cherry cream || allxtakemichi

21. aguacates, macarons

Hacía algunos meses que Takemichi no salía de la casona. Sentía que ya era hora de salir un poco a respirar aire acondicionado de algún centro comercial, como que le faltaba.

Decidió irse por la tarde con la excusa de faltarle algunos ingredientes muy específicos, Mocchi-san se ofreció muy amablemente en mandar a alguien por ellos, como siempre. Por supuesto que el azabache no aceptó, quería salir, sí, por ello se sacó aquella excusa del culo. (Prácticamente)

De cualquier forma, Mocchi-san lo llevaría al centro y de ahí (según le dijo) iría a hacer algunos trabajos para pasarlo a recoger más tarde. Como era algo propio del trabajo, no vió la necesidad de informar a algún ejecutivo, no valía la pena.

Estaba empezando a hacer bastante frío, por lo que se aguantó la incomodidad y se puso un pantalón deportivo de Aka-chan junto a una sudadera del mismo, la cosa era estar lo más holgado posible. Y a él no le molestaría salir con alguna de sus faldas, pero a) hacía frío y b) existían personas muy malas, Takemichi se pondría a llorar si alguien le mirara feo. Se había acostumbrado tanto a usar esa prenda que incluso Ran había dejado de bromear al respecto.

Ambos, Mocchi-san y él, salieron en busca de un buen centro comercial según Google Maps.

Al bajarse del lujoso auto (muy bonito, aunque no excéntrico, simplemente se le notaba que era caro) se despidió del gran hombre y se adentró, buscando algún supermercado o tienda departamental. Usaría la tarjeta que se le había asignado para hacer la despensa, quería hacer unos macarons, al principio nunca le salían aunque con el tiempo y la práctica tuvo un resultado muy favorable:

¡Le salían riquísimos! Los adoraba. Ahora les quería hacer a todos unos buenos macarons, se lo merecían.

Con cuidado de no rozar sus muslos, — de nuevo, no le dolían, simplemente... Era extraño, como si con sólo tocarlos pudiera sentir de nuevo el aceite hirviendo sobre ellos — tomó un carrito del supermercado y se metió entre los pasillos grandes y altos llenos de cositas que, al verlas, se le antojaban para hacer algún platillo.

Cuando pasó por el extraño pasillo mecánico (quedaba de paso para llegar a la panadería, necesitaba bolillos para hacer unas tortas y complacer los extraños gustos que Koko-san fue adquiriendo por el constante consumo de burritos) se topó con un personaje interesante. Era un hombre rubio muy atractivo, Takemichi se sonrojó de solo verlo mirar con atención unos aceites, como si el mismo tuviera una diferencia, según Takemichi los envases eran iguales. Le recordó a sí mismo escogiendo entre harinas.

Probablemente fue la mirada tan intensa que le otorgó lo que hizo que el hombre volteara a verlo, algo fastidiado y con obvio hartazgo. Le levantó una ceja, como si preguntara algo. Notó que tenía una cicatriz bastante aesthetic en un lado de su frente. Desearía que sus cicatrices se vieran así de bonitas.

Takemichi sintió las orejas quemadas y, con muchos balbuceos de por medio pidió disculpas.

“Es su culpa, por ser muy guapo.”  al principio creyó haberlo pensado, apresurando el paso para llegar a la panadería, sin embargo cuando al tipo se le llenaron las mejillas de sangre se dió cuenta de su error. Pareció querer responder, aunque no pudo pues Takemichi casi salió corriendo de ahí, abochornado.

Decidió ahorrarse la fatiga, tratando de escapar de aquel momento tan embarazoso. Mientras miraba los panes, decidiendo que tal vez era mejor que él mismo hiciera los mentados bolillos (el pan parecía estar muy duro) recibió una llamada de Mocchi-san preguntando si faltaba mucho. Takemichi le explicó que apenas estaba mirando los panes, pero lo invitó a hacer las compras con él.

El gran hombre se negó de forma escueta y se despidió, recordándole que estaría cerca y que, cualquier cosa, le hablara.

Se decidió por fin a llevar dos bolillos y probar su calidad (para criticarla) y después él aprendería a hacerlos. La señorita de panadería lo miró agradecida, ¡El hombre había durado veinticinco minutos peleando con un bolillo!