29. orugas de chocolate y miel qué felices serán

1.9K 219 16
                                    

Las consecuencias de lo que ocurrió aquella noche fueron más que bien recibidas por Takemichi. Él adoraba la atención y más aún si se la daban personas que de verdad quería. Aka-chan estaba algo irritado pero tomaba todo con inquietante calma. Tampoco lo preocupaba demasiado. De cualquier forma por el momento tendían a pedirle de forma bonita más amor, mimos y cariño del usual.

Lo abrazaban más, le daban cariños extras y los inquilinos restantes de la casa sin dudas se habían dado cuenta. Hajime fue el primero en hacer una mueca asqueada “No puedo creer que te rebajaras a estar con ese par. Sanzu es lo suficientemente malo.”  Aquel comentario fue el primero y último que Koko-san hizo al respecto. No le gustaba ver a Takemichi enojado, daba miedo.

Usualmente se la pasaba en calcetas gruesas viendo Gossip Girl en la televisión ultra grande de la habitación de Mikey-san. Se habían acercado un poco más desde lo de la mañana de hacía una semana y mientras en jefe hacía sus cosas de jefe Takemichi revoloteaba a su lado (casi siempre jalaba consigo a Kokonoi). Y Manjiro no parecía enojarse en absoluto. Si había una persona que le cagara y aceptara al mismo tiempo, esa era Kokonoi.

Además, si Takemichi venía en el paquete aceptaría a cualquier pegoste.

Casi a cualquiera, por eso los Haitani estaban botados de ahí.

En ocasiones Takemichi usaba sus horas muertas para tomar a un gato y en puntitas irse acercando de a poco a la habitación más escondida que estaba en el segundo piso y abarcaba casi la totalidad del mismo, (la del jefe). Era un lugar bastante más pequeño que el anterior, y eso le fascinaba al azabache. (Podía molestar a todos a cualquier hora del día) ¡Y no había señora rara merodeando por ahí!

Mikey-san lo dejaba hacer lo que quisiera. El olorcito a menta y galletas ya permanente del Cheff era relajante. No era una habitación pequeña, era muy amplia y tenía muchas secciones para distintas actividades sin embargo Mikey amaba trabajar desde la comodidad de su cama y por eso Takemichi se aprovechaba para meterse a la misma cama como oruga y ser un parásito que sólo se levantaba a hacer de comer.

Podrían creer que Takemichi tomó confianza muy rápido (que sí hizo) pero su defensa automática sería que para él el gran jefe Mikey-san (se sentía raro llamarlo así) le había aceptado como amigo íntimo desde mucho tiempo atrás.

Es decir, le dijo Takemitchy nomás verlo. Sin apuntar que le contaron su ultra secreto de Narcos-Japoneses hot.

“Mikey-san, hoy veremos Doraemon.” y Manjiro solo le revolvía el cabello mientras le pasaba el control, sin despegar la vista de la laptop que parecía estar permanentemente conectada.

Y una hora antes de la comida Takemichi se levantaría para hacer lo que tocara. Amaba ese trabajo.

Para Manjiro la compañía de Takemitchy era distinta para cada uno de ellos. Parecía que su corazón se iba acomodando tímidamente entre los oscuros y podridos de todos los de Bonten. (Manjiro era egoísta, el deseaba que todo su amor fuera únicamente para él).

Y luego observaba lo feliz que era rodeado de sus ejecutivos, lo enamorado que parecía estar con Sanzu, el cariño y comprensión y cuidados que tenía con los hermanos, los caprichos que cumplía de Kokonoi y lo mucho que disfrutaba de tener una tranquila conversación con la rata de Kakucho.

Observaba todo y sólo podía callarse la boca y aceptar que Takemichi había nacido para ser amado y adorado por tantas personas (una sola jamás sería suficiente para todo lo que el Cheff ofrecía, mucho menos los pedazos que quedaban de cada uno de ellos) que él mismo jamás podría llenar el corazón infinito que le pertenecía a Hanagaki Takemichi.

