Un encuentro distinto

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Capítulo veinte

Dionisio le había ofrecido algo de tomar a la médica para pasar el rato mientras Ulises destrozaba su oficina en compañía de Nadia. Mientras tanto, en la oficina, Ulises estaba sobre Nadia, arriba del escritorio. Habían transpirado como nunca antes.

—Nunca pensé que podría desearte tanto —dijo Ulises recuperando el aliento, se sentía un poco mejor, ya que no le dolía como antes.

—También te extrañé mucho —dijo ella mientras él abría sus piernas.

—¿Puedo seguir entones? —preguntó Ulises con una sonrisa pícara.

—Claro, estoy aquí para ayudarte —dijo Nadia avergonzada—. Tu hermano nos avisará cuando llegue la médica.

—Te amo Nad, no sabes lo feliz que soy a tu lado —dijo Ulises y la besó en los labios.

Dionisio estaba amargado, aunque se sentía feliz por su hermano, no quería tener que escucharlos.

—Y saber que esa es mi oficina —dijo este mientras se sentaba al lado de la médica con algunos bocadillos—. No podré trabajar ahí nunca más. Tal vez deba quemar los muebles.

La señorita Ariadna empezó a reír. Dionisio era muy gracioso.

—La comida sabe deliciosa —dijo ella mientras probaba lo que él le había traído.

—Gracias por cambiar de tema —Dionisio se sentía cómodo a su lado. Recién le había podido prestar atención. Era una mujer muy atractiva.

—No te preocupes. No ha sido una mala noche después de todo. Pude cenar en un hermoso restorán recién inaugurado.

—Es muy amable de su parte —dijo Dionisio feliz de verla disfrutar de la comida—. De todas maneras es obra de nuestro chef.

—Me encantaría probar estas delicias hechas por tus manos —dijo ella de manera coqueta.

—Sería un placer —dijo él sonriendo.

Ambos parecían estar pasándola bien mientras esperaban que Ulises y Nadia terminaran con lo suyo. Ulises más relajado miró su reloj.

—Pasó mucho tiempo —dijo sorprendido—. Hemos estado casi tres horas.

—Debo volver a casa por Penélope —dijo Nadia preocupada.

—Por supuesto. Te llevaré —dijo Ulises mientras ambos comenzaban a vestirse.

—¿Tú estás bien? —preguntó Nadia, aún preocupada por él.

—Sí, aunque creo que... —dijo Ulises algo nervioso.

—¿Qué ocurre? Dime —Nadia estaba ansiosa.

—Nada, sé que Cicca no está bien, pero me siento agradecido con ella —explicó Ulises—. Gracias a lo que hizo pasé la mejor noche de mi vida a tu lado.

—Ulises, no digas esas cosas —Nadia sonrió mientras él acariciaba su cabello—. Oh, no... Acabo de darme cuenta de que levantamos la voz. Tu hermano estaba fuera de la oficina.

—Tranquila. No considero que Dionisio se quedara en la puerta —dijo Ulises tratando de calmar a Nadia.

Cuando salieron de la oficina, Dionisio no estaba cerca. Lo que tranquilizó un poco a Nadia.

—Dionisio —dijo Ulises y su hermano salió de la cocina con una muchacha muy linda—. Nadia y yo debemos volver a casa.

—¿Tú estás mejor? —preguntó Dionisio tratando de no reírse.

—Déjeme controlarlo, señor Ulises —dijo la médica.

—Gracias por venir. Lamentamos lo ocurrido —dijo Nadia con la cara roja como la de un tomate.

Después de que revisara a Ulises y le tomara una muestra de sangre, este pudo ponerse de pie. Todo parecía estar bien.

—Tuvieron suerte. Ese afrodisiaco es muy fuerte y aún no existe un antídoto para él —explicó la médica.

—Creo que esta fue una noche fuerte en todos los sentidos. Así que si les parece... —dijo Dionisio tratando de mostrarse serio. Aún no podía ver a Nadia a los ojos.

Finalmente, Ulises y Nadia se fueron. Por lo que Dionisio se relajó un poco. Ofreció llevar a la médica a su casa y esta aceptó.

—Gracias por traerme —dijo ella al bajar del coche de Dionisio.

—Es un placer. No quiero que piense mal de mi familia —dijo Dionisio riendo.

—Dionisio... —ella se mostraba avergonzada—. ¿Te gustaría pasar a tomar una taza de té?

—Me encantaría —dijo él y al entrar al departamento de la médica notó que este parecía una biblioteca. Había muchos libros.

—Lamento el desorden —dijo ella juntando algunos libros.

—No se preocupe. Me sorprende que haya tantos libros en un mismo lugar —dijo admirando el living de la mujer.

—Iré a preparar el agua para el té —dijo ella sonriendo.

Dionisio se quedó mirando y le pareció curioso un libro. Cuando lo tomó se dio cuenta de que era uno que él había publicado con recetas, de muchos años atrás.

—Aquí está el té —dijo ella cuando volvía de su pequeña cocina. El departamento era diminuto.

—Este libro... —dijo Dionisio y se lo mostró.

—Me atrapaste. Sabía que eras tú cuando te vi en el restorán. He seguido tu trabajo, me encanta como has... —dijo y se detuvo. Parecía avergonzada.

—Ariadna, ¿acaso te gusto? —preguntó Dionisio acercándose a ella.

—Es que soy tu fan —dijo ella mientras tomaba el libro de las manos de Dionisio—. Sé que no debo ser tan atrevida. Pero me gustaría que un día me enseñaras a hacer uno de tus platos. Eres un gran chef.

—Gracias. Podrías venir al restorán —dijo él mientras la miraba con ternura.

—Eso sería increíble. A mi novio le encantará —dijo ella haciendo que Dionisio retrocediera.

¿Tenía novio? Al parecer él había confundido lo que estaba ocurriendo ahí.

—Por supuesto —dijo él mientras bebía el té.

—Gracias. Creo que ya no puedo esperar de la emoción —dijo ella feliz de que él aceptara invitarla a cocinar un día en su restorán.

Una vez que Dionisio terminó el té le dio las gracias y se marchó algo decepcionado. No era del tipo de persona que jugaba por la espalda.

Por otro lado, Nadia y Ulises recibieron el reporte de Analía. La bebé se había portado como un angelito. Nadia le dio las gracias por quedarse tanto tiempo y le dio el día libre.

—No sé qué haría sin ti —dijo Nadia a Analía mientras esta buscaba su abrigo.

—No es nada, la señorita Dafne llamó para avisarme que ustedes llegarían más tarde. ¿Se encuentra mejor el señor? —le preguntó Analía a Ulises.

—Sí, por suerte solo fue un susto —dijo mientras la acompañaba a la puerta. 

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora