CAP 16

207 31 31
                                    

TAN VERDES COMO LAS HOJAS Y MÁS PROFUNDOS QUE EL MAR.

Aunque mis manos sudaban y mi corazón latía muchísimo más fuerte que otras veces, me estaba esforzando en controlarme apretando mis manos en un plano fuera de la visión de Aslan. Mi rostro permanecía relajado, o al menos lo aparentaba muy bien. Él no había dicho nada frente a mí presentación no anticipada, lo único que sobresalía del espeso silencio que inundaba la habitación, era su respiración lenta mezclada con mía.

Podía quedarme así toda la noche, viendo el reflejo oscuro en mi computador y sintiendo las horas pasar. No me molestaba, pero no me había arriesgado tanto para eso.

Suspiré antes de decir otra palabra.

Eila: Yo sé que...

Escuché su voz salir por el altavoz de la computadora justo antes de que acabara la frase.

Aslan: Tus ojos.

Susurró no tan alto.

No pude evitar hacer una mueca confundida, pestañeé varias veces tratando de entender que quería decir.

Eila: Tengo un par y estoy segura que tú tienes dos iguales. A menos que hayas perdido uno, lo cual anularía lo que acabo de decir.

Dije obvia, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

Aslan: Aun no pierdo ninguno, créeme... Solo que brillan mucho, más de lo que había imaginado.

Ahora parecía divertido.

Me había imaginado esto como toda una película de drama, con lágrimas y discursos cursis e incómodos, quizá conmigo disculpándose por haberlo hecho y al final de la noche sumida debajo de las sábanas llorando, pero de momento parecía ir tranquilo, mejor de lo que hubiese esperado.

Claro que me sentía un poco insegura porque mi belleza no era "clásica", mi cabello a veces se esponjaba mucho y no podía controlarlo, mi nariz no era como la de las chicas de las revistas y mis labios eran un poco más carnosos y grandes de lo habitual. Pero sin importar aquello, me estaba esforzando para parar de esconderme detrás de una pantalla.

Decidí dejar de pensar en lo que "podría pasar" y empezar a disfrutar más, lo que estaba sucediendo.

Eila: ¿Ah sí? ¿Y cómo los habías imaginado?

Aslan: Llenos de vida, justo como te ves.

Eila: Quitándole las partes molestas e incómodas a la vida, como la universidad y tener que madrugar, sí, estoy llena de ella.

Asentí llena de orgullo por mi deducción, él soltó una risa que, ante mis oídos, era como una hermosa melodía.

¿Había dicho ya cuanto me gusta su sonrisa?

No importa. Lo diré las veces que sea necesario.

Aslan: Y los impuestos.

Apoyó.

Eila: En especial los impuestos.

No pude evitarlo y me reí de aquella situación: Aslan hablando normal como si esta fuese otra de esas llamadas que solíamos tener, y yo viendo cómo se desvanecía mi miedo al mostrarme frente a él.

Aslan: Tienes una bonita sonrisa.

Dijo de pronto provocando que dejara de reírme de golpe. Su voz había sonado tan calmada que logró revolver mi estómago, pero de inmediato traté de controlarlo pues sabía que mi sonrisa no era bonita, en lo absoluto. De seguro lo decía solo por cortesía.

Aslan y EilaWhere stories live. Discover now