14. miel, dulzura

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No sabe cómo sucedió. O tal vez sí, pero prefiere ignorarlo completamente. Un día como cualquier otro sólo se dió cuenta:

Darse besitos con tus amigos no era del todo normal. O bueno, raro raro, no era. Por ejemplo, un par de besos en las mejillas, en la cabeza, en la frente, no le hacían mal a nadie. Los amigos lo hacían y es más que normal. Lindo, incluso.

Hacer eso era una demostración del cariño que le guardabas a esa persona, una forma preciosa de darlo a conocer. Y no todos se expresaban de aquella forma, muchos nunca besaban a nadie, y estaba bien.

Takemichi nunca fue de los que se despedían de beso, un apretón de manos junto a una palmada en la espalda y que se den por bien servidos. Aún así, ahí estaba ahora:

Con Aka- chan sobre él en su habitación, en la casona donde el mismo le consiguió empleo, Aka-chan le estaba haciendo cariñitos en el cuello, eso le daba mucha risa y no podía evitar encogerse de hombros de forma inconsciente para "alejar" al mayor.

La idea principal había sido ver películas como en «los viejos tiempos». A la terminación del turno de trabajo de Takemichi, nueve p.m, el pelirosa llegó y como una sanguijuela se le pegó para irse a la habitación del menor. En la televisión de Takemichi acomodó el HBO (era su plataforma de streaming favorita) y unas mantas suaves, el aire acondicionado estaba prendido y daba frescor, las lluvias iniciarían pronto, el clima estaba sofocante, así que se sentía rico cobijarse.

Estaban viendo (a petición de Takemichi) Harry Potter y la Cámara Secreta. «¡Es que Tom Riddle era taaaan guapo! » El pequeño fanboy interno de Takemichi salía a relucir con comentarios así. Por su parte, a Sanzu no le molestaba qué verían mientras sea con Takemichi.

Decidieron que las botanas serían unos pequeños pasteles de zanahoria que hizo Takemichi para el almuerzo del gran jefe. Estaban fríos, sí, pero eran del día. Eso y un chocolate caliente fue perfecto. Y, como siempre, se acurrucaron ambos en la cama (aunque hubiera espacio de sobra para que cada uno tuviera un lugar cómodo) así que a Takemichi no se le hizo raro en absoluto que de pronto sintiera la áspera y tibia mano de Aka-chan en su nuca.

Sanzu, por su parte, no podía creer que Takemichi pensara que era buena idea no tener solo un gato, sino dos. ¡Dos bolas de pelo grasosas que buscaban atención! No es que el nuevo inquilino no le gustara a Akashi, sin embargo él sabía que acariciar a bolitas de pelo tan lindas no era un plus para su fachada de chico rudo.

Después se golpearía a sí mismo, ¿A quién le importaba su fachada, si tenía a Takemichi a su lado? Entonces mandaría todo al carajo mientras besaba a Takemichi en su casa, con Hermione Granger transformada en mitad gato de fondo.

Le encantaba poder hacer aquello: los labios de Takemichi eran suaves, esponjosos y siempre sabían dulces. La primera vez que se besaron, Takemichi le confesó que era su primer beso. Y Akashi no pudo ser más feliz, pues aunque nunca le tomó real importancia a esos temas de pureza, primera vez, primer beso, primer novio etc, saber que él era tan especial para el azabache, que había tomado algo tan importante, lo volvió loco.

Enredaban suavemente sus lenguas tibias, con Takemichi moviendo de forma inconsciente su cadera, con ambas piernas alrededor de la cintura de Aka-chan. Takemichi se separaba en intervalos cortos para respirar de forma irregular y volvía a la acción.

Sanzu estaba en el puto cielo, con la erección de Takemichi presionando la suya. No pasaban de ahí —hasta ése punto, al menos — aún así, las traviesas manos de Akashi... no desaprovecharía la oportunidad. Se colaban por la camiseta oversized que el azabache usaba para dormir, luego una solitaria palma iba directo a los muslos descubiertos y apretaba.

Eran un lío de caricias y besos suaves, justo el sueño de vida que Takemichi profesaba querer. En algún momento la cálida mano, considerablemente más pequeña que la de Sanzu, encontró un tímido camino hacia los abdominales delgados de Aka-chan. A Takemichi le parecía particularmente atractivo la «V» marcada en el bonito cuerpo de su amigo.

Y entonces un maullido fuerte junto a un grave quejido de Sanzu interrumpió el momento.

Al parecer, a Huevos no le gustaba para nada que anduvieran manoseando a su dueño, incluso si el mismo lo quería. Takemichi no pudo evitar empezar a carcajearse, abrazando a Huevos mientras le frotaba bajo la barbilla. La gatita nueva estaba aún tímida sobre su cama, entre las mantas.

Sanzu se aguantó los insultos, idiotizado por la risa de Takemichi. Tan bonito~.

“Lo siento, Aka-chan, pero primero debes pasar la supervisión de Huevos. ¡Grrr!” 

cherry cream || allxtakemichiWo Geschichten leben. Entdecke jetzt