CAP 21

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UNA NOCHE DIFERENTE

(Parte II)

Sentía una presión en el pecho que dificultaba mi respiración. Papá no me había dado detalles sobre el estado de mamá, solo me dejó la dirección del hospital en el que estaba y luego colgó. Habían chocado pocos minutos antes de ingresar en la ciudad, el lugar aún se encontraba lejos de la civilización así que los paramédicos decidieron llevarla al hospital de la ciudad vecina.

Al momento de colgar el teléfono me sentí perdida, la respiración acelerada no me dejaba pensar con claridad y las lágrimas rodaban de mis ojos sin permiso. Recuerdo cómo me levanté de la mesa dejando la comida sobre esta, para luego correr a mi habitación y tomar algo de dinero. No supe cuánto tiempo estuve en medio de la calle tratando de parar algún auto que me llevase hasta el lugar, pero la hora y el clima no ayudaron mucho.

Estaba empapada por las gotas de agua que caían del cielo y pegaban directamente en mi cuerpo, pero irónicamente no tenía frío, solo un nudo atorado en el estómago y en la garganta que no me permitían hablar con claridad.

Luego de algunas horas me di cuenta de que había caminado bajo la lluvia en dirección a la salida de la ciudad, por un momento no entendí cómo sucedió, pero luego comprendí que estuve disociando por varios minutos. Sabía que caminar era ridículo, pues me tomaría horas llegar allí si iba caminando, pensé en regresar a casa, pero estaba más lejos de lo que imaginaba.

Me planté firme en medio de la calle, bajo el cántaro de la lluvia que me arropaba y respiré profundo, necesitaba calmarme o no lograría nada. Unos segundos después sentí como mi cerebro se desconectó de mis emociones y me permitió pensar con claridad en una solución.

¿Cómo podría llegar ahí?

...

Piensa Eila.

...

¡Vamos, piensa!

...

Eso es.

Lo tengo.

Tomé mi teléfono y enseguida marqué a Joel, se me dificultó un poco encontrar el contacto debido a la humedad de la pantalla, pero finalmente lo logré. Marqué y esperé a que contestara, lo hice una y otra, pero en ninguna abrió la llamada, siempre terminaba enviándome a buzón de voz.

Arrugué el entrecejo y una sensación amarga recorrió mi garganta hasta alojarse en mi estómago.

Él siempre contestaba, siempre.

¿Por qué justo hoy no lo hacía?

Empecé a hiperventilar en medio de la calle solitaria, el viento ondeaba con fuerzas los árboles y a lo lejos se podía apreciar una sutil niebla, antes, este escenario me habría parecido hermoso, ahora solo lo sentía terrorífico. Estaba cayendo poco a poco en un abismo profundo del que no podía salir, y no quería que fuese así, necesitaba llegar al hospital.

Suspiré nuevamente tratando de calmarme, lo último que necesitaba era perder el control.

¿Qué puedo hacer?

...

¿Cómo...

¡Claro!

Recordé entonces que otro de mis amigos también tenía vehículo. Empecé a batallar de nuevo con la pantalla del móvil hasta que encontré su contacto.

Primer timbre.

Sentía mis manos entumecerse.

Segundo timbre.

Aslan y EilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora