32. temores del corazón

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🦕🦕🦕

Kakucho Hitto  era un ser extravagante para la visión de Takemichi. Huyó apenas pudo hacia las Filipinas sin ton ni son. Para empezar, el azabache tenía muy en cuenta su presencia, ¡Era su maldito amigo de la infancia, por Dios! (Aunque era ateo). Su primer amigo. Aún así estuvo presente cuando más lo necesitó, eso nadie se lo quitaba y amaba profundamente a Kaku-chan por ello.

Una de las principales razones para estarse quieto era saber que ahí estaría también su amigo para abrazarlo en el entre tiempo.

Habían conseguido una casona en un sitio más sierra y montaña que otra cosa, acompañado de una tranquilidad irremediable. Sus gatihijos se la pasaban sobre el calentador siendo bonitos y gorditos.  Él por su parte continuaba con la fantástica rutina de cocinar-follar que ya tenía bien marcada en su vida. Los Haitani's habían sido unos predilectos perfectos para encontrarse a si mismo disfrutando de caminar cojo.

Por otra parte, Aka-chan era un imán para estar confortable todo el tiempo. Casi creía que faltaba a muchas cosas en su trabajo para pasar más tiempo con él. Tiempo que sin dudas no escatimaba y del cual no se estaba quejando.

La relación que tuvo con Kaku-chan era bastante parecida a la que tenía con Inupi-kun. El pelinegro era cariñoso con el y bastante respetuoso en todo lo que lo concernia. Incluso llegó a pensar que podía amarlo. Nunca se concretó, lo amaba, sí, pero el afecto que tenía por él no podía catalogarlo de una simple forma, lo amaba como su amigo, como su compañero, como su pilar en su nueva vida. Lo amaba así, y de mil formas más y sin embargo… por alguna extraña razón algo no se sentía correcto con respecto a su amigo.

Incluso cuando Kaku-chan le enseñaba a montar un buen pene como el de él... Casi se sentía como si follara con su propio hermano. Pero Takemichi no tenía hermanos.

“Es que yo-, Kaku-chan, de verdad n-no sé ” las manos del azabache estaban sobre el musculoso pecho del narco. La risa nasal de Hitto le sacó una sonrisa a Takemichi, de verdad que no sabía mover la cadera. Hitto amaba que sus parejas sexuales tomaran el control y, por otra parte, Takemichi era un huevón de mierda que prefería acostarse y que lo hicieran sentir bien.

La simple conclusión es que amaría y follaría a Takemichi como quisieras y cuanto quisiera nada más por bonito.

Le ayudó sosteniendo las caderas suaves con fuerza y las movió  en círculos. Fue solo un par de segundos aqune en congruencia con el grito agudo de Takemichi logró su cometido. El nuevo descubrimiento de Takemichi se basaba en que, si hacía circulitos, se sentía bien.

“Eso está bien, ahora trata de hacerlo de enfrente a atrás.” Un poco confundido, Takemichi trató de seguir las órdenes. Realmente no estaba prestando mucha atención a las muecas de Hitto, muecas que al mismo tiempo lo hacían ver como si estuviera prácticamente dopado. Él, por otra parte, se sentía en el paraíso con sólo tener a su amante sobre él, sudoroso, dispuesto, sonrojado y muy excitado.

La coronilla del pene de Takemichi goteaba  pre-semen y Kakucho podía sentir el elástico del condón sumamente húmedo por todo el ajetreo. Takemichi tenía una mirada seria. Se sentía bien, por supuesto, estupendo de hecho. Aún así sabía que su próstata debía estar al alcance de sus movimientos. “Tal vez si salto...” lo pensó en voz alta y, la verdad sea dicha, eso era algo que sí le gustaba hacer: bailar y, en consecuencia, saltar.

“No, no, Takemichi, espérate-” Tal vez no escuchó a Kaku-chan, o tal vez sí lo hizo... La realidad es que, apenas empezó a dar saltos sujetando sus manos de los pezones morenos de Kakucho, y aprovechándose para apretarle las tetas (con timidez, claro, porque Takemichi es muy tímido)  Hitto había eyaculado con una increíble facilidad. No podían culparlo en totalidad... Tener al rizado saltando como conejo no era una imagen ofensiva a la vista.

cherry cream || allxtakemichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora