CAP 2

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EL PROBLEMA DE ENAMORARSE DE ALGUIEN SIN ROSTRO, ES QUE SUCEDE DE FORMA REAL, PURA E INTENSA. 

Bendito sea el creador de los días de descanso y aquel que dijo que sábado y domingo serían para holgazanear. Mi parte favorita de los sábados era descansar luego de una larga jornada de trabajo, preparar algo delicioso para comer y sentarme a ver alguna película o serie que me gustase mucho.

Mamá y papá solían tener los sábados como día en pareja, cosa que me parecía increíble ya que merecían reafirmar su amor y yo amaba tener momentos para estar conmigo misma. Escuchar mi mente y no prestarle atención a nadie a mí alrededor era de esos placeres extraños que solíamos tener los humanos, no sabía que tan placentero era hasta que lo intenté.

Acomodé mi cuerpo debajo de la sábana que había puesto en el puff de mi habitación, para quedar en una posición cómoda y poder arreglar el ordenador sobre mis piernas. Apenas eran las diez de la mañana, pero como había dicho antes, hoy no me movería de casa.

A pesar de que mis amigos me habían invitado a una fiesta, la verdad era que no me gustaba ese mundo de adolescente, solía asistir de vez en cuando, pero me ofuscaba la idea de hacerlo todos los fines de semana. Era más creyente de que solo me divertiría haciendo lo que me gustaba, que era justo esto, estar caliente debajo de mi mantita viendo series.

No había tomado el celular en toda la mañana para evitar aceptar cualquier invitación por presión social, eso me recordaba que tampoco había respondido el mensaje del desconocido el día anterior. ¿Qué debería escribirle? No tenía miedo, pero tampoco deseaba cargar con la ira de alguien sobre mis hombros.

Podía seguirle el juego y ser igual de agresiva que él, incluso más. Pero así no era yo y no fingiría tener una personalidad agresiva solo para encajar. Aunque tampoco me apetecía demostrar cómo era en realidad, quizá ninguna de las personas de ese grupo era así en su día a día y ser honesta con extraños no era mi fuerte.

Disfrutaría del grupo sin fingir ser alguien más, pero tampoco me expondría, por ello debía contestar el mensaje, y demostrarle a aquella persona, que no temía.

Dejé salir un suspiro y alejé el ordenador de mi cuerpo para tomar el celular en su lugar.

Últimamente abrir la aplicación era encontrar el grupo repleto de mensajes y conversaciones aleatorias. A pesar de que era un mismo grupo de personas, dentro de este existían subconjuntos que se llevaban mejor e interactuaban por momentos. Ninguno de los que me recibió estaba escribiendo, y aquellos que mensajeaban hablaban de un tema que no me interesaba, así que lo ignoré.

Había venido por algo específico.

Pensé que me encontraría un chat sin responder, carente de mensajes, pero me sorprendió ver un pequeño circulito verde que indicaba el número tres a un costado del mismo.

Lo abrí curiosa.

Desconocido: ¿Acaso te dio miedo responder? Ni siquiera sé dónde vives así que puedes estar tranquila. No te haría daño, así lo supiera.

Vaya, no me había esperado esto.

Eila: No quise responderte, además, no te dejaría dañarme.

Para mi suerte, al instante en que el mensaje marcó como enviado, el "en línea" apareció debajo de su número telefónico.

Escribiendo...

Me impacienté un poco a la espera del mensaje, no sabía porque, solo tenía claro que mensajear con aquella persona me provocaba algunas sensaciones extrañas.

Aslan y EilaWhere stories live. Discover now