CAP 22

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¿SECRETOS O MENTIRAS?

El enterarnos de la muerte de algún conocido nos causa cierta tristeza, para apaciguar eso un poco solemos acercarnos a los seres queridos de aquella persona a brindar nuestras condolencias, pero luego de hacerlo seguimos con nuestras vidas como si nada hubiese sucedido, restándole la importancia que se merece.

Cuando muere alguien que amas, es todo lo contrario: Primero ves el mundo detenerse por completo, no sabes que hacer, a donde ir o cómo reaccionar, luego, sin dejarte procesar la primera parte, te golpea una adrenalina de sentimientos que bombardean tu corazón y tu mente, dejándote indefensa frente al mundo.

Finalmente, te golpea la realidad, paras y ves que nada está bien, que todo cambió, que tu mundo se desplomó y te destroza ver cómo el mundo de los demás sigue su curso, aclarando una vez más que nada de lo sucedido importa en realidad.

El problema es que sí importa, duele, quema y destruye, pero no sabes cómo lidiar con ello.

Las grandes mentes humanas tendrían que haber creado una "Guía para reconstruir un alma" algo que ayudara a las personas a sobrellevar la pérdida de un ser amado, un listado que indique que hacer en el momento en el cual te enteras de lo sucedido, como reaccionar y cómo seguir luego con la vida. Eso haría el proceso menos doloroso.

Claro que desear aquello era una simple utopía.

Nunca antes había estado rodeada de tanta gente, y al mismo tiempo, sentir que no había nadie.

Mónaco y Mateo habían pasado todo el funeral probando diferentes métodos para animarme, pero nada funcionó. Solo deseaba que se fueran, que desaparecieran y me dejaran sumirme en la desdicha, lamentablemente ignoraron mi petición.

Aunque en realidad creo que fue la mejor decisión ignorar lo que pedía, sólo por aquel momento.

Luck, de igual forma, había pasado horas a mi lado, en silencio, esperando cualquier señal para brindarme su apoyo. No la necesité a lo largo del funeral, pero cuando vi cómo el ataúd de mamá descendía para ser sepultado y sentí mi corazón acelerarse provocando una sensación de desgarre que hizo arder mi cuerpo cada que respiraba, caí sobre sus brazos sin darme cuenta, en busca de estabilidad.

Todo fue tan rápido y frívolo, ayer estaba en una sala de emergencias esperando y hoy estaba sola, con ella bajo metros de tierra, sin nadie alrededor. Todos aquellos curiosos se habían marchado a penas el padre dio por finalizada la sepultura, incluso papá, pero no lo juzgaba, la culpabilidad de acabar con aquello que amas era el peor sentimiento que una persona podría experimentar.

Al menos, no alguien tan bueno como él.

Llevaba tres horas parada frente a su tumba, el cielo estaba gris y el día helado. Sabía que no estaba sola, a pesar de que todos ya se habían marchado sentía la presencia de Mónaco, Mateo y Luck a mis espaldas. Estaba cansada de pedirles que se fueran, pero ellos simplemente me ignoraban.

No podía entender cómo se seguía viviendo luego de un golpe así.

O tal vez, solo no quería.

¿Cómo estaría papá al perder a la mujer que amaba y sentirse culpable por ello?

¿Quién nos haría sentir calidez en casa?

Me aterraba la idea de llegar y no verla ahí, sonriendo como lo hacía siempre.

—¿Cómo lo hiciste? —Susurré con la voz quebrada, tratando de ignorar el nudo en mi garganta.

—No lo hice —Respondió Luck llegando a mi lado, con una calma que no sabía, pero necesitaba.

Un poco de paz en todo este caos.

Aslan y EilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora