Una cena romántica

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Capítulo doce

Nadia había preparado una cena especial para Ulises en su departamento. Les había pedido a todos sus empleados que se tomaran la noche libre. Esperaba que así pudieran hablar con más calma. Tal vez podían volver a estar juntos y no quería que los estuvieran interrumpiendo.

El timbre sonó y ella, como pudo, ya que la pequeña Penélope había crecido mucho en su vientre, fue a abrir.

—Hola —dijo Hermes sorprendiéndola.

—¿Hermes? —Nadia no pudo evitar mostrar su cara de decepción.

—Parece que no te hace feliz mi presencia —dijo este mientras entraba.

—No es eso. Es solo que ... —dijo Nadia aún en shock.

—¿A quién esperas? —preguntó al ver cómo estaba la mesa colocada con velas y toda la vajilla nueva sobre un gran mantel decorado.

—Es que Ulises y yo tenemos que hablar —explicó ella incómoda. No quería tener que hablar de eso con Hermes.

—Entonces ¿Cena romántica? —preguntó Hermes con sarcasmo.

Era muy notorio que Hermes estaba celoso de Ulises. Su hermano la había jodido y, aun así, Nadia lo recibía de esa manera tan especial.

—¿Qué necesitabas? —preguntó ella tratando de que su visita fuera corta.

—Hoy no estuve en la oficina. Por lo que olvidé traerte estos documentos para que los firmes —dijo y le mostró la carpeta.

—Vamos al estudio. Lo haré ahora mismo —dijo Nadia dejando las servilletas sobre la mesa.

—¿Dónde están todos? 'Porque fuiste tú a abrir la puerta? —preguntó Hermes

—Les di la noche libre —dijo Nadia suspirando.

—¿A todos tus empleados? —preguntó Hermes como si eso le sorprendiera.

—Si —dijo ella cortando la conversación. Firmó los documentos y se los entregó a Hermes—. Listo, ya terminé.

—Nad, sé que lo amas. Pero...–dijo Hermes y Nadia le impidió continuar.

—Por favor, Hermes. No sigas —dijo ella al fin.

—Él no te merece. Mi hermano es un maldito despiadado, sin corazón —dijo Hermes enojado.

—¿Por qué hablas así de Ulises? Él aceptó que volvieras a trabajar en la compañía de tu familia. Fue él quien te dio la oportunidad de salir de la sombra de tu padre —Nadia estaba enojada. No quería escuchar a su amigo decir esas cosas de Ulises.

—No. Él arruinó mi vida. Embarazó a la mujer que amaba y después la obligó a abortar —dijo Hermes encolerizado—. Arruina todo lo que toca.

—Ulises me dijo que no fue así. La chica le dijo que era su hijo para que la ayudara, pero ellos ni siquiera habían estado juntos —Nadia estaba poniéndose demasiado nerviosa.

—¿Y tú le crees? Ella después de ir a hacerse el aborto no volvió a aparecer. Y todo es culpa de Ulises —Hermes no podía controlarse. Odiaba esa parte de su hermano mayor.

—Basta —dijo Nadia y se sostuvo el abdomen, ya que un dolor punzante la atravesó. Ninguno de los dos se había dado cuenta de que llevaron demasiado lejos esa conversación—. Me duele.

—Nad, ¿Qué te ocurre? —preguntó Hermes aterrado. Nadia estaba muy pálida.

—Debo descansar. Por favor, vete —dijo ella mientras trataba de caminar para salir del estudio y llegar a la cama.

—No puedo dejarte así —dijo este tratando de agarrarle la mano.

—Solo vete —dijo ella impidiendo que la tocara.

—Llamaré al médico —dijo Hermes mientras la seguía hasta la cama. Se notaba que a ella le dolía demasiado, incluso le costaba respirar—. Nad, el médico quiere que vayamos a la guardia, él está de turno y quiere verte.

—No. Quiero esperar a Ulises —dijo ella haciendo que Hermes apretara los puños.

—Usa la lógica. Si esperas más, la bebé puede salir perjudicada. Vamos al hospital, llamaré a Ulises y le pediré que nos encuentre ahí —Hermes trataba de convencerla y por suerte lo logró.

Fueron juntos al hospital. Cuando aparcaron ella empezó con contracciones. La bebé estaba deseando conocer a su madre antes de tiempo. Mientras tanto, Ulises llegaba a la puerta del departamento de Nadia.

—Nad, soy yo —dijo este después de que ella no contestara el timbre. Le había comprado flores —. Lamento que se me hiciera tarde.

Pese al alboroto que hacía ella no respondía la puerta. La llamó a su móvil, pero ella no respondió. Por lo que llamó a la asistente, la señorita Analía. Esta le dijo que no estaba con Nadia, lo que puso a Ulises más nervioso. Ella le ofreció ir a abrir la puerta de Nadia, pero tardaría cinco minutos. Los cuales fueron terriblemente largos para él. Tal vez Nadia estaba sufriendo y él no podía hacer nada.

—¡Nad! ¡Nad! ¡Nad! —Ulises golpeaba la puerta desesperada. No tenía idea de que ella ya estaba con labores de parto en el hospital.

—¡Ulises! —dijo Galatea mientras tomaba aire, ya que había corrido hasta ahí.

—¿Galatea? —preguntó él confundido.

—Nadia está en el hospital —dijo está con el poco aire que le quedaba.

Ambos se dirigieron al ascensor donde se encontraron con Analía.

—Ya sé dónde está Nadia —dijo este y entraron los tres al ascensor. Galatea le había explicado que Nadia había empezado el trabajo de parto.

En el hospital ella trataba de contenerse y resistir las ganas de pujar. Ya le había dicho a su amiga que llamara a Ulises. Quería que él también estuviera cuando Penélope naciera. La médica trató de hacerla entrar en razón, no podían seguir esperando. No solo ella estaba sufriendo, sino que también la pequeña había sufrido un incremento del ritmo cardiaco.

Nadia aceptó entrar al cuarto de trabajo de parto. La médica le preguntó si quería que Hermes, la única persona que estaba ahí, la acompañara y ella dijo que sí. Lo que Nadia no sabía y Hermes sí, era que una vez que este entrara no podría cambiar lugar con el padre de Penélope y permitirle entrar.

—¿Estás seguro? —le preguntó la médica a Hermes antes de entrar, Nadia ya estaba dentro.

—Sí, el padre no puede venir. Yo me haré cargo —dijo este. Ni siquiera le había escrito a su hermano.

Mientras Ulises enfrentaba una carretera llena de coches y mucho tránsito, Nadia pujaba esperando ver a su pequeña en poco.

—Quiero que Ulises esté aquí —dijo ella a Hermes, quien le tomaba la mano.

—Lo sé, pronto vendrá —dijo este feliz de ser él quien compartiera ese momento con ella.

La médica le pidió a Mina que volviera a hacer fuerza. Ella miraba todo el tiempo la puerta de la sala de parto esperando a Ulises. Sin embargo, aunque él había llegado al hospital, no lo habían dejado entrar a la sala de parto, ya que su hermano estaba ocupando su lugar. 

Autora: Osaku

Una niñera para el CEO 2Where stories live. Discover now