CAP 29

205 23 17
                                    

SI UN CORAZÓN LATE A MEDIAS, EL OTRO DEJA DE LATIR POR COMPLETO

Le eché un vistazo por última vez al hermoso campus repleto de áreas verdes y con edificación muy moderna a su alrededor, que pronto sería mi nuevo hogar. Me sentí algo satisfecha, pues conseguir un cupo universitario siempre era trabajo forzado, por suerte esto me resultó algo fácil.

Todo había salido mejor de lo esperado. La vicerrectora parecía ser una persona amigable, me supo informar sobre todos los trámites que debía hacer para ingresar y dijo que si los hacía a tiempo podría iniciar el mes entrante, solo existía un pequeño inconveniente. Me tocaría iniciar la carrera desde cero, al ser así, si deseaba también podría cambiar la misma.

Al inicio lo pensé, pero por ahora no tenía ninguna opción que me gustase lo suficiente.

Luego de hablar con papá había decidido tratar de tomar las riendas de mi futuro, me costó un poco dejar de llorar y sentir que mi vida ya no tenía sentido, pero al final, aunque a medias, pude levantarme de la cama, ponerme ropa bonita y arreglar mi cabello.

Por primera vez en meses.

Nuestra vida había dado un giro inesperado, pero no nos dejaríamos derrotar por eso, a mamá no le hubiese gustado. Su partida aún dolía, pero estábamos aprendiendo a sobre llevarlo.

Para avanzar debía soltar algunas cosas, por suerte, ya había dejado a la mayoría atrás, pero aún me faltaban algunas cosas. Por eso decidí hablar con Mateo, sentía que era un paso necesario. Por eso le pedí que vinieran hasta aquí para ir a alguna plaza cercana y hablar con tranquilidad, lejos de todos.

Antes, terminé de contarle a Aslan lo bien que resultó mi cita con la directora y lo mal que me sentí cuando supe que perdería mis primeros ciclos avanzados, pero así mismo, lo emocionada que estaba por dar este paso. Lo envié y luego bloqueé el celular para dirigirme al parqueadero.

A lo lejos reconocí la camioneta del rubio y enseguida la realidad me golpeó, no había hablado con él desde hace casi tres meses ¿Qué tendría que decir ahora? ¿Cómo me excusaría por haber huido? ¿Me entendería de verdad o fingiría hacerlo?

Caminé en silencio presionando mis dedos unos con otros y tratando de contener las ganas de salir corriendo del lugar.

Soy fuerte.

Puedo con esto.

Exhalé con fuerza antes de subirme en la camioneta.

Apenas cerré la puerta a mi lado, el aroma a colonia cítrica de Mateo se filtró por mi nariz, levanté la mirada para observarlo. Él se encontraba allí, mirándome con aquellos ojos color miel cargados de pesar, su cuerpo estaba recostado en el asiento del conductor mientras sus manos reposaban sobre su regazo.

—Hola —Saludé tímida, preparándome para recibir cualquier tipo de regaño.

—Hola —Respondió de igual forma.

Luego, el silencio nos envolvió.

Podía escuchar mis propios latidos, mi corazón ya casi se salía del pecho debido a la ansiedad y el nerviosismo se apoderaba cada vez más de mi cuerpo.

Deseaba decir algo.

Pero no pude.

Quise agradecerle por venir hasta aquí.

Pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta.

Opté por suspirar muy despacio, para evitar que lo notara.

—Bienvenida —Susurró de pronto tomándome por sorpresa.

Sus palabras me desconcertaron un poco, pero traté de no demostrarlo.

Aslan y EilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora