CAP 31

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LUCIDEZ 

Di un giro de 360° que casi me envía al suelo de mármol con olor a cemento recién seco, sinónimo de nuevo. Las paredes brillaban en un blanco pulcro y las pocas maletas que no pude abrir con papá descansaban sobre el suelo esperando a ser acomodadas en el lugar que estarían por mucho tiempo.

Eila: Es increíble, incluso puedo ver la mayoría del campus desde aquí.

Sonreí colocando el celular frente al ventanal del departamento para que Aslan pudiera observarla.

Mi solicitud había sido aceptada, y ya había elegido una carrera, mi matrícula era un hecho así que oficialmente pertenecía a esta universidad, lejos de todo. Este era mi nuevo inicio, sin recuerdos tristes ni lugares que me llevaran al pasado

Segundos antes de dejar la casa en la que viví toda la vida, una sensación agridulce se instaló en mi pecho, sabía que sería difícil despedirme de todo, pero al mismo tiempo me emocionaba lo que iba a encontrar afuera, las dificultades que tendría que enfrentar y, sobre todo, sentía que la posibilidad de algún día conocer a Aslan estaba cada vez más cerca.

La noche antes del viaje decidí contarle todo a papá, le dije que había hablado con mamá sobre algo importante y que deseaba hacerlo con él. Le conté como conocí a Aslan, lo regular que eran nuestras llamadas y lo mucho que me hacía ilusión poderlo conocer.

RECUERDOS

Es complicado, pero así se dieron las cosas —Susurré con la mirada en el suelo.

No sabía cómo reaccionaría o si esto influiría en su decisión de dejarme ir, pero necesitaba contárselo o no podría estar bien con mi conciencia.

Escuché un suspiro tranquilo.

No, no era un suspiro tranquilo. Más bien se asemejaba a dejar salir aire desde lo profundo de los pulmones, como soltar algo que se estaba conteniendo desde hace mucho tiempo.

—Yo sé que esto puede ser algo difícil de entender e incluso confuso —Me adelanté hablar, los nervios me estaban atacando con todas sus fuerzas—, pero no lo sé, quererlo no depende de mí y aun con todos sus fallos, no deseo que se vaya de mi vida. Quiero ayudarlo, papá.

Seguía observando el suelo, concentrada en no decir nada que pudiera confundirlo. Los nervios me hacían presionar los dedos de mis manos con fuerza.

—Eres igual a ella —Dijo de pronto.

Luego empezó a sonreír de forma calmada. Arrugué el entrecejo subiendo la mirada a sus ojos, lentamente.

¿Qué le causaba gracia?

¿Ya estábamos en la etapa de los delirios?

—¿A ella? —Indagué.

—A tu madre —Aclaró dejando de sonreír—. Tampoco sé por qué se enamoró de mí, o que la llevó a no alejarse cuando vio que la ignoraba. Supongo que te lo contó, amaba decirlo en voz alta.

Asentí.

¿Por qué lo hacías? —Me resultaba muy difícil creer que era consciente de su accionar.

—Tenía muchos problemas, estaba dejando de ver la vida como un privilegio, para mí era más un sacrificio. Vivía triste y eso me enojaba, pero al mismo tiempo me revolvía el cuerpo verla acercarse con esa alegría encantadora. Siempre me hice a la idea de que no debía tenerla en mi vida, si lo hacía apagaría su luz, pero estaba equivocado. Su energía era más fuerte de lo que pensaba, no la apagué, ella me iluminó.

Aslan y EilaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