6. las ciruelas que escudan tu silencio

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Takemichi estaba flipando. Realmente jamás espero que Akashi conociera a su mejor amigo de la infancia, Kaku-chan. Era simplemente perfecto, sus dos más allegados amigos se conocían, eran compañeros de trabajo y -probablemente-, se lleven muy bien.

El bolso donde llevaba los postres y la comida quedó -de forma momentánea, claro - olvidada entre el pecho de ambos hombres en aquel apretado abrazo.

Algunas lagrimitas de nostalgia alcanzaron los ojos de azabache; él no lo podía evitar, era un llorón de primera. Se limpió un poco en el saco de aspecto costoso. Poco después se arrepintió, ¿Kaku-chan le pediría llevarlo a la lavandería...?

"Es una sorpresa verte por aquí, Take-chan. Supongo eres el magnífico Chef del que todo mundo habla, ¿No?" Kakucho era muy... Nostálgico. Desde la muerte de Izana ya nada le importaba y solía estar en piloto automático todo el tiempo.

Le dolía pensar, pues al hacerlo inevitablemente recordaba al hombre de su vida.

"Ah~ pues yo creo que sí... Aunque me siento más cómodo siendo llamado pastelero, mi comida no es taaan buena." La humildad de Takemichi -y su inconsciencia-no tenían límites.

"Temo que debo estar en desacuerdo con ésa afirmación, Takemitchy. Tu sazón es el más exquisito que he probado." La gruesa voz de barítono del gran jefe interrumpió el emotivo reencuentro. Sanzu quiso besarle las patas a su rey. Aunque siempre lo quería, así que...

Las orejas de Takemichi se enrojecieron. Diablos, había sido demasiado grosero con el jefe de Aka-chan al ignorarlo así.

"Oh. Ehh-, ah, sí, muchas gracias señor Mikey-san" Sonaba avergonzando en la última frase, porque sinceramente Mikey sonaba demasiado informal, un apodo entre amigos, y él apenas y lo conocía. Ahhh, Akashi, ¿No pudiste decir su apellido? No puedo llamarle Mi Rey.

"Solo Mikey. ¿Podrías tomar asiento? Debemos hablar de negocios." Sin lugar a dudas, Mikey estaba sumamente celoso, aún así y a pesar de no importarle la opinión de nadie, se controló lo suficiente para no armar un quilombo.

"Sí, por supuesto señor Mikey-san" De ninguna manera Takemichi se iba a dirigir tan informal a una persona tan poderosa a la que apenas y conocía. Logró ver una pequeña mueca en el gran jefe cuando volvió a pronunciar su apodo así de formal.

Con entusiasmo jaló la mano de Akashi hacia sí, quedando él enmedio de Kakucho y Akashi. El pelirosa resopló un poco pero no se apartó.

De alguna forma consiguió meter sus dedos cortos entre la amplia palma de los hombres que estaban a cada lado suyo. Le dió algo de envidia observar cómo su elegante mano -de la cual estaba muy orgulloso, pues era de las pocas cosas largas que tenía en su cuerpo- se perdían sin ningún reparo entre las callosas y grandes manos de ambos sujetos.

Takemichi sacó los postres y el bento que se encontraban en bonitos y caros tuppers. Eran su mayor inversión, le dolería si éstas personas con dinero no se los regresaban. Los colocó sobre el escritorio del gran jefe y esperó con ojitos brillosos a que probaran su comida.

Ninguno de los tres presentes le hizo el desaire, pues de hecho el niño bonito había ido exactamente a éso: alimentar al gran jefe. Kakucho sintió celos, ahora él también quería al azabache cómo chef personal.

Era algo bastante simple, Akashi le había dicho que a su jefe le encantaba el omurice, así que preparó una gran porción para los tres, sin embargo Kakucho se les unió, así que él no comería.

De cualquier forma sus planes se vieron arruinados cuando, de forma mezquina, Mikey-san acaparó el bento y los postres, dejando con cara de poker a sus subordinados, quienes entendieron a la perfección el mensaje implícito. «mío.»

Takemichi ignoró todo éso, él iba por negocios.

"Bien. Los precios irían variando dependiendo de cuántas comidas quiere que le haga, el menú que me pida, la constancia y la calidad de los productos, pues dependiendo de ello el precio bajará o aumentará..."

Mikey lo dejó balbucear un rato sobre si la papa orgánica era más cara que la del súper, y que la misma hacía tener una diarrea tremenda sino se tenía cuidado a la hora de desinfectarla.

Para el jefe era más importante saborear el rico omurice algo mentolado de Takemichi.

"Pero, Takemitchy, yo quiero que vivas en mi casa y trabajes para mí... ¿Sanzu no te dijo?" Después de comer, Mikey volvió a prestar atención, notando la insistencia del menor por acordar los precios. Miró a su perro más fiel como retándolo.

Por supuesto que Sanzu no dijo nada, su rey no le había pedido que le dijera tal cosa.

"Ehh. Bueno, eso cambia las cosas. Señor Mikey-san, tengo mi negocio, puedo cocinarle perfectamente a la distancia, no es necesario que viva con usted... Pero, ¿De cuánto dinero estamos hablando?" Takemichi había sufrido demasiado por el dinero anteriormente, y a base de ello sufrió una pequeña dependencia del mismo, nada grave, no era una patología, sin embargo ahí estaba.

"Cinco cifras por semana, el alimento va incluído, no pagarás ni renta ni comida, obvio y... Tendrás a Sanzu más cerca." Mikey no sabía qué más ofrecerle para que aceptara. Kokonoi haría chile con el fundillo cuando se enterara de en qué estaba gastando el dinero.

Takemichi miró asombrado al gran jefe, luego cambió la vista a Aka-chan, quien le sonrió un poco con ánimos, Kakucho y Manjiro sintieron escalofríos al ver aquella, para ellos, macabra sonrisa.

"Éste tipo de oportunidades son las que pasan una vez en la vida. Señor Mikey-san, sería un tonto sino aceptara. ¿Tengo que firmar algún contrato...?"

cherry cream || allxtakemichiHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin