El nuevo Ulises

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Capítulo uno

Los días pasaron y la empresa pasó a ocupar la mayor parte del tiempo de Nadia. Hermes se había ido con ella y era el encargado de llevar los proyectos y ayudarla a decidir.

—Lamento molestarte. Necesito que firmes estos documentos —dijo Hermes entrando a la oficina de Nadia.

—No te preocupes. Para eso estoy. Lamento hacerte venir hasta mi departamento —dijo Julia avergonzada. Su médico le había pedido que se tomara un descanso.

—Para mí no es molestia. Siempre que pueda ver y saludar a la pequeña Penélope —dijo Hermes y acarició la barriga de Nadia.

—Es increíble que al final resultara que si era niña. Algunos pueden decir que no era posible, pero yo no podía buscar otro nombre —dijo ella feliz de compartir eso con Hermes. Había sido muy buen amigo.

—Es que esas son cosas de madres —dijo él con una sonrisa—. ¿Qué te parece si después de terminar con esto nos vamos a tomar algo? Así sales un poco.

—Me encantaría, estoy muy aburrida —dijo ella emocionada.

Mientras tanto, en el restorán de Dionisio las cosas no estaban saliendo bien y tenía un montón de cosas que resolver. No era nada sencillo administrar un lugar así. Mientras veía unos documentos, Ulises entró a la oficina.

—¿Qué ocurre? —preguntó Dionisio.

—Quería cometerte algo, pero si estás ocupado no importa —dijo Ulises al notar el mal humor de su hermano menor.

—No te preocupes. ¿Qué ocurre? —preguntó Dionisio.

—He notado que el equipo que tenemos para lavar los vasos funciona mal y rompe varios vasos al día —dijo notando que su hermano ni lo miraba—. También noté que tenemos guardados platos cuadrados.

—¿Y qué con eso? —preguntó Dionisio tratando de estar atento, aunque no miraría a Ulises.

—Es que el restorán se basa en darle al cliente una buena experiencia culinaria acompañando el sabor con lo visual. Y hay clientes que se decepcionan al notar que le sirven su comida en platos redondos —dijo Ulises avergonzado.

Él ya no era un gran empresario. Ahora era un hombre común con un trabajo de poca paga. Tal vez no era importante molestar a su hermano con esas cosas.

—Lo tendré en cuenta. Gracias por avisarme ¿Algo más? —preguntó Dionisio y Ulises le dijo que no y salió de su oficina y volvió a la cocina.

Ulises no notó que Hermes y Nadia entraban al local.

—Si quieres podemos ir a otro lugar —dijo Hermes al notar que su hermano mayor trabajaba ahí.

—Por mí está bien. Hace mucho que no venimos al restorán de Dionisio —dijo Nadia mientras se sentaba sin percatarse de nada.

Por otro lado, Ulises volvió a la cocina decepcionado. Estaba haciendo lo mejor que podía para ayudar a Dionisio, pero, aun así, parecía no valer de nada.

—¿Qué te dijo el jefe? —preguntó Hipólito, el chef del restorán.

—Está ocupado, creo que solo lo molesté —dijo Ulises y volvió a lavar los platos.

—Dale tiempo, el negocio creció muy rápido y no puede solo con todo —dijo Hipólito tratando de que Ulises no se sintiera decepcionado. Él veía el gran esfuerzo que hacía.

Aun así, Ulises no se sentía satisfecho. Estaba a punto de renunciar cuando de repente escuchó su voz. Fue hasta la puerta de la cocina y logró verla sentada hablando con una sonrisa en sus labios.

—Nadia... —dijo por lo bajo Ulises y al ver salir a Dionisio de su oficina volvió a la cocina.

Había prometido no molestar a Nadia mientras estuviera en el restorán.

—Nadia, querida, qué sorpresa más agradable —dijo Dionisio al verla. Tratando de ocultar sus nervios. No esperaba que ella fuera justo cuando Ulises estuviera trabajando.

—Lamento no haberte avisado —dijo Hermes, quien se había dado cuenta de todo.

—No pasa nada. ¿Ya vieron algo en el menú? —preguntó Dionisio tratando de conservar la calma. Su hermano mayor sabia cuáles eran las reglas.

—A mí me gustaría el especial del día, Hipólito siempre me sorprende —dijo Nadia sin poder percibir lo que ocurría entre los hermanos De la Renta.

—Excelente elección —dijo Dionisio mientras llamaba a una de las mozas.

—¿Cómo van las cosas aquí? Hace tiempo que no nos vemos —dijo Nadia feliz de hablar con Dionisio.

—Las cosas van bien. Mucha gente —dijo él, estresado.

—Me alegro por ti, te lo mereces —dijo Nadia mientras dejaba la carta para que la moza se la llevara.

—Voy a tener que dejarlos por unos minutos —dijo Dionisio al ver que la moza iba a la cocina. Ulises a veces las ayudaba con la comida cuando tenían que llevarla a las mesas.

—Ve tranquilo, yo aún no sé qué voy a pedir —dijo Hermes para facilitarle las cosas a Dionisio.

—En un rato estoy con ustedes —dijo y este entró discretamente a la cocina. Al no ver a su hermano mayor, preguntó a uno de los asistentes donde se encontraba Ulises. Este le dijo que había ido al sótano a buscar más platos.

Dionisio fue a buscarlo. Al encontrarlo se dio cuenta de que Ulises solo estaba acomodando las cosas como si supiera lo que ocurría arriba.

—Necesito que termines tu trabajo por hoy —dijo Dionisio avergonzado. No quería echar a su hermano, pero no sabía de lo que este era capaz en presencia de Nadia.

—¿Ella no sabe que trabajo aquí? —preguntó Ulises sorprendido.

—¿La viste? —preguntó Dionisio.

—¿Le mentiste para ayudarme? —preguntó Ulises. Sabía el afecto que Dionisio le tenía a Nadia. Y no había imaginado eso.

—No le mentí. Es solo que aún no encontré el momento para decírselo. Ella suele trabajar todo el día y solo viene aquí por la noche. Nunca pensé que vendría a almorzar —dijo Dionisio nervioso.

—Hace dos meses que trabajo aquí y todavía no se lo has dicho —dijo Ulises, pero al notar lo mal que estaba su hermano decidió no causar más molestias—. Está bien, me iré.

Dejó los platos y después de tomar sus cosas y salió por la puerta trasera del local. Ulises estaba feliz de haber visto a Nadia. Esperaba que ella estuviera bien al igual que su hija.

Dionisio se sintió muy culpable, por lo que días después, cuando uno de los empleados faltó, le pidió que se encargara de estar en la caja.

—¿Podrías hacerlo? —preguntó Dionisio.

—Yo te daba clases de matemáticas a ti ¿Recuerdas? —dijo Ulises con una sonrisa.

—Lo sé, es que tengo mucho trabajo pendiente y que falte personal me saca —dijo Dionisio y Ulises colocó una de sus manos en el hombro del joven pelirrojo.

—Lo estás haciendo muy bien. Tranquilo que yo me encargo de esto —dijo feliz de ser de ayuda.

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEO 2Where stories live. Discover now