Capítulo 13: Abraham

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Eran las once de la noche, hacia media hora que sus amigos se habían marchado, y en ese tiempo aprovechó para fregar los platos y los vasos que habían usado, limpio también un poco la cocina, y cuando acabo, se sentó en el sofá, y se puso a ver un rato la tele. Fue yendo de canal en cala, en busca de algún programa que pudiera ser interesante a aquellas horas de la noche, hasta que al final, se decidió por el programa de Cuarto milenio. Casi nunca lo veía, pero pensaba que era mejor ver eso que los insufribles anuncios de la tele, pero cuando puso el programa, apenas le presto atención. A simple vista, parecía que lo estaba viendo, pero en verdad, estaba pensando en lo que habia ocurrido aquella tarde, no en la broma que habia hecho Natalia, sino en lo que habia dicho después de que fingiera haber visto la espíritu mientras intentaba imitar a la niña del exorcista.

No entendía le motivo por el que le daba tantas vueltas a sus palabras, y mas cuando sabia que solo se trataba de una broma, pero después de pensarlo durante un momento, llego a la conclusión de que la única razón por la que le daba tantas vueltas a sus palabras era porque, en cierto sentido, le habían acabado impactando.- Y como para que no impactase.- Se dijo después de llegar a esa conclusión.- Menudo vozarrón puso, ¿Qué fue lo que me dijo?, tu alma me llevare cuando...

Entonces, un sonido que venia del pasillo capto su atención. Al oírlo, giro la cabeza hacia el pasillo que daba a la puerta principal, y al hacerlo, lo único que vio fue oscuridad.

No veía nada, pero en aquel momento, sabia que habia alguien allí.

Sabia que, en aquel momento, no estaba solo.

- ¡Hola! Exclamo, inseguro.

No recibió ningún respuesta.

Al no oír nada, volvió a centrarse en el televisor, mientras pensaba que probablemente se lo habría imaginado. Creyó que seria algo normal, era la primera vez que iba a pasar la noche solo, y el hecho de que hubiera jugado a la Ouija aquel mismo día tampoco ayudaba mucho. Sabia que todo habia sido una broma, pero eso no evitaba que el cerebro pudiera jugársela alguna que otra vez.

Entonces, al rato, volvió a oír un sonido venir del pasillo, sonido que le asusto mas que el anterior. El primer sonido, habia sonado como si fueran una o varias pisadas, y el de ahora, era un fuerte estruendo, como si hubieran cerrado una puerta con fuerza.

Cuando oyó el ruido, volvió a mirar hacia el pasillo oscuro, asustado, y sin saber sonde meterse. El primer sonido, puede que se lo hubiera imaginado, pero el de ahora era imposible. El ruido que acababa de escuchar era el de sus puerta. Si antes creía que habia algo en la oscuridad, ahora no tenia ninguna duda. Sabia que alguien acababa de entrar por la puerta.

- ¡¿Quien es?! - Exclamo, pensando que seguramente serian ladrones, y entonces, mientras se arrinconaba en el sofá, añadió.- ¡Se... Seáis quienes seáis, saber que estoy armado!

Vaya gilipollez acabo de decir.- Pensó al escuchar las palabras que salía de su boca.- ¿Quién se creería esa milonga?

Entonces, tras decir eso, diviso algo en la oscuridad, algo que le provoco pavor.

Vio unos ojos intentos mirándole fijamente, solo que no eran ojos normales. Era unos ojos redondos, completamente redondos, eran ojos que no pestañeaban, y que parecían que, estaba fuera de sus cuencas.

Aquellos ojos comenzaron a ponerle nervioso, muy nervioso, no solo por el hecho de que diera miedo, sino porque no veía nada mas, en medio de aquel oscuro pasillo, lo único que veía, eran aquellos ojos, flotando y desplazándose hacia el muy lentamente.

Abraham al ver como los ojos comenzaba a flotar hacia el, empezó a respirar con fuerza mientras notaba como el corazón comenzaba a chocar contra su pecho. En aquel momento, podía huir, esconderse quizá en su habitación, pero no podía, estaba completamente bloqueado, paralizado, mirando aquellos ojos redondos y voluminosos.

Entonces, al ver que no podía moverse, decidió evadirse mentalmente.

Cerro los ojos, mientras aun seguía arrinconado en el sofá, y se refugio en muchos recuerdos que tenia con sus padres, mientras deseaba que en aquel momento estuviera allí, y así permaneció, mientras los ojos seguían avanzando hacia el muy lentamente.

¿Se habrá ido ya? Se pregunto tras un rato pensando en sus padres.

Era un pregunta estúpida, sabia que no se habia ido, lo sentía, pero a pesar de eso, quería comprobarlo, sobre todo porque no podía resistir la tentación de mirar.

Abrió un poco sus ojos, lo suficiente para ver, pero no lo suficiente para que se viera que los tenia abiertos, y lo que vio, le dejo extrañado y confuso, pero sobre todo aliviado.

Los ojos habia desaparecido de aquel oscuro pasillo. Ahora, lo que habia, eran dos figuras. Una, era la de un hombre gordo y canoso, y la otra, era la de una mujer delgada, ya entrando en los cuarenta.

Eran sus padres.

- ¡¿Mama, papa?! - Exclamo Abraham, extrañado y aliviado, mientras se levantaba del solfa, y apagaba la tele con el mando a distancia.- ¡¿Que hacéis aquí?!

- Hola, hijo.- Respondió su padre muy fría y serenamente.- Hemos hecho un cambio de planes, al final no nos vamos.

- ¿Por que? Pregunto Abraham, aun mas extrañado que antes, pero alegrándose, porque así no pasaría el fin de semana solo.

Sus padres tardaron en responderle, era como si se hubieran bloqueado por un momento, cosa que le extraño a Abraham.

- Pensamos que podrías estar asustado. Respondió su madre.

- ¡Asustado! - Exclamo.- ¡Tontearías!, ¡Estaba muy a gusto hasta que entrasteis por la puerta!

Cuando dijo aquellas palabras, comenzó a reírse, pero su risa desapareció a los pocos segundos, cuando vio que sus padres no se reían, ni reaccionaba, cosa que le pareció mas extraña que la anterior. Siempre que decía algo por el estilo, se reían, o de vez en cuando le saltaban a lo mejor con alguna bordería. El caso es que, reaccionaba, pero ahora no. Están raros.- Pensó.- Están muy raros.

- Abraham.- Dijo su madre, rompiendo el silencio.- Porque no te vas a dormir, ya es muy tarde.

Abraham sabia que no era tan tarde, desde donde se encontraba no podía ver el reloj de la cocina, pero sabia que no podían ser las doce. Probablemente fueran las doce menos cuarto. Tal vez fuera tarde para algunas, pero no para el, y mas si se tenia en cuenta que el día siguiente no habia clases, pero a pesar de eso, Abraham no puso ninguna pega, y se fue a su habitación.

- Buenas noches. Dijo mientras comenzaba a entrar en su habitación y cerraba la puerta.

Sus padres no le respondieron, tan solo se limitaron a mirarle desde el mismo sitio en el que se habían quedado, pero ahora, con una sonrisa forzosa. Sonrisa que le estremeció a Abraham.

Están raros.- Pensó de nuevo mientras cerraba la puerta de su habitación.- Están muy raros.


La ouijaWhere stories live. Discover now