•Bienvenidos a Londres•

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Otra hermosa y nublada mañana de invierno en Londres, y por algún motivo estos días me gustaba, me traían paz, o simplemente estaba acostumbrada a ellos, no lo sé.

Dejé mi taza de té sobre el desayunador de la cocina cuando escuché pequeños pasitos acercarse a mi

—¿Ya estás listo mi amor? –pregunté al ver a mi pequeño príncipe de 3 años llegar a la cocina–.

—Si mami –sonrio mirándome y agarrando su mochilita y colocándosela en la espalda–. Jadín –sonrio empezando a caminar a la puerta–.

—¿Querés ir al jardín ya? –me reí al verlo tan emocionado, mientras terminaba de guardar mi equipo de mate y agarrar mi bolso. Asintió todo emocionado–. Bueno amor, vamos entonces.

A Gianlucca, o Gian cómo le digo yo, le encanta ir al jardín, se divierte mucho y aprende un montón. Agarre las llaves de la casa, y mi bolso para salir de la casa. Solíamos ir caminando al jardín cuando no llovía, vivíamos cerca así que aprovechamos para caminar tomados de las manos.

A él le encantaba juntar algunas flores que encontrábamos en el camino para regalarselas a su maestra, no habían muchas porque hacía frío pero siempre encontraba alguna para darles.

Llegamos al jardín después de unos 10 minutos de caminata con paradas en algunos lugares para recoger flores, por desgracia hoy había encontrado solo una pequeña florcita blanca así que tendría que elegir a una maestra para dársela. Apenas cruzamos el portón entró corriendo y riendo para buscar a sus amiguitos. Los padres nos quedamos los primeros 15 minutos para que los niños no sientan tanto la separación.

Saludé a alguno de los padres que ya conocía mientras observaba a Gian jugar con sus amiguitos. En un momento escucho a una pequeña llorar desconsoladamente, parecía ser su primer día y no se quería separar de su papá, me dió un poco de pena porque note en su mirada que le dolía ver a su pequeña así, y que no sabía que hacer.

Mientras observaba cómo ese joven padre trataba de calmar a su hija, Gian se acercó a ella, tomándome por completo por sorpresa así que empecé a acercarme también. Se acercó, le regaló una sonrisa y la pequeña, que estaba abrazada a su papá que estaba de cuclillas, también dejo ver una preciosa y pequeña sonrisa, Gian le entregó la florcita que había encontrado. Me dieron ganas de llorar al ver a Gianlucca hacer eso, era el niño más bondadoso que conocía, me sentía orgullosa de ser su mamá. Me acerque a la escena y note que la niña se puso toda nerviosa escondiéndose entre las piernas de su papá y abrazándolo.

—Gian, amor –llamé su atención acercándome a él, y él corrió hacia mi algo sonrojado también–.

El papá de la pequeña la tomó en brazos y se levantó del suelo. Tenía puesto un conjunto deportivo negro de una marca conocida y una gorra, se veía muy bien, tengo que admitirlo.

—Te dieron una florcita amor ¿Qué se dice? –su papá la tomó en brazos y secó sus lagrimitas–.

—Gacias –dijo ella algo tímida y volvió a abrazar a su papá por los hombros y esconder su carita en su cuello, todavía tenía algo de hipo por el llanto–.

Me sorprendí al escuchar que ambos hablaban español, el papá tenía tonada argentina. Se notaba que era más jóven, alto, morocho, con varios tatuajes, unos ojos marrones que se achinaban cuando sonría, una sonrisa muy linda con hoyuelos y dientes perfectamente blancos.

–Gian me abrazó por el cuello escondiéndose–. ¿Ahora te pusiste tímido amor? –me reí y bese su cabeza y miré al papá–. ¿Ella está bien?

—Si –se rió–. Nos mudamos hace poco y es su primer día, así que está algo nerviosa –la observó con tanto amor en sus ojos, mientras acomodaba su cabello–.

One Shots [Enzo Fernández]Where stories live. Discover now