Un error, Dionisio

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Capítulo tres

Dionisio se dio cuenta de que venía muy agotado y ya no podía hacer todo solo. Era mucho trabajo para él y cada vez se hacían más grandes la lista de espera para comer en su restorán. Ya estaba pensando en poner otro lugar, peor como lo haría si ni siquiera podía manejar uno. Una vez que Ulises Salió de la oficina respiró profundo y miró todo lo que tenía a su alrededor. Pilas y pilas de documentos y más.

—Maldición. Así nunca terminaré —dijo y se preparó café.

Se quedó revisando los documentos toda la noche y se dio cuenta de que recientemente habían hecho una compra grande de platos y vasos.

—Ese desgraciado de Ulises tenía razón —dijo y sonrió. Ulises le había advertido de eso.

Abrió su computadora y empezó a verificar las cámaras. Se dio cuenta de que ese empleado hacía tiempo le estaba robando.

—Desearía que te hubieras equivocado en esto, hermano —dijo Dionisio sabiendo que todo se complicaría a partir de ahora.

Por la mañana y sin dormir aún, Dionisio llamó a Ulises y le pidió que fuera al restorán. Cuando Ulises llegó notó salir al empleado con el que había tenido problemas, de la oficina de Dionisio. Parecía tener mala cara.

—Me llamaste en mi franco ¿Qué ocurre? —preguntó Ulises a Dionisio. No tenía ganas de discutir con él después de lo que le había hecho la noche anterior.

—Te llamé porque me quedé toda la noche revisando lo que me dijiste y tenías razón. Eres un maldito genio de las finanzas y un sabelotodo —dijo Dionisio sonriendo mientras le pedía que se sentara frente a él.

—Me alegro haber sido de ayuda. Pero pudiste decirme eso por teléfono —dijo Ulises preparándose para salir.

—Espera, no te vayas aún —dijo Dionisio y suspiró—. Creí que podría solo con todo, pero no es así.

—¿A qué te refieres? —preguntó Ulises.

—También pensé que no durarías aquí ni una semana. Pensé que mentías cuando decías eso de empezar de cero —confesó Dionisio a su hermano mayor.

—Claro, que hablaba en serio —dijo Ulises molesto.

—Ya sé, cálmate. Te creo. Por lo que quiero ofrecerte otro trabajo. ¿Te gustaría ser el gerente del restaurante? Estoy reflexionando abrir otro local debido a la demanda. Pero no puedo suponer en eso cuanto tengo tantos problemas aquí. Así que si aceptas empezarías hoy mismo —dijo y le mostró el nuevo uniforme. Era un traje. No muy bueno, no obstante un traje al fin.

—No obstante, ¿Qué hay de Nadia? Si estoy como gerente no podré ocultarme por siempre —le recordó a Dionisio.

—Hablaré con ella. Le diré la verdad. Es una buena amiga y espero que sepa separar las cosas —dijo Dionisio pensando en ello.

—Gracias, en verdad Dionisio. Gracias —dijo Ulises sintiendo que tanto esfuerzo empezaba a valer la pena.

Esa misma noche Dionisio invitó a Nadia a cenar. Y como siempre colgada de ella llegó Hermes. Lo había hecho cuando todos ya se habían ido a casa para estar tranquilo a la hora de hablar con Nadia.

—Esta comida es deliciosa, Dionisio. Te pasaste —dijo Nadia feliz —. Si sigues así querré venir todos los días.

—Sobre eso quería hablarte —dijo Dionisio nervioso—. Me ofrecieron abrir otro local.

—Eso es genial —dijo Hermes, sorprendido del éxito de su hermano.

—Felicidades, Dionisio —dijo Nadia y lo abrazó como pudo.

—El tema es que para hacerlo necesito más ayuda aquí. Así que ascendí a uno de mis empleados —dijo como si se estuviera confesando—. Él empezó como lava platos y no creí que se quedaría por tanto tiempo.

—¿Estás seguro? —preguntó Hermes sospechando—. Tal vez deberías pensarlo mejor. Puedo buscar entre mis contactos.

—Es que no hay alguien más capacitado —dijo Dionisio suspirando.

—¿Y entonces porque lo tenías lavando copas? —preguntó Nadia sin entender por qué Dionisio actuaba así.

—Porque esa persona es Ulises —dijo Dionisio al fin.

Nadia estaba sorprendida de escuchar ese nombre. Sobre todo, porque Dionisio y Ulises nunca se habían llevado bien en el pasado.

—Lamento si te molesta Nad. Pero cuando él renunció a la empresa de mi familia no tenía trabajo y nadie quería contratarlo por miedo a las represalias de la abuela o de mi padre —explicó Dionisio—. Cuanto me pidió trabaja como lava copas supuse que bromeaba y se iría en una semana. Sin embargo, no lo hizo, ni siquiera se quejó. Ulises es capaz de volver mi sueño realidad.

—No entiendo por qué me das tantas explicaciones —dijo Nadia.

—No quiero que dejemos de ser amigos, pero él sigue siendo mi hermano —Dionisio estaba apenado y a la vez confiaba en sí mismo. No dejaría a Ulises, aunque a Nadia le molestara.

—Sé que es tu hermano. Y creo que es muy valorable de tu parte ayudarlo después de lo difícil que fue su relación en el último tiempo —Nadia sonrió, no quería que Dionisio se sintiera incómodo.

En cambio, Hermes no se sentía a gusto con la reacción de Nadia. Él no quería que ellos volvieran a tener contacto.

—Y pienso que es una gran decisión que lo ascendieras. Tu negocio crecerá, si Ulises está a cargo, estoy segura de eso —dijo Nadia tomando la mano de Dionisio.

—Entonces, ¿no te molesta? —preguntó Dionisio más tranquilo.

—Tal vez fui muy dura con ustedes cuando terminamos con Ulises. Si lo considero bien, sin él no los habría conocido. Por lo que no te preocupes. No me molesta si a partir de ahora deseas mencionarlo —explicó Nadia—. Por ahora limitémoslo a lo que tenga que ver con el trabajo.

—Despreocúpate —dijo Dionisio muy feliz.

—Nad, creo que es una mala idea —dijo Hermes sin poder contener sus celos.

—Si Dionisio confía en él, yo también lo haré —dijo ella tratando de calmar a Hermes, ya que no entendía por qué él se molestaba.

—Bueno, ahora basta de trabajo. Terminen eso que iré por el postre —dijo Dionisio con mejor humor.

—Esas son mis palabras favoritas —dijo Nadia. 

Autora: Osaku

Una niñera para el CEO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora