Quédate

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Capítulo ocho

—No dejaré que te vuelvas a acercar a Nadia —dijo Hermes por lo bajo mientras llamaba al ascensor.

Hermes salió de las oficinas de la empresa de Nadia y llamó por teléfono a Dionisio para proponerle cenar con sus hermanos en su restorán.

—Invítalo a Ulises también. Hace tiempo que no pasamos una linda velada entre hermanos —dijo Hermes a Dionisio pro teléfono.

—Es una gran idea. Creo que a Ulises le gustará —dijo Dionisio sin sospechar de los planes de Hermes—. Anda un poco susceptible estos días.

—¿Susceptible? —preguntó Hermes como si le importara.

—Sí, me dijo el potro día que le parecía que tú tenías un problema con él–indicó Dionisio para que Hermes entendiera el mensaje. No dejaría que molestara a Ulises si este quería volver con Nadia—. Sí, igual le dije que lo más probable fuera que el estrés del trabajo lo tuviera mal.

—Claro. ¿Por qué estaría molesto yo con Ulises? —preguntó Hermes haciéndose el desentendido.

—Exacto. Supongo que lo de Nadia lo tiene preocupado. Debe ser solo eso —dijo Dionisio a Hermes para dejarle claras las cosas—. Me pasa, me siento en medio. Él es mi hermano y haberme reconciliado con él después de lo que pasó con mi antigua novia, sumado a lo de nuestra familia... Como decirlo. Me siento bien y no quiero perder esto que tenemos. Pero sé que si él me habla es gracias a Nadia y todo el esfuerzo que ella puso para que pudiéramos reconciliarnos. Ella es una gran amiga y no quiero perderla. Por él ni por nadie.

—Te entiendo perfectamente. Nuestra familia ha sido un desastre y Nadia es diferente a o que estamos acostumbrados —dijo Hermes dándose cuenta de que Dionisio ya sabía lo que él sentía por Nadia.

—Seguro. Ella está haciendo mucha caridad con las ganancias que saca de la empresa de su padre —dijo Dionisio riendo al teléfono.

—Lo sé, le he dicho que tenga cuidado, ya que todos los días viene alguien nuevo a pedirle dinero. Ya parecemos un banco de caridad —dijo Hermes recordando la conversación que habían tenido hacía unos días.

—Ya suenas como papá —dijo Dionisio riendo.

—Lo sé, es solo que es su dinero y ella lo regala como si fueran caramelos —dijo Hermes preocupado por Nadia.

—Ella no es tonta. Sabe cuánto dar sin afectar a sus empleados. Me lo dijo el otro día —dijo Dionisio para calmar a Hermes en ese asunto.

—Ya lo sé, tiene el dinero en diferentes cuentas. Pero me cuesta no preocuparme por ella —dijo Hermes con dolor en su pecho. Él quería ser quien protegiera a Nadia.

—Eres un gran amigo para Nadia —dijo Dionisio dándole una estocada más—. Bueno, te voy dejando así preparo todo para la cena para cuando llegues.

—Está bien. Nos vemos en un rato —dijo Hermes y colgó.

Hermes había llegado a la mansión. Estaba seguro de que Ulises no iba a poder negarse a una cena con sus hermanos, pero por si eso fallaba tenía un as bajo la manga.

Dionisio, por su parte, estaba terminando de poner la mesa en el restorán. Él no sabía que el almuerzo de Ulises y Nadia no había podido concretarse, ya que había estado en el otro restorán todo el día.

—Dionisio, ¿me llamaste? —preguntó Ulises preocupado. No quería llegar tarde a buscar a Nadia.

—¿Cenamos juntos? Hermes va a venir también —dijo Dionisio mientras ponía las copas.

—Lo siento, no puedo. Tengo que irme —dijo Ulises rechazando la oferta.

—Vamos Ulises, hace tiempo que no nos cenamos todos en la misma mesa —dijo Dionisio sin darse cuenta de que había caído en la trampa de Hermes.

—Buenas, ¿llegamos temprano? —preguntó Hermes al entrar con una muchacha.

—Hola a todos. Los extrañé mucho —dijo Artemisa feliz de verlos.

—¿No dijiste que era solo Hermes? —preguntó Ulises a Dionisio.

—No sabía que también vendría ella —dijo Dionisio confundido.

—Hablamos y me pidió que la trajera ¿Hay algún problema? —preguntó Hermes. Él sabía que Artemisa era el punto débil de Ulises. Siempre la había consentido, incluso había peleado con Nadia por ella.

—Por mí no. ¿Ulises? —preguntó Dionisio. No quería que su hermano pasara un mal momento.

—Tendrán que cenar sin mí. Debo irme —dijo Ulises tomando su abrigo. El taxi lo esperaba en la puerta.

—Hermano, no te vayas. Por favor. Tengamos una cena en paz ¿A caso arruiné tu día con mi presencia? —preguntó Artemisa como si estuviera por ponerse a llorar.

—No se trata de ti, Misa —dijo Ulises y se soltó de su agarre.

—Sé que me he portado como una tonta, pero la abuela me obligó —dijo y empezó a llorar—. Ustedes tienen sus ahorros, pero yo aún soy joven y pensé que nos iba a desheredar. Lo lamento tanto.

—Tranquila Misa, todo está bien. No llores —dijo Dionisio tratando de consolarla sin éxito.

—Misa, en serio. No estoy molesto contigo —dijo Ulises y ella dejó de llorar—. De todas maneras, tengo que irme.

Hermes comenzó a desabotonarse el saco. Estaba molesto.

—No lo obliguen. Si no quiere pasar tiempo con sus hermanos menores es cosa suya —dijo Hermes dejando ver su desconformidad.

—Ulises, ¿En verdad debes irte? —preguntó Dionisio con tristeza. Le gustaba la idea de que hubiera un pequeño reencuentro.

—Será rápido —dijo su hermana y le tomó la mano— quédate ¿Sí?

—Voy a ver a Nadia —dijo Ulises al fin y soltó a Artemisa—. Hace seis meses que estoy esperando esta oportunidad. Los amo a todos ustedes, peor son mis hermanos. Sé que tendremos otras cenas. Pero no sé si después de hoy volveré a tener otra oportunidad con ella.

—Ulises, tampoco es para que lo pongas así. Debes calmarte —dijo Hermes tratando de quitarle peso a las palabras de Ulises.

—Lo dices tú que pasas todos tus días a su lado desde hace bastante, ¿y no fuiste capaz de interceder por mí ni una vez? —preguntó Ulises conociendo los pensamientos de Hermes. Era obvio que no quería que se acercara a Nadia de nuevo—. No puedes entenderme.

—Pero yo te extraño —dijo Artemisa tratando de retenerlo.

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEO 2Where stories live. Discover now