Incluso si sabía que no parecía reacio en absoluto a mantener relaciones sexuales con los hermanos y Sanzu a la vez (esa casa era un chismerío enfático. Y Kokonoi su informador personal) Manjiro no pensó en que fuera buen momento para dar un paso. Takemichi no parecía haber sido creado para hacer esas cosas con él mismo (Manjiro sentía que era otra razón más para sentirse impotente) o tal vez fue el mismo cuerpo de Manjiro el que se rehusaba a todo eso. Si el pequeño cuerpo de Takemichi deseaba a tres hombres distintos... Manjiro nunca llenaría ese vacío, no podría. Simplemente era algo que no debía aceptar, por eso (en el momento) se conformaba con su preciosa compañía, con su olor y con su comida. No quería nada más.

Incluso si pensara en quitar todo lo demás de Takemichi, no podría (¿Cómo le quitaría aquella hermosa sonrisa a Takemichi?) No.

Por eso y más se había resignado a jamás tener el total de lo que representaba Takemichi.

Hasta que no se sintiera lo suficientemente limpio como para tocar de aquella manera a Takemichi guardaría su distancia. Y Kokonoi no era bueno solo en los números.

Kokonoi era, después de todo, un depósito de semen más que dispuesto.

Por todo eso y más Manjiro llegó a una poderosa conclusión: si Takemichi nació para ser amado por todos a su alrededor... ¿Él mismo podría llegar a amarlo?

Manjiro amó a muchas cosas y muchas personas. Amó a Shinichiro con su permanente olor a nicotina, amó a Emma como jamás amó a una mujer y hermana, amó a Ken-chin con su monstruosa fuerza y lealtad inquebrantable, amó a su pandilla y a sus amigos. Pero si ya no tenía nada para amar, ¿Podría recordar?, ¿Todavía era capaz de amar...?

Kokonoi estaba seguro de que eso no hacía falta,«es un encaprichamiento»  le dijo. Pero Manjiro no lo creía así. Estar con Takemichi casi podría asemejarse a aquellas tardes inolvidables y lejanas en las cuales miraba el atardecer de la playa en compañía de sus amigos. Si eso era amor entonces sin dudas aquello significaba que aún le quedaba algo dentro de sí mismo.

Un ligero golpe a su lado lo sacó de su ensimismamiento. Había estado redactando una carta muy grosera a un empresario imbécil casi en automático. Casi siempre solo leía y firmaba o confirmaba algo, pero ésta carta en específico era importante por blablabla. Dejó de escuchar a Kokonoi cuando empezó a hablar de perdidas importantes (para Kokonoi incluso diez dólares eran una graaan pérdida).

“¿Te levantas ya, Takemitchy?”  por supuesto que él no quería que se levantara pero si no se levantaba, ¿Quién le haría de comer...? Se había hecho muy comelón en esos días. Incluso le creció una pequeña pancita. Manjiro tenía piernas y brazos monstruosamente fuertes, sin embargo el consumo de drogas junto a su pobre dieta hicieron que su cuerpo se convirtiera de a poco en el frío y delgado trozo de piel con el que Takemitchy se encontró. Aún era mucho más fuerte que la media pero... Se sentía enfermo siempre, claro, hasta que llegó Takemitchy.

Desde que el Cheff llegó empezó a criar a un cerdito que parecía solo comer y rodar mientras veía Disney y hacía mucho dinero.
Takemichi se rió antes de salir de aquel cúmulo de sábanas acolchadas. “Le haré unos deliciosos macarrones con pechuga empanizada, ¡Koko-san me ha pedido algo de arroz con leche frio! Nomás que será con leche deslactosada porque...”

Y la vocesita se perdía al mismo ritmo en el cual Manjiro le prestaba su absoluta atención. Eran esos momentos los que más atesoraba, esos donde podía admirar a Takemichi todo lo que quisiera. Desearía poder hacerlo por el resto de su vida.

















Hola,  Wattpad eliminó algunas partes, estoy tratando de recuperar lo demás... Además de eso ocurrió lo que más temía: volver a clases. Es una época difícil pero aún así no abandonaré. Disculpen la demora. <3

cherry cream || allxtakemichiWhere stories live. Discover now