20. gomitas, suavidad

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Seis meses es lo que llevaba trabajando ahí, de los cuales uno lo había pasado en reposo por sus quemaduras. Sus cicatrices eran amplias y cubrían casi la totalidad del muslo izquierdo, mientras que en el derecho eran más pequeñas.

Su relación con los ejecutivos era próspera, aunque hubiera altas y bajas seguía queriendo a todos... Pero había uno que era simplemente, otro rollo.

Haruchiyo Akashi. Aka-chan. Él, el hombre al que le había dado toda su vida*, por el que dejaría el alma. Ése hombre..., Era especial. Desde la forma en la cual Takemichi pensaba em él por las noches en las cuales Aka-chan no se encontraba en la casona y tenía que dormir solo hasta cómo lo veía comer al llegar después de días fuera.

Las sensaciones indescriptibles de Akashi besándolo, tocándole y enseñando todo lo que sabía a su pequeño cuerpito inexperto.

Porque bueno, la única pareja que tuvo en toda su vida fue una compañera de secundaria cuyo nombre apenas recordaba.

Entonces, nada de eso se podía comparar al cariño que le tenía a los ejecutivos, a sus amigos. No, con Aka-chan iba un escalón más arriba, con él aprendió algo nuevo:

La lujuria.

Si bien Akashi ya hasta le había pedido matrimonio —propuesta que, por cierto, aceptó — nunca se imaginó lo seria que ésta era.

Tampoco le tomó particular atención, le encantaba el lema de vivir viendo hacia el futuro, jamás hacía el pasado. Sentía que, de ésta forma podía aprender y ser una mejor persona.

De hecho, Takemichi pensaba seriamente en qué haría cuando terminara su auto proclamado tiempo para mudarse de ahí, en seis meses más debía de haber amasado una suma considerable de dinero para poder adquirir otro local en una mejor zona y, de paso, un departamento... ¡Incluso, tal vez, podría sacar crédito para una casita!, ¿No sería muy precipitado pensar en tener una casa con Aka-chan, verdad?

Como sea, estaba planeando tener una seria conversación con Hajime sobre estrategias o consejos para tener un crédito (lugares, bancos, ése tipo de cosas) y que no le vieran la cara de estúpido.

¡Takemichi ni siquiera había hecho eso con Aka-chan y ya quería vivir con él! Estaba totalmente enamorado, sin remedio.
Por supuesto que ya quería hacerlo, sin embargo Akashi siempre lo desviaba a hacer cositas más leves y cariñosas, y, ¡No es que se quejara, para nada! Aún a pesar de que sólo le diera cariño suave y atenciones como si fueran estudiantes de secundaria en lugar de unos veinteañeros con los huevos llenos (recordemos, Takemichi nunca los vació) así que, entendemos la desesperación de Takemichi por ir un poco más allá con el guapo Aka-chan.

Se decían muchos te quiero, Takemichi casi siempre los iniciaba, aunque el primer «te quiero» lo dijo Akashi, después de una noche en la cual le colocaba la crema para sus cicatrices. Cada que lo hacía, e incluso cuando sólo las veía , aunque las cicatrices ya estaban sanadas y no dolían en lo absoluto, Aka-chan acostumbraba ver con profundo dolor sus muslos. En su mirada — cuyo color no podía definir..., ¿Celeste?, ¿Azul?, ¿Verde?— se notaba la culpabilidad.

Takemichi deseaba quitar aquella miraba de sus bonitos ojos, pero cada que trataba de iniciar la conversación lo único que recibía a cambio eran unos besitos que trataban de callarlo con suavidad.

Y él era débil si se refería a Akashi.

Fue en una fría noche en la cual supo cuál era el nombre de Aka-chan. Haruchiyo. Takemichi no habia vuelto a preguntar, fue el pelirosa quien le dijo mientras veían Moana y Takemichi le hacía unas trencitas al largo cabello de su amante.

cherry cream || allxtakemichiWhere stories live. Discover now