El nuevo Ulises

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Capítulo veinticuatro

Dionisio le dio la noticia a Nadia. Su amiga Ariadna lo había llamado del hospital al enterarse de que Ulises estaba en la guardia. Cuando estos llegaron ya habían pasado a Ulises a una habitación. Hermes, Apolo y Artemisa ya estaban ahí.

—Tranquila Nadia, Ulises está fuera de peligro —dijo Hermes, ya que ella venía llorando.

—Según el médico tuvo un fuerte golpe en la cabeza y no recuerda algunas cosas —avisó Apolo.

—Pero, ¿podemos verlo ya? —preguntó Nadia angustiada.

—Sí, claro —dijo Hermes y le mostró la habitación donde este se encontraba.

—Ulises —dijo Nadia al entrar en la habitación y verlo con parte de la cabeza vendada.

—Hola —dijo él sonriendo.

—Hola —Nadia se calmó un poco—. ¿Cómo te sientes?

—Me duele la cabeza, creo que eso es obvio —dijo Ulises sonriendo—. ¿Quién eres tú?

Nadia se sorprendió, él la trataba con naturalidad y, aun así, parecía no recordarla.

—¿No me recuerdas? —preguntó ella preocupada—. ¿Recuerdas tu nombre?

—El médico dijo que soy Ulises De la Renta —dijo él como si eso lo preocupara.

—No te preocupes. Te ayudaremos a recordar —dijo Nadia y no pudo evitar ponerse a llorar.

—No llore, señorita, me encuentro bien —dijo él y Nadia lo miró a los ojos. Parecía que su brillo se había apagado. Ya no la miraba con la dulzura que esa mañana.

—Ulises, debes vestirte. Nos vamos —dijo la abuela De la Renta.

—Está bien, dame un minuto mamá —dijo él y se puso de pie.

—¿Recuerdas a la abuela? —Nadia estaba sorprendida, pensé que no recordaría nada.

—Sí, claro. ¿Ustedes se conocen? —preguntó él sorprendido.

—Sí, yo soy tu esposa —dijo Nadia apresurándose a ayudarlo a vestirse.

—Eres una desvergonzada. Tú eres su exesposa. Te divorciaste de él hace más de un año —dijo la mujer tratando de hacer quedar mal a Nadia—. Maltrataste a mi nieto y ahora te apareces por aquí.

—No puedo creer que hable así. Ulises, por favor. No te vayas con ella. Tu abuela ha tratado de separarnos desde que estamos juntos. Incluso estábamos por casarnos de nuevo —dijo Nadia tomando la mano del hombre que ya no parecía ser tan cálido.

—Mi cabeza... —dijo este mientras la sujetaba.

Dionisio entró y al ver la situación tomó la mano de su hermano y lo ayudó a sentarse en la silla de ruedas.

—Gracias —dijo Ulises mientras soltaba su cabeza—. ¿Quién eres tú?

—¿Tampoco me recuerdas? Soy Dionisio —dijo preocupado por su hermano mayor.

—Lo siento, es como si mi mente no estuviera funcionando —dijo el joven en la silla de ruedas.

—Dionisio, ayúdame por favor. Tu abuela quiere llevarse a Ulises a la mansión.

—Abuela ¿Qué tratas de hacer? Sabes que ellos están juntos y tienen una hija. No puedes separarlos —dijo Dionisio a la anciana.

—Sí, una nieta que jamás vi por culpa de esa desvergonzada —dijo la anciana acusando a Nadia—. Ahora sí me disculpan. La única aquí con la custodia legal para poder sacarlo del hospital en este momento soy yo. Así que si quieren ver a Ulises tienen que ir a la mansión.

Y así fue que Nadia tuvo que ir al otro día a la mansión a visitar a su amado Ulises.

—Hola —dijo ella al verlo en el jardín.

—Hola, señorita —dijo él abandonando el libro que estaba leyendo y poniéndose de pie.

—Mi nombre es Nadia, a veces me dices Nad —dijo Nadia tratando de ayudarlo—. Quería saber cómo te sientes.

—Gracias por visitarme, aún me duele la cabeza, pero estoy mejor. Mamá dice que eres mi exesposa —dijo él invitándola a sentarse.

—Sí, aunque hace meses que vivimos juntos. Incluso me diste este anillo —dijo Nadia y se lo mostró—. Porque dijiste que querías volver a casarte conmigo.

—Supongo que es bueno que nos reconciliáramos, lamento no recordarlo —dijo Ulises mientras le pedía a una mucama que trajera el café.

—Lo importante es que estés bien. Cuando me enteré lo del accidente tuve mucho miedo —dijo ella y se puso a llorar.

—¿Por qué lloras? —le preguntó él y la abrazó.

—Pensé que te perdería. Te amo Ulises —él la apartó y le dio un pañuelo.

—Gracias por ser tan demostrativa. Pero aún estoy muy confundido, necesito tiempo —dijo ente y volvió a sentarse.

—¡Hermano! —dijo Artemisa y fue a sus brazos.

—Has crecido mucho, pequeña —dijo él sonriéndole a su hermana.

—¿Qué edad supusiste que tenía? —preguntó la joven sonriendo.

—Recuerdo tu cumpleaños dieciocho —le comentó él.

—Entonces, ¿no recuerdas estos últimos cuatro años? —preguntó Artemisa aun ignorando a Nadia.

—Tanto tiempo —él parecía preocupado—. Parte de mis recuerdos han vuelto, pero no supuse que me faltaran tantos. Señorita Nadia ¿Hace cuánto que somos pareja?

—Dos años y medio —dijo Nadia sorprendida.

—¿Será por eso que aún no la recuerdo? —se preguntó en voz alta.

Nadia se sentía completamente abrumada. Ulises no recordaba absolutamente nada de su relación, ni de su hija, ni de su matrimonio. Era como si su abuela hubiera ganado por culpa de ese accidente.

—Me alegro tanto de que al fin me recuerdes. Estaba muy preocupada por ti en el hospital —dijo Artemisa mientras lo abrazaba.

—Tranquila pequeña —dijo él sonriendo a su hermana. Acarició su cabeza con cariño.

La manera en la que Ulises se relacionaba con Artemisa sorprendía a Nadia. Hacía años que ellos no eran tan cercanos. ¿En verdad no recordaba nada?

—¿Por qué no aprovechamos que te sientes mejor y me llevas a tomar un helado? —Artemisa se aprovechaba de la situación para sacar ventaja.

—Me gustaría mucho. Deja que hable con mamá y vamos. Al parecer no se ha estado sintiendo bien —dijo él mientras Nadia lo seguía observando—. ¡Ángel!

—Señor. ¿Me llamó? —preguntó Ángel sin darse cuenta de que estaba Nadia.

—¿Por qué le dices, señor? Ustedes se tuteaban —dijo Nadia sin poder evitarlo. En ese momento recordó que eso lo había empezado a hacer después de conocerla a ella.

—No se preocupe, señor. Entiendo que está pasando un mal momento y no es mi intención complicarle las cosas —dijo Ángel a Ulises mientras tocaba el hombro de Nadia para que esta cambiara la cara—. Tranquila Nad.

—¿Por qué le hablas con tanta cercanía? Se supone que es mi esposa —dijo este como si le molestara que Ángel la tocara.

—Nosotros somos amigos. Y tú solías tratarlo como a un hermano —dijo Nadia tratando de ser amable pese a lo que Ulises había dicho. 

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEO 2Where stories live. Discover now