Te he esperado

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Capítulo cincuenta y tres

Hermes estaba con Dionisio esperando que Ulises e Hipólito les confirmaran que Artemisa estaba bien. Ya que Apolo seguía llamando a su hermana y esta no respondía, cuando Quíone llamó a su novio para decirle que necesitaba que volviera a casa pronto.

—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Hermes.

—Me siento mal —dijo ella llorando.

—Está bien, ahora voy —dijo Hermes, pero Apolo lo detuvo.

—Es papá, él está haciendo que todos nos separemos —dijo el joven por lo bajo a su hermano.

Por lo que Hermes le preguntó algo a Quíone que solo alguien que la conociera bien respondería.

—Quíone, tenía pensado comprarte fresas. ¿Quieres que lleve? —preguntó Hermes sabiendo que ella era alérgica a las fresas.

—Si quiero, pero primero vuelve a casa —dijo ella y colgó.

—¿Ahora qué haremos? —preguntó Hermes a sus hermanos.

—Ella está con Ariadna, las dos están en peligro —Dionisio no quería seguir esperando.

—Detente —dijo Yamila y empezó a revisar en su móvil—. La casa de Nadia tiene cámaras.

En estas se veía la casa llena de tipos de traje con armas en sus manos, pero no se lograba ver a las chicas. Hasta que Yamila puso otra contraseña. Nadia había instalado cámaras en el baño y en los dormitorios, pero estás no grababan lo ocurrido.

—No puede ser —dijo Yamila asustada y les mostró las imágenes a los hermanos De la renta.

En ellas estaban Quíone y Ariadna abrazadas de rodillas en el suelo. Mientras que el padre de los muchachos hablaba con ellas y dos hombres les apuntaban con las armas.

—¿Ahora qué haremos? —preguntó Apolo y recibió un llamado de Ulises. Artemisa ya no estaba en el departamento y había recibido una llamada de Nadia.

Parecía que no habría solución más que rendirse ante su padre cuando Ulises les dijo que estaba en camino a la casa de su amigo hacker. Este tenía la manera de hacer que el padre de los chicos saliera del departamento, pero para eso necesitaban colaborar todos ellos.

Mientras tanto, Nadia, después de haber sido llevada al hospital y gracias a la ayuda de Ares, había conseguido escapar. Este se había metido en medio cuando los hombres que trabajaban para su padre habían disparado contra ella. Por lo que, aunque estaban escondidos en una pequeña casa abandonada, Ares estaba perdiendo mucha sangre y ella había empezado a tener contracciones.

—No te preocupes por mí —dijo Ares mientras cortaba su ropa para tapar la herida por donde estaba sangrando—. Ahora debemos irnos, si registran las llamadas del teléfono que robé los hombres de; De la Renta nos encontraran antes que Ulises.

Nadia seguía con contracciones, por lo que Ares la cargó sobre sí. Comenzó a caminar en dirección al bosque. Hacía mucho frío por lo que su pierna comenzaba a adormecerse.

—Tengo miedo —dijo Nadia al ver que estaba oscureciendo.

—No te preocupes, te dije que te protegería —dijo Ares y tuvo que detenerse, ya que empezaba a marearse por la pérdida de sangre.

Cuando ambos se sentaron cerca de un árbol, Ares vio una luz en el cielo. Sonrió por el hecho de que sabía que Nadia pronto sería asistida. Era un helicóptero, Ulises había logrado llegar a ella en solo unas cuantas horas. Si bien él estaba en camino, un amigo suyo ya estaba ahí para protegerlos.

—Eres tú —dijo Nadia y sonrió al ver al señor Li.

—Si Ulises necesita algo sabes que no puedo decirle que no —dijo él sonriendo.

Nadia y Ares fueron trasladados a la mansión del señor Li y un médico los revisó. Cocieron la pierna de Ares y estuvieron ahí por lo menos un día hasta que Ulises llegó.

Ares y Nadia estaban desayunando con el señor Li cuando su empleado acompañó a Ulises al comedor. Este abrazó a Nadia y la besó en los labios. No le importó quien fuera que estuviera ahí. Por fin estaba al lado de la mujer que amaba.

—Te extrañé —dijo él casi llorando.

—Lo siento —dijo ella llorando. Nadia se sentía avergonzada por caer en la trampa del padre de Ulises.

—No tienes nada que sentir. Él nos engañó a todos —dijo Ulises y volvió a abrazarla.

—Ni que fuera para tanto —Ares estaba celoso de como Nadia se mostraba con su hermano.

—¡Tú! Ahora sí, voy a matarte —dijo Ulises y se lanzó sobre Ares. Los hombres de Li iban a meterse para separarlos, pero este no se los permitió.

—Eres un maldito —dijo Ulises después de golpear a su hermano con el puño.

—Espera Ulises —dijo Nadia, pero él siguió—. Ulises, basta. Ares me salvó la vida.

Ulises se detuvo y Ares sonrió. Le gustaba escuchar que Nadia lo defendía.

—¿A qué te refieres? —preguntó Ulises.

—Tu fotocopia recibió varios disparos protegiendo a tu princesa —dijo el señor Li.

En ese momento Ulises notó que Ares tenía una venda ensangrentada en su pierna. Por lo que volvió a los brazos de Nadia y esta le pidió que la acompañara fuera de la casa.

—Necesitamos hablar —dijo ella y Ulises fue con Nadia aun sintiendo deseos de golpear a Ares.

Ambos terminaron en la parte trasera de la mansión. Nadia tocó su abdomen y sintió una molestia.

—¿Estás bien? —preguntó Ulises preocupado.

—Sí, es solo que estoy teniendo perdidas y no debo caminar mucho —dijo Nadia como si él entendiera lo que ocurría—. Ulises, estoy embarazada. Lamento decírtelo así. Siento que estamos en una gran pesadilla que parece no acabar.

—Amor —dijo Ulises y la abrazó. En ese momento no lo pudo evitar y se puso a llorar—. Perdón por no haberte protegido de todo esto. Te juro que lo resolveré, pero por favor ya no me vuelvas a dejar.

—Jamás te dejaría. Esperaba que entendieras que mi actitud era porque Ares estaba amenazándome —dijo Nadia sorprendiendo a Ulises.

—Voy a matarlo —dijo Ulises secándose las lágrimas—. Espera un momento. ¿Dijiste que estabas embarazada? ¿Vamos a tener un bebé? ¿Y lo de nuestro otro hijo era mentira?

Ulises no terminaba de entender las cosas. Su amigo le había dicho algo por teléfono cuando Nadia dormía, pero él aún estaba en shock. Sumado a lo que había ocurrido en casa de Nadia y que tenía que contarle.

Autora: Osaku

Una niñera para el CEO 2Where stories live. Discover now