• Tinder 6 •

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Me desperté porque la luz que entraba por el ventanal empezaba a molestarme. Hice un poco de presión con mis ojos para acostumbrarme a la luz y poder abrirlos. Ahí me doy cuenta que sigo en la misma posición en la que me dormí, recostado en su pecho.

Levanté un poco la vista para observarla, se veía tranquila, relajada, seguía completamente desnuda. Me senté en la cama con mucho cuidado, para seguir observando a Maggie, ella se movió quedando boca abajo, me mordí el labio al verla. Era hermosa, no solo era una persona hermosa, tenía un cuerpo precioso, natural, con una curvas preciosas. Me tomé el tiempo que quise para observarla, ella estaba muy dormida; cada detalle de su piel, sus lunares de la espalda y brazos, no pude evitar pasar suavemente la yema de mis dedos por toda su columna haciendo que ella se remueva un poco en la cama. Tenía una marca de nacimiento en el muslo izquierdo que parecía un corazón, dejé un beso en ella; tenía algunas estrías blancas en la cola, producto del crecimiento supongo, un poquito de celulitis en sus muslos, y se veían preciosas, perfectas.

No conocemos hace poco más de cinco meses, y desde el día en que nos vimos por primera vez después del partido sabía que era diferente, ella era muy diferente a todas las que habia conocido, su forma de ser, de tratarme, de tratar a Oli, ella la adoraba y Oli a ella, se habían vuelto muy unidas. Había tenido ganas de hacerla mía desde que nos conocimos, pero iba a esperar el tiempo que ella quisiera, porque ella era diferente, y me hacía sentir diferente, si hubiera sido cualquier otra persona capaz solo la cogía y no la veía nunca más, pero con ella era diferente, ella era especial.

Dejé un beso en su espalda y la tape un con las sábanas. Me puse un short y una remera y fui al restaurante del hotel para buscar el desayuno. Puse todo lo que ella podría querer y volví a la habitación. Ella seguía dormida, así que aproveché para acomodar el desayuno en la terraza y esperar a que se despertara para desayunar juntos.

Mientras esperaba boludeaba con el teléfono, miraba las fotos que nos habíamos sacado, hablaba con Valentina sobre como estaba Oli y respondía algunos mensajes de unos compañeros, hasta que sentí caricias en los hombros que bajaron por mi pecho, apague el teléfono y lo deje sobre la mesa.

—Buenos días –susurre sonriendo y acariciando sus manos–.

—Perdon, no te quería interrumpir –se alejó un poco al ver qué deje el teléfono en la mesa cuando ella llegó, sonaba celosa–.

—Tranquila, solo hablaba con mi hija –voltee un poco y la tomé de las manos para acercarla a mi y hacer que se siente en mis piernas, tenía puesta una de mis remeras–. Celosa –susurre suavemente en su oído, rodeando su cintura con mis brazos–.

—Buen día –sonrio algo sonrojada y me dió un beso–.

—Así me gusta más –sonrei y la abrace fuerte–. ¿Cómo dormiste? –deje mis manos en su cadera, acariciandola suavemente–.

—Muy bien –se mordió el labio algo sonrojada, se puso a jugar con mi cabello–. ¿Vos?

—Demasiado bien –deje un beso en su mejilla–. Podría acostumbrarme a dormir tan bien acompañado así –me rei y le di un besito–.

–ella sonrió y me abrazó dejando un beso en mi mejilla–. ¿Trajiste el desayuno? –se sentó a mi lado pero dejó sus piernas extendidas sobre mi regazo–.

—Obvio –sonrei y acaricie sus piernas–.

—Menos mal porque tengo una lija –se río mirando la mesa, después miró hacia enfrente, al paisaje e hizo puchero–.

—¿Qué pasa? –me reí al ver el puchero–.

—Sigue lloviendo –se rio y me miró–. ¿Qué vamos a hacer hoy? –agarro un pedacito de fruta para comerlo–.

One Shots [Enzo Fernández]Onde histórias criam vida. Descubra agora