mantenían silentes, dedicados exclusivamente a degustar aquella taza de infusión, la que por lo demás, era la única que podían tomar en completa tranquilidad antes de comenzar de lleno con la jornada laboral. Todos dentro de la jefatura conocían aquella rutina entre ambos, veinte minutos en que nadie podía irrumpir en la oficina del teniente, de no ser que se tratase de un caso extremo.

Sin embargo, aquel café tenía un sabor diferente, y sin importar la cantidad de azúcar en el interior de la taza, aquel sabor no cambiaba en lo absoluto, aquel sabor amargo les llegaba hasta el alma. Los planes para aquel día habían cambiado dramáticamente, y en completo silencio aguardaban en aquella fría oficina, esperando que todo no fuese más que una maldita pesadilla.

Por desgracia no era así, era una realidad palpable y desdichada, una estocada traicionera que no se la esperaban pese al escenario adverso. Quizás por ello el día se veía tan sombrío al amanecer, aunque se vivían días otoñales, siempre afloraba algo de luz del alba entre las nubes, pero parecía que el giro del destino perpetuaba oscuridad. Si tan solo aquel mensaje no fuese real.

El Carnicero del Zodiaco (EN EDICIÓN Y DESARROLLO)Where stories live. Discover now