CAP 10

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PASOS PARA SABER SI TE HAS ENAMORADO

A veces me preguntaba quién era la persona que había nombrado a las emociones como tal, como tuvo aquella sabiduría para saber qué "ira" es cuando deseamos con todas nuestras fuerzas acabar con algo o alguien. "La felicidad", al contrario de la ira, es cuando sentimos un regocijo inexplicable en el pecho, mismo que nos hace sonreír sin explicación. Como "impotencia", había catalogado al hecho de no poder hacer nada frente a alguna situación.

Pero...

¿En qué se había basado para nombrar algo como amor?

Era normal escuchar a la gente decir sus conceptos de amor de forma confiada, cuidar, proteger, velar por el bienestar, entre otras cosas, y lo creía, pero todo se derrumbaba cuando me daba cuenta de que esas mismas personas estaban dañando y engañando a quien le dijeron "te amo", a lo mismos humanos que habían jurado proteger.

Era en esos momentos de reflexión en los que sentía que el amor no podía ser eso, aquello solo tendría que ser alguna mentira de personas que no sabían cuál era el verdadero significado de aquella palabra. El amor no era la forma de engaño y manipulación disfrazada de empatía que usaban los humanos, de eso estaba segura.

No obstante, todos los días observaba frente a mí lo que podría ser mi experiencia más cercana al amor, mis padres y su forma mutua de protección y admiración. Muy pocas veces los había escuchado llamarse amor, la mayoría del tiempo era por cariño o simplemente por sus nombres, pero al ver el brillo que se reflejaba en sus ojos al hablar de nuestra familia y de lo construido, me hacían sentir el ser más bendecido del universo.

Aun así, no lograba darle un significado personal a aquella palabra...

¿De verdad el amor tenía un significado? ¿Era este un sentimiento al que se le debía buscar algún concepto, o simplemente era una acción que no tenía letras como explicación?

Sin duda estaba más confundida que antes. En toda mi adolescencia había evitado entrar en ese mundo de las relaciones debido a que no me sentía lista, ahora, y como si no pudiese manejar mis pensamientos, no paraba de pensar y sentir cosas confusas hacia Aslan.

Cada día que pasaba hablando con él y conociendo su personalidad, me sentía más atraída por aquella forma de ser, dulce y educada, pero al mismo tiempo, tímida y divertida. No sabía cómo era posible, pero él tenía el balance perfecto para hacerme sentir bien con cualquier tema de conversación. Si algo no le gustaba, era muy respetuoso defendiendo su punto de vista, aunque eso casi nunca sucedía, pues la mayoría de veces la pasábamos tonteando y riéndonos de nosotros mismos.

Me alegraba mucho el no sentirlo distante ni frío, ya que luego de haber visto mi foto con Luck, habíamos dejado de hablar por algunos días. No insistí porque tenía mucho miedo de escribirle y no obtener respuesta, pero mi corazón se aceleró cuando una mañana sin previo aviso él se había animado a responder el mensaje.

Las cosas parecían ir como siempre.

Un par de meses habían transcurrido desde la primera vez que hablamos. Desde la noche del cumpleaños de Luck, me surgió aquella gran duda sobre mis sentimientos hacia él. Sabía que no lo quería como un amigo, aunque muchas veces me intentaba engañar, pues mis sentimientos por él eran muy diferentes a los que tenía por Joel, Mónaco, Dani y Mateo.

Y lo admitía.

Claro que lo aceptaba en voz alta.

Me gustaba Aslan.

Me gustaba mucho.

Suspiré cansada dejando un último mensaje en su chat antes de que Dani llegara a mí con el almuerzo. Ella aún no sabía nada.

Aslan y EilaWhere stories live. Discover now