• El último •

1.6K 131 2
                                    

Entré a la habitación después de hacer dormir a Gaia, había tenido el cumpleaños de un amiguito del kinder esa tarde y había comido tanto azúcar que no podía quedarse quieta.

—¿Ya se durmió? –se río Enzo cuando entre a nuestra habitación–.

—Si, ¡por fin! –llegué al armario y empecé a quitarme la ropa para ponerme mi pijama–. ¡Y no te rías!

—Yo no me río –sonrió y puso su teléfono a cargar–. Vos no me dejarte hacerla dormir porque ibas a hacerlo más rápido que yo –se rió–. Y estuviste media hora tratando de dormirla –se sentó en su lado de la cama–.

—No sé porque le dan tanto azúcar en los cumpleaños –me reí y me puse un camisón con detalles de encaje–.

Cuando terminé de ponermelo sentí que la tela raspaba mis pechos y que se sentían apretados, así que me queje para después quitarmelo. En realidad ya hace unos días estaban así, sensibles y molestandome.

—¿Qué pasa? –me miró al escuchar que me quejaba–.

—Mis tetas están re sensibles –me reí y me saqué el camisón y busqué una remera suya–. Mirá en mi teléfono cuándo me tiene que venir –lo mire poniéndome su remera–. Porque me tienen re podrida las dos –me reí–.

Él simplemente se rió y agarró mi teléfono para mirar en la aplicación que usaba para controlar mi periodo.

—Gorda... –dijo con un tono de voz algo serio, mientras miraba mi telefono–.

—¿Qué pasa? –pregunté acercándome a la cama, parada de mi lado, mientras me peinaba–.

—Acá dice que te tendría que haber llegado hace 3 semanas –me miró y se le formó una pequeña sonrisita en la cara–.

—¿Qué? No amor, imposible –me reí algo nerviosa–. Seguro estás leyendo mal, mira bien –dejé el peine en su lugar y me volví a acercar al borde de la cama–.

—No mami, estoy leyendo bien –tenía una sonrisa de oreja a oreja en la cara, literal era carita de feliz cumpleaños. Se arrodilló en la cama y se acercó a dónde yo estaba–.

—No sonrías así tarado –me reí y le saqué el teléfono–. No puedo tener 3 semanas de retraso –me mordí el labio nerviosa y miré el teléfono–. Si, ahí están –suspire leyendo el aviso de 3 semanas de retraso, sentí uno de sus brazos rodear mi cintura–.

—Tres semanas de retraso es mucho mi amor –seguía mirándome con esa sonrisa, mientras sus manos acariciaban mi cintura–.

—No me mires así Enzo –me mordí el labios y me reí algo nerviosa volviendo a mirar el teléfono–.

—¿Se viene el último? –sonrio y dejó un beso en mi mejilla, mientras sus brazos rodeaban mi cintura abrazándome–.

—No sé papi –me reí y suspiré–. Llevo días con las tetas súper sensibles y molestandome –lo miré–.

—Y tuviste algunos mareos está semana –sonrió y dejó un beso en mi otra mejilla, mientras que, arrodillado en la cama frente a mi y abrazándome, acariciaba mi espalda–.

—Entre el cumpleaños de Gaia, las actividades de los chicos en la escuela de fútbol, el trabajo y tus viajes ni me acordé de mirar mi calendario –suspire y dejé mi teléfono a un lado y puse mis manos en sus hombros–. ¿Él último? –me mordí el labio mirándolo nerviosa–. Porque no sentí tantos síntomas como en los embarazos anteriores

—Yo creo que sí –no podía dejar de sonreír. Se agachó un poco y apoyo su oreja en mi vientre–. Me encantaría que si –dejó un besito en mi vientre y se incorporó para darme un beso–.

One Shots [Enzo Fernández]Where stories live. Discover now