Es lo que necesitas

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Capítulo diecisiete

Nadia y Ulises habían ido juntos a la fiesta de la inauguración del segundo restorán de Dionisio. La pequeña Penélope se había quedado a cargo de su niñera. Dionisio le dio la mano a Nadia, estaba feliz de cómo había quedado el local que ella había decorado.

—No es para tanto. Solo hice lo que me pediste —dijo Nadia mientras Dionisio la abrazaba.

—Eres excepcional, deberíamos trabajar más seguro juntos —dijo Apolo, quien se había acercado a ellos dos.

—Tú también hiciste un gran trabajo —dijo Dionisio, quien se encontraba muy feliz.

—Gracias hermano —dijo Apolo y se dieron la mano.

—Dejaré que hablen, voy a saludar a otras personas —dijo Nadia mientras trataba de alejarse de Apolo.

Mientras tanto, del otro lado de la fiesta, Hipólito y Ulises conversaban.

—¿Esa no es tu mujer? —preguntó Hipólito a Ulises mirando en dirección a Nadia—. Se ve muy bella.

—Lo sé. Odio que sea tan hermosa —dijo Ulises suspirando.

—Creo que ese tipo la está molestando —dijo Hipólito.

Al mirar con atención, Ulises vio a Apolo tomando de la mano a su esposa y tuvo que ir a ver que ocurría. Apolo trataba de ser amable con ella. Estaba disculpándose por las cosas que había hecho en el pasado.

—Sé que no es excusa, pero mi abuela me amenazaba todo el tiempo y tuve que comportarme como un desgraciado. Aunque ahora decidí ya no hacerle caso. Pienso que el poder la está enloqueciendo —dijo Apolo mientras soltaba la mano de Nadia.

—Gracias por tu disculpa —dijo Nadia sin mostrar emoción.

—Pareces una buena persona. Y mi hermano está loco por ti. Incluso fue a buscarme y me golpeó cuando supo lo del centro comercial —dijo Apolo sonriendo.

—Considero que te lo merecías —dijo Nadia feliz de escuchar que incluso cuando aún no habían vuelto Ulises había tratado de defenderla.

—Otra mujer se disculparía por la actitud de su pareja —dijo Apolo riendo—. Pero tú... eres increíble.

—¿Todo bien? —preguntó Ulises mientras colocaba su mano en el hombro de Nadia.

—Tu hermano menor me está contando cómo me defendiste. Gracias, amor —dijo Nadia y lo besó en la mejilla.

—No es nada —Ulises se sentía avergonzado por haber ido con una impronta tan agresiva—. ¿Por qué no vienes conmigo? Quiero presentarte a algunas personas.

—Bien —dijo Nadia.

Apolo se dio cuenta de que lo estaban ignorando, por lo que decidió apartarse.

—Adiós Apolo —dijo Nadia con una sonrisa. ÉL se quedó mirándola. ¿A caso lo había tenido en cuenta?

Una de las mozas, se había hecho amiga de Ulises. Por lo que al verlo con Nadia se puso feliz. Los saludó y le ofreció algo de comer a Nadia. Pero esta tenía sed.

—Prefiero ir a buscar algo para beber —dijo Nadia dándole las gracias a Dafne.

—Espera amor —dijo Ulises mientras detenía a Nadia y le pedía a Dafne que fuera por alguna de sus compañeras para que le alcanzaran un jugo.

—No es necesario. Conozco la cocina —dijo Nadia avergonzada.

—Déjame consentirte un poco —le dijo Ulises en el oído.

—Felicidades a ambos. Esto es un éxito —dijo Hermes acercándose a su hermano y a Nadia.

Ulises estaba muy enojado con él por todo lo que había pasado. Aun así, prefirió hacerle caso a Nadia y no desembolsar su ira.

—Tomen —dijo Hermes dándole una copa de vino a Ulises y un jugo a Nadia—. Las chicas no dan abasto, así que las estoy ayudando.

Los dos tomaron las copas que Hermes les dio y se sorprendieron de su actitud.

—Creo que mi comportamiento este último tiempo no ha sido el mejor. Me preocupaba mucho porque lastimarás a Nadia. Pero veo que son felices y eso me alegra. Juzgo que ya es hora de dejar el pasado atrás —dijo Hermes como si quisiera brindar con ellos.

—Es una lástima que digas eso —dijo Ulises con una sonrisa irónica en su rostro—. Nadia y yo ubicamos a tu exnovia para que ella te explique lo que pasó realmente.

—Hola, Hermes —dijo una muchacha de cabello negro.

—Quíone —dijo Hermes sorprendido por verla frente a él—. Estás...

—Viva, lo sé. Lamento que pensaras tantas cosas malas sobre mí.

—Esto no es posible —Hermes no salía de su asombro.

—Debo disculparme contigo por las mentiras que te dije. Aunque supuse que ya no te acordarías de mí —dijo la muchacha avergonzada—. Para serte sincera, creí que nunca me tomaste en serio.

—No entiendo ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Hermes.

—Tuve problemas en casa, hui con mi novio, pero él me maltrataba. Cuando quedé embarazada supe que tenía que huir de él también. Supuse que tú podrías ayudarme, pero tu hermano sabía cuáles eran mis intenciones. Supo ver a través de mí y cuando te enojaste con los dos él me ofreció ayuda si ya no te molestaba —dijo Quíone con tristeza—. Lo siento, era solo una niña y no sabía lo que hacía.

—Me alegro de que estés bien —dijo Hermes feliz de verla.

—¿No me odias por haberte engañado? —preguntó Quíone confundida.

—Siempre te tomé en serio. Fuiste mi primer amor. Nunca te odiaría —dijo Hermes sonriendo.

—Gracias, Hermes. Me hace feliz saber eso —dijo ella y lo abrazó.

—Quizás podrías darme tu teléfono para que podamos estar en contacto, si lo deseas —dijo Hermes avergonzado.

—Me gustaría —dijo ella sonriendo.

Ulises y Nadia habían dejado solos a Hermes y Quíone para que pudieran seguir hablando.

—Ulises ¿Qué haces? —preguntó Nadia mientras él la arrinconaba contra el ventanal que daba al patio.

—Te amo tanto —dijo él y la besó—. Creo que hicimos lo correcto.

—Acabamos de ganar un aliado —dijo Nadia sonriendo.

—Eres una mujer muy inteligente —dijo mientras la abrazaba por la espalda.

Ulises y Nadia salieron al patio del restorán y comenzaron a besarse. En ese momento llegó Nathaniel.

—¡Hermana! —dijo este sorprendiendo a Nadia.

—Nathan, me asustaste —dijo ella avergonzada.

Para sorpresa de Nadia, su hermanastro venía de la mano de su abogada, la doctora Yamila.

—Supongo que nos robaron la idea —dijo Yamila susurrándole a Nathaniel mientras sonreía.

—Así parece —dijo este.

En ese momento se acercó Dafne, ya que había un inconveniente que Ulises tenía que resolver.

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEO 2Where stories live. Discover now