CAP 3

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¿Y SI VIÉRAMOS LOS PEQUEÑOS DETALLES DEL MUNDO?  

Casualmente feliz...

No, esto no era casualidad.

Había pasado estudiando inglés por mucho tiempo, y hoy al rendir la prueba aprobé con un increíble siete. Todos decían que era la nota mínima, envidiosos, yo la llamaba, la nota de la victoria. Para mí aquel siete representaba mi esfuerzo reunido. Nunca sacaba más de tres en una evaluación del idioma, hoy sin duda era mi época dorada.

Estaba tan feliz por mi gran logro, que al salir de clases tuve las fuerzas suficientes para ir a comer helado con mis amigos de toda la vida. Nos habíamos graduado juntos del colegio, y aunque en la universidad habíamos escogido caminos diferentes, nuestra amistad no se había visto afectada.

Era divertido ver como Dani se entretenía con mis amigos, aunque ahora también eran los suyos. Mateo trataba de acabar su helado de vainilla rápidamente, mientras Mónaco intentaba quitarle parte del mismo.

Por otro lado, Joel suspiraba pesadamente intentando ignorarlos.

—Jamás me canso de estas salidas

Dani parecía entretenida con el par que peleaba.

—Dios, te equivocaste en escogerme a mí como gemelo de este ser. Pero agradezco que la hayas puesto en nuestro camino —Joel apuntó a la otra autora de la pelea en cuestión, mientras observaba el cielo con dramatismo—. Me ayuda a mantenerlo ocupado.

Sonreí.

Más fácil que eso no lo podía describir.

Joel y Mateo eran unos guapos gemelos, pero eso era lo único parecido que llevaban, ya que su personalidad era como dos electrones negativos, no pegaban para nada.

Mateo era extrovertido, divertido y suspicaz, una mezcla rara. Tenía una sonrisa muy dulce y una inocencia casi tierna, pero al mismo tiempo disfrutaba competir por algún premio o simplemente pelear con Mónaco por el último pedazo de Pizza, el asiento copiloto o la comida del otro. Me recordaba a ese personaje llamado Luck de un reconocido anime de magos.

A diferencia de él, Joel era más serio. Cálido como amigo, pero menos extrovertido. Era el tipo de persona con el que podías mantener una conversación profunda por horas, y llevarte muchas enseñanzas de vida cuando esta acabe. Si no fuese por el físico no me creería que eran gemelos, aunque, era muy fácil distinguirlos a pesar de su parecido.

Mateo siempre llevaba una sonrisa en sus labios y unos ojos brillantes.

Joel mantenía el rostro serio todo el tiempo y sus ojos estaban cargados de una profundidad única.

Era aquí donde ingresaba Mónaco, una castaña de ojos oscuros que extrañamente parecía ser la verdadera gemela de Mateo, a pesar de que sus facciones eran muy diferentes, sus personalidades eran idénticas, como si las hubiesen clonado. La única diferencia era que Mónaco solía ser algo sarcástica, cosa que Mateo amaba porque siempre lo hacía reír.

—Podría verlos todo el día sin aburrirme — Dani suspiró sin despegar sus ojos del par.

—Te los obsequio —Susurró Joel.

—No eres su dueño, aunque lo parece —Añadí divertida.

—Pero pasan conmigo las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Empieza a dudar en si Mónaco tiene una familia —Les dio una mirada cansada para luego arrebatarles el helado, cargado de frustración—. Ya está, me lo quedo yo.

Regañó al par.

Dani y yo soltamos risas estruendosas al ver la cara de tristeza de Mateo y la sorpresa reflejada en el rostro de Mónaco.

Aslan y EilaWhere stories live. Discover now